Futuro
El 92% de los españoles piensa que la religión no debería tener voz en la ciencia
Según un estudio de la Fundación BBVA, la práctica totalidad de españoles creen que la religión no debe poner límites a los avances científicos, pero la ética sí
La ciencia es una institución humana antigua y, aunque ha ido cambiando, estaremos de acuerdo en que poco a poco logra explotar mejor esas características que siempre se han considerado esencialmente científicas. Avanzamos más rápido que nunca, tenemos más éxitos científico-tecnológicos que nunca y, por si fuera poco, hemos logrado vivir en la época donde ciencia y ética tienen una relación más estrecha que nunca y ciencia y religión apenas se rozan.
De hecho, según un reciente estudio de la Fundación BBVA sobre la percepción social de la ciencia, el 65% de los españoles considera que la ética debería poner algunos límites a los avances científicos, y un 92% considera que no es adecuado que la religión tenga voz en este tipo de asuntos.
Los datos
En el propio estudio se han comparado estos resultados nacionales con los obtenidos de otros países y, mientras que en el resto de Europa un 67% consideran importante que la ética ponga límites la ciencia, solo un 15% quieren que la religión regule , en cierto modo, los avances científicos, un porcentaje que sube al 27% en EE. UU. (incluso por encima de Turquía, con un 26%) y muy por debajo del 42% de los israelíes.
No obstante, Israel también confía más que nosotros en la ética, con un 72% de los encuestados a favor de que tenga un papel regulador en la investigación, marcando ciertos límites. El único grupo de encuestados donde hubo una mayoría en contra de que la ética regulara la ciencia fue Turquía, con un 67% en contra. Y, aunque nos parezca poco relevante lo que opine Turquía, estamos ante un peligro serio.
Turismo poco ético
Es difícil identificar los factores que llevan a los individuos de un país a opinar mayoritariamente una cosa u otra, o, mejor dicho: a decir que opinan algo concreto. Sin embargo, podemos especular mientras dejemos claro que la validez de las siguientes afirmaciones es nula, solo una simple ampliación de lo que el estudio ha recogido. Turquía es un país que está experimentando cierto crecimiento económico relacionado con el turismo quirúrgico. Ya no explotan solo los trasplantes de pelo. De hecho, la formación en este tipo de materias se fomenta como aquí fomentamos el turismo, sabiendo que es uno de los principales productos del país.
Y, sin duda, ponerse pelo no tiene connotaciones éticas o religiosas conflictivas, pero hay otros turismos atípicos y relacionados con la ciencia que sí. El turismo reproductivo, por ejemplo, y su todavía no desarrollado apartado, el turismo genético, donde se podrían desarrollar bebés a la carta en algunos años. De hecho, el investigador He Jiankui pretendía hacer esto mismo antes de que la opinión pública y académica se le echara encima por editar genéticamente a los dos primeros seres humanos de la historia. ¿Podría tener que ver este rechazo a la regulación de la ciencia con intereses económicos?
Hagamos números.
Posiblemente no, porque es difícil que una mayoría tan amplia de un país haya reflexionado y entendido la necesidad de prescindir de regulaciones éticas y religiosas para explotar una industria tecnológica que todavía está empezando. Sin embargo, lo más importante no el porqué, sino las consecuencias. Se deba a lo que se deba, la realidad es que Turquía parece un lugar especialmente propicio para que se fragüen este tipo de negocios de dudosa ética en un futuro reciente, y como ellos, hay otros países.
Es más, pongámonos en lo peor. Asumamos que ese 67% de turcos en contra de que la ética ponga límites a la ciencia y el 74% que rechazan a la religión como fuente de límites científico-tecnológicos se superponen lo menos posible. Incluso así, significaría que hay, como mínimo, un 41% de los turcos que consideran que la ciencia y la tecnología no han de ser limitadas por cuestiones morales de ningún tipo. Un pensamiento propio de tiempos más oscuros donde las investigaciones dieron rienda suelta a lo peor de lo que somos capaces los humanos.
El estado controla
En otra pregunta, los turcos encuestados revelan que un 32% consideran que la investigación debería estar controlada por el estado. Solo un 15% creen que la debiera estar regulada por la sociedad y un 50%, la mitad de los encuestados prefiere que el control esté en manos de los propios científicos. La gran diferencia frente a otros países es, precisamente, que el porcentaje de personas que prefiere una regulación estatal es mucho mayor, solo superados por el 37% que aporta Israel.
En España, el porcentaje que apoya la regulación estatal baja al 16%, que sigue siendo alta frente al resto de países encuestados. En nuestro caso, un 52% quiere que el control siga en manos de científicos y un 31% prefiere que lo controle la sociedad. Una vez más, es difícil saber a qué se debe ese porcentaje tan alto de los turcos a favor de la regulación estatal de la investigación, pero vuelve a ser una situación propicia para el nacimiento de una industria tecnológica de cuestionable ética.
Solo el tiempo podrá decirnos cómo será el mercado de la genética, porque lo habrá, pero mientras tanto, este tipo de datos nos ayudan a hacernos una idea de la dimensión social que tendrán estos cambios.
QUE NO TE LA CUELEN:
- La intención fundamental del estudio de la Fundación BBVA es, más bien, comprender la percepción social de la ciencia en nuestro país frente a otros países. No obstante, eso no significa que debamos dejar de lado otros aspectos interesantes que se vislumbran en el mismo informe, como estos, donde se invierten las tornas y España, que conocemos relativamente bien, se vuelve una forma de comparar lo que ocurre en otros países.
REFERENCIAS (MLA):
- Estudio de opinión pública sobre cultura científica. Fundación BBVA. chrome-extension://efaidnbmnnnibpcajpcglclefindmkaj/https://www.fbbva.es/wp-content/uploads/2024/03/anexo-cultura-cientifica-internacional.pdf
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