
Ciencia
El cáncer está aumentando en animales de todo el mundo y podría ser por esto
Un nuevo estudio repasa las causas detrás del aumento de enfermedades crónicas en animales domésticos y salvajes

Es muy posible que no lo hayas oído todavía, pero animales de todo tipo alrededor del mundo están experimentando un aumento de cánceres y otras enfermedades crónicas, como la diabetes, la artritis… Una investigación científica recientemente publicada en la revista Risk Analysis ha calificado la situación como una “crisis” y, en gran medida, la hemos causado nosotros. Una crisis que, en realidad, nosotros también estamos viviendo desde hace muchas décadas. En estudio, la doctora Antonia Mataragka de la Universidad Agrícola de Atenas, ha analizado repasa algunos de los casos más sangrantes y sus principales causas para, con ellas en mente, proponer un sistema de vigilancia que nos ayude a controlar la situación y a comprender mejor qué está ocurriendo.
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Y es que, entre un 50 y un 60% de los gatos y perros domésticos tienen sobrepeso, la osteoartritis afecta a un 20% de los cerdos criados en granjas intensivas y, si estás pensando que el problema se circunscribe a las especies domesticadas, me temo que entre un 15 y un 25% de la fauna silvestre de algunos estuarios presenta tumores hepáticos. Hablamos de cánceres gastrointestinales en ballenas belugas, problemas cardiacos en salmones de piscifactoría y tumores en tortugas marinas… Un panorama preocupante en el que no solemos reparar y cuyo origen podemos trazar hasta un puñado relativamente pequeño de causas.
La genética
Basta con echar la vista atrás ayudados por Google imágenes y buscar cómo eran antes las razas de perros que ahora nos parecen tan “instagrameables”. Generación tras generación, los hemos convertido en caricaturas de lo que eran.
Son el caso más extremo de lo que hemos hecho con las especies domesticadas: seleccionarlas para que potenciar rasgos hasta el absurdo, sin importarnos qué otras consecuencias pudieran tener el crecimiento desmedido de lana, la producción desaforada de leche o, si hablamos de perros, un sinfín de rasgos supuestamente estéticos que veríamos con ojos muy diferentes si se presentaran en humanos: morros chatos, prognatismo, cráneo abombado, caderas caídas, tamaños diminutos… Les hemos provocado todo tipo de patologías respiratorias, cardiacas e incluso gota.
El ambiente
Ahora que vivimos en ciudades donde el sedentarismo es la norma y donde podemos acceder a más alimento del que es físicamente posible ingerir, la obesidad y la diabetes se han disparado. Y, aunque no pensemos mucho en ello, nuestros animales domésticos también se ven afectados por ese mismo estilo de vida. En los pisos modernos se mueven menos y la falta de espacios verdes son parte del problema.
Porque, pensar que la actividad de un animal se puede concentrar en los tres momentos diarios en que lo sacamos a pasear es poco realista. En humanos, el ejercicio de baja intensidad distribuido a lo largo del día es clave para la salud y cada vez hay más estudios que demuestran los beneficios de pasar de pie la mayoría de las horas que estamos despiertos.
La industria
Así es como llegamos a los últimos dos culpables, los sospechosos habituales que no podían faltar en la lista: la contaminación y el cambio climático. Porque, por ejemplo, el caso de tumores hepáticos en estuarios se da, concretamente, en aquellos contaminados con hidrocarburos aromáticos policíclicos y bifenilos policlorados, en definitiva: contaminantes industriales. Los contaminantes que no han sido correctamente tratados, en el aire y en los acuíferos, pueden ser en parte responsables de algunas de estas enfermedades crónicas.
Por otro lado, el cambio climático parece estar provocando enfermedades crónicas en algunas especies acuáticas, como es el caso de las tortuga marinas y ciertos peces que están experimentando un aumento de los tumores. Concretamente, debido al aumento de la temperatura de los océanos y a la degradación de los corales (por el calentamiento del agua).
La reacción
Pero lo que realmente interesa a Antonia Mataragka, al menos en su último estudio, no son las causas, sino la estrategia que podamos desarrollar para detectar mejor estas enfermedades. Concretamente, propone un modelo de evaluación de riesgos basado en evidencias. “A medida que los cambios ambientales aceleran la aparición de enfermedades, la ausencia de sistemas de diagnóstico temprano retrasa aún más la detección de ENT en animales”, afirma Mataragka. “Mientras que organizaciones como la Organización Mundial de la Salud ofrecen datos extensos sobre la mortalidad por ENT en humanos, estadísticas detalladas similares para animales son escasas. Esto indica la necesidad de investigaciones más amplias y una vigilancia veterinaria mejorada para comprender y abordar estos problemas.”
Cuantos más casos conozcamos, mejor comprenderemos el problema, sus causas y las posibles soluciones tanto para los animales como para nosotros.
QUE NO TE LA CUELEN:
- Aunque nuestros hábitos juegan un papel importante en el aumento de las enfermedades crónicas, otra buena parte se debe a la mejoría de los sistemas de diagnóstico, que son capaces de identificar patologías que antes pasábamos por alto.
REFERENCIAS (MLA):
- Mataragka, Antonia. “The Growing Crisis of Chronic Disease in Animals.” Risk Analysis, Society for Risk Analysis, 11 Nov. 2025.
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