Gastronomía

Cangrejos con pedigrí, crustáceos con pasaporte

Prestigiados más que nunca se han convertido en protagonistas de la restauración con credenciales gourmet

La degustación se convierte en una cascada de sabores como nos describe la fraternidad erudita de los anfitriones
La degustación se convierte en una cascada de sabores como nos describe la fraternidad erudita de los anfitrionesLa RazónLa Razón

Los cangrejos y crustáceos son uno de los rostros más conocidos de la gastronomía que contribuyen puntualmente a aflojar el yugo de ciertas sobremesas. Sin desviarse por caminos gustativos transversales y sin aduanas gastrónomas nos disponemos a vivir un jornada especial con los cangrejos como protagonistas con credenciales gourmet sin prescindir de sumisiones relevantes.

La exponencial ensaladilla de verduras con cangrejo real es aplaudida y avalada por los paladares cercanos y resulta más que acertada para convertirse en referencia inicial.

Recibimos con gran alborozo el cangrejo real rojo que rivaliza en busca del protagonismo cualitativo con su textura jugosa y un sabor dulce.

El cangrejo real que nos ofrecen queda interiorizado en los paladares como icono culinario donde el acompañamiento de la salsa de mantequilla clarificada implica una hipérbole culinaria que tiraniza el gusto. El cangrejo real rojo escrutado y prestigiado más que nunca se ha hecho un hueco gourmet y provoca el ascenso a la cumbre gustativa sin pisar ni siquiera los escalones del resto del menú.

Aunque nos ceñimos a las costuras de la degustación propuesta y aún quedan en la carta más atractivos que gozan de popularidad, no es ningún secreto que el oportunismo de los reconocidos cangrejos de río fritos con salsa de tomate y picante, procedentes del Guadalquivir, resucitado su consumo durante la ultima década, nos sirve para comprobar que los dedos se vuelven huéspedes continuos de la satisfacción. De receta popular a manjar nostálgico.

En estos momentos de extravío de cierta restauración, a causa del maldito COVID, sentimos el alivio de vivir una jornada como esta. La degustación se convierte en una cascada de sabores como nos describe la fraternidad erudita de los anfitriones, la asociación gastro-enológica (el Gran Colpet) y el restaurante La Principal donde nos demuestran cocinando con ponderada sabiduría e infinita paciencia que el cangrejo no tiene límites de maridaje con una duplicidad razonada.

El flechazo es evidente en este establecimiento como sutil muñidor de sobremesas especiales llenas de empatía y audacia. Una experiencia que además de brindarnos el gozo del reencuentro con amigos nos permite asomarnos al conocimiento culinario del cangrejo.

El irrenunciable centollo que figura en el solemne séquito de los crustáceos invitados no se resigna ni a ser un don nadie ni mucho menos a tener que rebajarse ante sus hermanos. La saga de los crustáceos funcionan así, buscan pescar afectos en cualquier caladero gastrónomo.

El final de la sobremesas se envuelve en un fino y conseguido arroz meloso de cangrejo que aquilata los sabores y no se resigna a ser un plato más.

Los obligados títulos de crédito y la inmediatez del final nos hace reconocer la excelencia del Cangrejo Real Rojo con partida de nacimiento verificada, por Arctic Crab capturado en el Mar de Bering y distribuido en Valencia por Frank Esquiu Marqués.

Solo hace falta emplear adjetivos y sustantivos como corresponde para evidenciar que el sorpasso gustativo es claro, lo que han unido los cangrejos con pedigrí y los crustáceos con libro de familia y pasaporte que no lo separe nadie.