Problemas de memoria

Confirmado por un estudio científico: cada vez existe una mayor brecha social y los pobres son más pobres

Los problemas de memoria y concentración se disparan entre los más jóvenes en Estados Unidos, llegando casi a duplicarse en una década, mientras que, paradójicamente, descienden entre los mayores de 70 años

Mujer se sujeta la cabeza como si tuviera problemas de memoria longevidad envejecimiento cerebral
Mujer con problemas de memoriaFreepik

Resulta una paradoja difícil de ignorar. Mientras la lógica dictaría que los achaques cognitivos son cosa de la edad, lo que está ocurriendo en Estados Unidos dibuja un panorama completamente distinto. Allí son los más jóvenes quienes cada vez con más frecuencia aseguran tener problemas de memoria o de concentración, un fenómeno a la inversa del que se observa en sus mayores, ya que las tasas de estas dolencias entre los mayores de 70 años han experimentado un ligero descenso.

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De hecho, los datos de la última década confirman esta preocupante tendencia generacional. El porcentaje de jóvenes de entre 18 y 39 años que declaran sufrir alguna de estas dificultades casi se ha duplicado, pasando de un 5,1% en 2013 a un 9,7% en 2023. Esta percepción de deterioro se extiende por el conjunto de la población adulta, donde la tasa general ha escalado del 5,3% al 7,4% en el mismo periodo, evidenciando un notable aumento de las dificultades cognitivas autopercibidas.

Además, el análisis de las cifras revela que la brecha social parece jugar un papel fundamental en este asunto. Los incrementos más pronunciados se concentran en los grupos con menos recursos, especialmente entre aquellos con ingresos anuales por debajo de los 35.000 dólares y entre las personas con un nivel educativo más bajo. Esta correlación, según informa el medio ScienceAlert, sugiere que las condiciones socioeconómicas podrían ser un factor clave detrás de esta crisis silenciosa.

Una crisis de percepción sin diagnóstico clínico

No obstante, los propios investigadores advierten de una limitación importante a la hora de interpretar estos hallazgos. Todo el estudio se basa en encuestas telefónicas, lo que significa que los datos proceden de lo que los participantes declararon sentir, sin que mediara una evaluación médica profesional que confirmase un diagnóstico formal de deterioro cognitivo. Las cifras, por tanto, reflejan más una percepción extendida que una realidad clínicamente contrastada.

En cualquier caso, el hecho de que una porción creciente de la ciudadanía estadounidense sienta que sus capacidades mentales flaquean genera una inquietud social considerable. El informe también destaca que los adultos nativos americanos y de Alaska son los que reportan las tasas más altas de discapacidad cognitiva, y precisa que los datos excluyen a quienes ya padecían depresión. Aunque no se aventura a señalar una causa única, todo apunta a una compleja mezcla de factores sociales, estructurales y económicos que está erosionando el bienestar de la sociedad norteamericana.