Futuro
Los bosques africanos ya no son un aliado contra el cambio climático; los hemos vuelto en nuestra contra
Un nuevo estudio ha descubierto que los bosques africanos ya no retienen más dióxido de carbono del que nosotros liberamos con su tala

Dicen que el Amazonas es el pulmón del planeta, y aunque los océanos son los verdaderos pulmones, es cierto que los árboles juegan un papel crucial. Ellos atrapan dióxido de carbono del aire y lo “convierten” en hojas, frutos, troncos y raíces. Al hacerlo, contribuyen a reducir uno de los principales gases de efecto invernadero liberados por nuestra industria, y, aunque no logran compensar por completo nuestros excesos, ayudan a moderarlos. Son conocidos como “sumideros de dióxido de carbono” y, si queremos suavizar la crisis climática que tenemos encima, debemos contar con ellos. Sin embargo, un nuevo estudio indica que titula su nota de prensa como sigue: “Los bosques de África han pasado de absorber a emitir carbono, según un nuevo estudio”.
La investigación, que acaba de ser publicada en la revista Scientific Reports, ha sido realizada por investigadores de la Universidad de Leicester y, aunque parece apelar a esa idea de Tierra Gaia, como sistema que se revela contra los abusos de la humanidad, ha descubierto algo mucho más prosaico. No es que los bosques se hayan coordinado para retener menos dióxido de carbono, ellos siguen haciendo su trabajo (por pura supervivencia). Somos nosotros quienes hemos roto el equilibrio. La tala y quema de árboles ha aumentado en los últimos años y, en ese proceso, liberamos tanto carbono del que habían atrapado en sus troncos, que ya supera al que pueden retener las masas forestales que todavía no hemos deforestado. En cualquier caso, la conclusión es que los bosques africanos ya no son un aliado… pero pueden volver a serlo, y eso está en nuestra mano.
Los últimos años
A través de mediciones tomadas por el láser espacial GEDI de la NASA, el estudio ha determinado que, entre 2010 y 2017 el continente perdió unos 106.000 millones de kilos de biomasa cada año. Que, para hacernos una idea de la escala, es lo que pesan 106 millones de coches juntos. Concretamente, los bosques más afectados por la tala son los de hoja ancha en países como la República Democrática del Congo, Madagascar y partes de África Occidental. Y es cierto que algunas zonas de sabana han ganado biomasa gracias al crecimiento de matorrales, pero no ha sido suficiente para compensar la pérdida que han experimentado los bosques.
El profesor Heiko Balzter, autor principal y director del Institute for Environmental Futures de la Universidad de Leicester, dijo: “Esta es una llamado de atención crítica para la política climática global. Si los bosques africanos ya no están absorbiendo carbono, significa que otras regiones y el mundo en su conjunto deberán reducir aún más las emisiones de gases de efecto invernadero para mantenerse dentro del objetivo de 2°C del Acuerdo de París y evitar un cambio climático catastrófico. La financiación climática para la Tropical Forests Forever Facility debe aumentar rápidamente para poner fin a la deforestación global de una vez por todas.” Porque, la parte positiva de todo esto es que, si nosotros lo hemos provocado, nosotros podemos revertirlo. Eso sí: no será ni fácil ni rápido.
Algunos tirones de orejas
Los investigadores de este estudio no se han limitado a exponer sus datos, se han mojado y han hecho declaraciones que apuntan directamente a los responsables. Proponen cambios específicos y, en definitiva, reparten algunos tirones de orejas con la esperanza de cambiar la situación. Por ejemplo, la Dra. Nezha Acil, coautora del National Centre for Earth Observation en el Institute for Environmental Futures de la Universidad de Leicester, dijo: “Un gobierno forestal más fuerte, la aplicación de la ley contra la tala ilegal y programas de restauración a gran escala como AFR100 (que pretende restaurar 100 millones de hectáreas de paisajes africanos para 2030) pueden marcar una enorme diferencia para revertir el daño causado.”
Por otra parte, el Dr. Pedro Rodríguez-Veiga, quien realizó la mayor parte del análisis en el NCEO y la Universidad de Leicester y que ahora trabaja en Sylvera Ltd., dijo: “Los gobiernos, el sector privado y las ONG deben colaborar para financiar y apoyar iniciativas que protejan y mejoren nuestros bosques.” No es que los bosques se hayan vuelto en nuestra contra motu proprio, somos nosotros quienes los hemos convertido en un problema.
Podríamos compararlo con una pandemia en que, por exponer de forma temeraria a nuestros sanitarios y privarles de las medidas de seguridad adecuada, los convirtiéramos en focos infecciosos que contagian a más personas de las que salvan. Nuestra gestión de los sanitarios los habría convertido en un problema, pero a nadie se le ocurriría resolverlo eliminando la sanidad, hay otra alternativa, que es hacer una gestión responsable de nuestros recursos y permitir que vuelvan a ser los aliados que siempre han sido.
QUE NO TE LA CUELEN:
Hayamos hecho lo que hayamos hecho, los bosques no son el enemigo y la solución no pasa por talarlos. Ni siquiera por descuidarlos. Hemos de empezar a comprenderlos como un cultivo más. Mucho más complejo, pero igual de indispensable para nuestra supervivencia. Un cultivo que no nos da alimento de forma directa, pero que resuelve otras necesidades igual de perentorias para la supervivencia.
REFERENCIAS (MLA):
“Loss of Tropical Moist Broadleaf Forest Has Turned Africa’s Forests from a Carbon Sink into a Source.” Scientific Reports, 28 Nov. 2025, doi:10.1038/s41598-025-27462-3.