El gallinero

Mónica Oltra, una estación más de su vía crucis

Serio dilema: aferrarse al cargo o dimitir en coherencia con lo que ella exigía al PP

Mónica Oltra comienza a recorrer otra estación de su vía crucis. No se sabe si acabará crucificada o tan solo, que no es poco, flagelada y coronada de espinas. Los cirineos y verónicas no le han librado hasta ahora de una pasión que nadie desea. Así se desprende del apoyo expresado ayer por el fiscal del TSJ de la Comunitat Valenciana de investigarla. No debió ser una noticia buena, porque significa que, conforme se recorren los pasos del proceso, se ratifica la existencia de indicios de delito en el caso de abusos sexuales a una menor tutelada por la Conselleria que ella dirige.

Los tres magistrados designados por el TSJ, antes de pronunciarse, darán traslado a las partes implicadas, las cuales verterán su opinión, tras lo que decidirán quedarse con la causa tal como comunicó el juez de instrucción al ver indicios de delito, o devolvérsela liberando del «affaire» a la vicepresidenta.

A partir del primer supuesto, se realizará prácticamente una segunda instrucción llamándola a declarar y a todos aquellos que resulte pertinente. Entonces determinarán la apertura o no de juicio oral.

En cualquier caso, Mónica Oltra tiene ante un sí un serio dilema: mantenerse aferrada al cargo o ser coherente con sus manifestaciones desde la oposición contra los cargos del PP en cuanto salía a la luz cualquier causa. Lo más razonable es ser consecuente, abandonar al menos la vicepresidencia, dedicarse por completo a su defensa y esperar a si podrá rehabilitarse para la cosa pública u olvidarse de ella. Así es la vida.