
Curiosidades
El hongo que crece en Chernóbil y podría ayudarnos a sobrevivir en Marte, según National Geographic
Resiste la radiación, la convierte en energía y prospera donde casi nada más puede vivir. Lo han llamado "el hongo de las sombras" y podría ser clave para la exploración espacial

Cuando pensamos en lugares devastados por la mano del hombre, la zona de exclusión de Chernóbil suele ocupar un lugar destacado. Desde aquel accidente nuclear en 1986, sus ruinas permanecen como símbolo del desastre: árboles torcidos, ciudades fantasmas, fauna desaparecida. Pero incluso en este entorno extremo, la vida -de forma sorprendente- se abre camino.
Una de las manifestaciones más inesperadas de esta capacidad de adaptación es un hongo negro que no solo sobrevive a la radiación ionizante, sino que parece prosperar en ella. Su nombre científico es Cladosporium sphaerospermum, y según ha publicado National Geographic, este organismo podría ser clave para futuras misiones a Marte e incluso para nuevas aplicaciones médicas en la Tierra.
Un organismo que desafía las reglas conocidas
El hongo fue hallado creciendo en los muros de la antigua central nuclear de Chernóbil. Lo que más llamó la atención de los investigadores fue su comportamiento: en lugar de repeler la radiación, se siente atraído por ella. En zonas con mayor presencia de rayos gamma, el hongo crecía más rápidamente. ¿Cómo era eso posible?
La clave está en un pigmento que también está presente en nuestra piel: la melanina. En los humanos, actúa como un escudo ante los rayos UV. En este hongo, sin embargo, cumple un rol más ambicioso: capta la radiación ionizante y la transforma en energía química. A este proceso, algunos científicos lo han bautizado como radiosíntesis.
Radiosíntesis: cuando la radiación se convierte en alimento
Al igual que las plantas hacen la fotosíntesis para aprovechar la luz del sol, este hongo realiza una forma alternativa: la radiosíntesis. Absorbe la radiación peligrosa del entorno y la convierte en una fuente de energía que lo alimenta. De algún modo, Cladosporium sphaerospermum "se nutre" de lo que para otros seres vivos es letal.
Este fenómeno no solo ha fascinado a los científicos por su rareza, sino también por sus posibles aplicaciones. ¿Y si este hongo pudiera utilizarse como barrera viva contra la radiación en otros entornos extremos?
Un escudo natural para la vida en Marte

Fuera del campo magnético terrestre, los niveles de radiación aumentan peligrosamente. Uno de los grandes desafíos para colonizar otros planetas, como Marte, es precisamente proteger a los astronautas de esa amenaza constante. En 2020, investigadores decidieron llevar muestras de este hongo a la Estación Espacial Internacional, para ver cómo se comportaba en órbita.
Los resultados fueron prometedores: incluso una capa muy delgada (de unos 2 milímetros) era capaz de reducir de forma significativa la radiación del entorno. Esto ha llevado a plantear escenarios futuristas donde hábitats espaciales estén parcialmente cubiertos por este tipo de hongos, que actuarían como bioprotección autorreparable y viva.
También podría ayudarnos aquí en la Tierra
Pero los usos potenciales no se limitan al espacio exterior. En el ámbito médico, por ejemplo, se está explorando cómo aprovechar la melanina de este hongo para proteger a pacientes sometidos a radioterapia. También se estudian sus propiedades para desarrollar nuevos biomateriales sensibles a la radiación, e incluso sistemas de monitoreo natural en zonas contaminadas.
Aunque todavía estamos lejos de entender todo su potencial, una cosa está clara: este hongo ha abierto una nueva vía para pensar la relación entre vida y energía, incluso en condiciones extremas. Lo que comenzó como una curiosidad en un rincón oscuro de Chernóbil, podría algún día formar parte de nuestra estrategia para habitar otros planetas y mejorar el nuestro.
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