Salud
Banquete de carroña
Demuestran cómo los insectos aprovechan la carne corrompida descartada por carnívoros
Un equipo multidisciplinar de investigadores españoles, entre los que participa el Área de Ecología de la Universidad Miguel Hernández (UMH) de Elche, ha proporcionado por primera vez datos sobre cómo los insectos se reparten la carroña descartada por los carnívoros silvestres.
En un anterior trabajo, los investigadores demostraron que “perro no come perro”; es decir, que la mayoría de los carnívoros evita consumir los cadáveres de mamíferos carnívoros, especialmente si se trata de la misma especie. Según indican, este comportamiento es por un buen motivo: comer carroña de otro carnívoro incrementa la probabilidad de contraer patógenos que podrían amenazar su vida.
Ahora, los investigadores se plantean cómo el resto de especies aprovechan la carroña descartada por los carnívoros.Según sus conclusiones, publicadas en la revista ‘Plos One’, la aversión de los animales carnívoros a comer cadáveres de otros carnívoros brinda una excelente oportunidad a los insectos de poder acceder a ese alimento.
Para llevar a cabo este trabajo, los investigadores monitorizaron y estudiaron durante varios meses de 2016 un total de veinte cadáveres de zorro en dos regiones montañosas de Murcia. Vigilaron los cadáveres mediante cámaras automáticas de fototrampeo que se disparan al detectar movimiento.
Además, las carroñas fueron visitadas varias veces para estudiar la evolución de la comunidad de invertebrados carroñeros con el paso de los días. Por un lado, los resultados del trabajo mostraron que, aunque las cámaras detectaron varias especies de carroñeros vertebrados como el zorro, la garduña o el jabalí, el águila real fue la única especie que consumió parcialmente uno de los cadáveres.
Por otra parte, esta investigación demuestra cómo la ausencia de carroñeros vertebrados en las carroñas permitió la colonización del alimento por una diversa comunidad de insectos necrófagos (por ejemplo, algunas especies de moscas y escarabajos), omnívoros, depredadores necrófilos y parasitoides.
En concreto, observaron diecinueve familias de insectos dípteros, coleópteros e himenópteros. Entre los dípteros, los primeros colonizadores de los cadáveres fueron las conocidas moscas verdes o azules. Dentro de los coleópteros, se apreciaron siete familias, las más frecuentes, los sílfidos (conocidos como “escarabajos enterradores”, que generalmente son colonizadores secundarios que llegan a los cadáveres hasta dos semanas después de su muerte).
Finalmente, el orden de los himenópteros fue representado por adultos de la avispa común, una avispa parasitoide y varias especies de hormigas.
En el estudio, liderado por el investigador Marcos Moleón, de la Universidad de Granada, participan José Antonio Sánchez Zapata y Zebensui Morales Reyes, del Área de Ecología de la UMH, así como Daniel Martín Vega, de la Universidad de Alcalá y del Museo de Historia Natural de Londres (Reino Unido), y Carlos Muñoz Lozano, Carlos Martínez-Carrasco y Moisés Gonzálvez, de la Universidad de Murcia.
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