Ecología
Calculan el poder oculto del bosque para luchar contra el cambio climático
La Tierra podría captar 287 mil millones de toneladas del carbono de nuestra atmósfera
Cada vez estamos más concienciados sobre el mundo que nos rodea y los problemas que lo asolan. El problema es que, mientras más nos concienciamos, más problemas descubrimos, más detalles percibimos y más compleja se vuelve nuestra percepción del mundo. Es el equivalente al burro que persigue la zanahoria que pende de su propia cabeza. La diferencia, por suerte, es que a nosotros sí nos encamina hacia algún sitio y, aunque estemos condenados a no llegar jamás a él, sí podemos visitar sus vecindades. O, dicho de otro modo, esa persecución casi obsesiva por comprender el mundo y concienciarnos puede que no nos permita llegar a conocer la realidad tal y como es, pero gracias a ese impulso nos aproximaremos lo suficiente como para intuir el problema.
Así es, más o menos, nuestra relación con el cambio climático. Sabemos ahora mucho más de lo que intuíamos hace una década, y no solo académicamente, sino que incluso podemos percibirlo en la dimensión más popular del problema. Poco a poco, los conceptos teóricos se van filtrando al público, como si fueran ráfagas de luz que tan pronto se vienen como se van, aunque dejan su rastro en el ideario popular. Uno de los últimos conceptos en popularizarse ha sido el de los sumideros de carbono, bien conocidos por los expertos desde hace tiempo, pero que, hasta ahora, apenas se habían abierto camino en los medios de comunicación. Estas formas de retirar carbono de la atmósfera y almacenarlo comienzan a atraer la atención del público. En esta línea, un nuevo estudio sugiere que nuestro planeta tiene todavía un potencial de captar carbono tremendamente desaprovechado.
Sumideros de esperanzas
Cuando hablamos de sumideros de carbono nos referimos a zonas de nuestro planeta capaces de fijar dióxido de carbono de la atmósfera, retirándolo de la circulación. Siendo el dióxido de carbono un gas de efecto invernadero, su concentración está directamente relacionada con el aumento de las temperaturas. Los sumideros de carbono son, por lo tanto, una apuesta interesante para controlar los cambios que estamos viviendo. Aunque hablar de ellos así, de manera general, puede resultar algo ambiguo. Si nos referimos a sumideros de carbono naturales estaríamos hablando de bosques, algas y otros organismos capaces de hacer la fotosíntesis, tomando dióxido de carbono del aire y, junto con luz, sales y agua, liberar oxígeno y formar los nutrientes para su subsistencia.
Por supuesto, también hay esfuerzos para diseñar sumideros de carbono artificiales que suplan a estos en el esfuerzo de reducir el dióxido de carbono de la atmósfera durante las próximas décadas. Porque, aunque los naturales tienen una capacidad asombrosa de almacenaje, lo cierto es que se han visto minado durante los últimos siglos. Los bosques, las selvas, las praderas marinas y la vida fotosintética en general han experimentado una reducción alarmante. Con esto en mente, sabiendo que nuestro planeta podría tener un mayor poder de almacenar carbono, el Dr. Wayne Walker se preguntó qué potencial estamos desaprovechando. Siendo el doctor Walker el Director del Programa de Carbono del Centro de Investigación Climática Woodwell, no tardó en enfocar a su equipo de investigación para que buscaran respuesta a esta pregunta.
Un mapa para un futuro mejor
El estudio, que acaban de publicar en PNAS, nos ofrece una serie de mapas geoespaciales del potencial de nuestra tierra para almacenar carbono comparado con la verdadera actividad que tienen como sumideros. De esta manera, podemos comprender el margen de mejoría esperable en cada lugar y orientar nuestros esfuerzos para mejorar la situación de forma eficaz. Aunque, para ser más precisos, el estudio se centra en la tierra emergida, que, si bien sostiene a mucha vida fotosintética, supone un sumidero menos potente que los océanos. El estudio apunta que, si mejoráramos el cuidado y la gestión de determinados espacios naturales, la Tierra podría almacenar 287 mil millones de toneladas de dióxido de carbono más de lo que almacena ahora mismo.
Un 78% de esta mejoría se concentraría en las plantas mismas (por ser más precisos, en biomasa leñosa). Por otor lado, el 22% restante sería almacenado en el suelo. Las cifras son bastante positivas, tanto que conviene tomarlas con cautela, no porque estén equivocadas, sino porque así funcionan las afirmaciones sorprendentes en ciencias: hace falta que varios experimentos independientes las confirmen. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) acaba de publicar su último informe y, precisamente, da una especial importancia a este tipo de medidas para fomentar los sumideros de carbono. Así pues, se une la atención mediática, el interés de las instituciones y los buenos resultados de las ciencias. Con algo de suerte, en unos años esta línea de investigación podría haberse convertido en una de nuestras mejores bazas para luchar contra el cambio climático.
QUE NO TE LA CUELEN:
- En las últimas semanas se han publicado varios estudios sobre sumideros artificiales. Estos se enfocan, sobre todo, a sustancias capaces de comportarse como los organismos fotosintéticos y que, a ser posible, produzcan moléculas útiles para otros fines.
REFERENCIAS (MLA):
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