Cultura

Los mayas sacrificaron a gemelos durante siglos según revela el ADN

Durante el apogeo de esta civilización, se llegaron a sacrificar cientos de personas por año.

Mayas
La extracción del corazón era uno de los rituales más frecuentes. Creative CommonsCreative Commons

Es, junto con la egipcia, una de las civilizaciones que más curiosidad despierta en la historia de la humanidad. La cultura maya se extendió durante casi 3.500 años desde México hasta El Salvador y gobernó a más de 2 millones de personas. Eran avanzados en matemáticas, agricultura, astronomía y también se les conoce por sus sacrificios humanos.

Ubicada en el corazón de la península de Yucatán, en México, la antigua ciudad maya de Chichén Itzá es uno de los sitios arqueológicos más emblemáticos y enigmáticos de esta cultura. Allí se han encontrado numerosas evidencias de sacrificios rituales, que incluyen tanto los restos físicos de individuos sacrificados como representaciones en arte monumental. El controvertido dragado del Cenote Sagrado del sitio, a principios del siglo XX, identificó los restos de cientos de personas. Sin embargo, a pesar de su notoriedad, el papel y el contexto de estas prácticas, el ritual sigue siendo poco conocido.

De acuerdo con un reciente estudio publicado en Nature, una gran proporción de las personas sacrificadas en el lugar son niños y adolescentes. Aunque existe una creencia generalizada de que las mujeres y las niñas eran el objetivo principal de sacrificio en el sitio, es difícil determinar el sexo a partir de restos esqueléticos juveniles mediante un examen físico únicamente, y análisis anatómicos más recientes sugieren que muchos de los juveniles mayores pueden ser, de hecho, varones.

Los autores, miembros del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, llevaron a cabo una investigación genética en profundidad de los restos de 64 niños enterrados ritualmente dentro de uno de los sistemas de captación de agua para riego o chultún en Chichén Itzá. La datación de los restos reveló que el chultún fue utilizado con fines mortuorios durante más de 500 años, del siglo VII al XII d.C., pero que la mayoría de los niños fueron enterrados durante el período de 200 años del apogeo político de Chichén Itzá, entre el 800 y el 1000.

El análisis genético reveló que los 64 individuos analizados eran varones. Un análisis genético más detallado reveló que los niños procedían de poblaciones mayas locales y que al menos una cuarta parte de los niños estaban estrechamente relacionados con al menos otro niño del chultún. Estos jóvenes parientes habían consumido dietas similares, lo que sugiere que fueron criados en el mismo hogar. “Nuestros hallazgos muestran patrones dietéticos notablemente similares entre individuos que exhiben una conexión familiar de primer o segundo grado”, dice el coautor Patxi Pérez-Ramallo.

“Lo más sorprendente es que identificamos dos pares de gemelos idénticos- añade Kathrin Nägele, coautora del estudio -. Podemos decir esto con certeza porque nuestra estrategia de muestreo garantizó que no duplicaríamos individuos. En conjunto, los hallazgos indican que los niños varones emparentados probablemente estaban siendo seleccionados en parejas para rituales asociados con el chultún”.

Las edades y dietas similares de los niños varones, su estrecha relación genética y el hecho de que fueron enterrados en el mismo lugar durante más de 200 años apuntan al chultún como un lugar de entierro post-sacrificio, explica el estudio.

Los gemelos ocupan un lugar especial en las historias de origen y la vida espiritual de los antiguos mayas. El sacrificio de gemelos es un tema central en el sagrado Libro del Consejo Maya K’iche’, conocido como Popol Vuh, un escrito de la era colonial cuyos antecedentes se remontan a más de 2.000 años en la región maya. Debido a que las estructuras subterráneas se consideraban entradas al inframundo, el entierro de gemelos y parejas de parientes cercanos dentro del chultún de Chichén Itzá puede recordar rituales que involucraban a los héroes gemelos del libro sagrado de los mayas. Los autores señalan que será necesario realizar nuevos análisis en diferentes cenotes, chultún y espacios rituales para confirmar los hallazgos.