Gastronomía

Helados, el don de la causa común en verano

Culpable absoluto de nuestro vicio estival se camufla en tarrinas, copas, cucuruchos, sorbetes y cremas heladas como destilador universal de la felicidad llamada “Ice..dependencia”.

Los sabores y presentaciones tradicionales se combinan con las innovaciones más atrevidas
Los sabores y presentaciones tradicionales se combinan con las innovaciones más atrevidasLa RazónLa Razón

Asentado el verano y asumida la llegada del temido calor de julio nos rendimos al helado. En sus primeros compases adquiere todo el protagonismo y dedica su energía a justificar su presencia en terrazas y heladerías. La llamada hoja de ruta estival tiene un líder. Mientras los postres descansan los helados son vitalicios.

Hay que volver a pensar en el helado, sin eufemismos de sabores, sin categorizar el gusto. De modo que por la fuerza de las evidencias volvamos a creer en el helado artesano. Verdades elementales. Tan necesario es probar nuevas experiencias como evitar que la mudanza del gusto sea tan drástica que parezca una temeridad. Dicotomía entre el gusto y la oferta.

Variedad donde elegir
Variedad donde elegirLa RazónLa Razón

Las nuevas propuestas se asumen con naturalidad: horchata, cazalla y mojito, Aunque el chocolate sigue siendo el sabor estrella, nueces, frutos secos, kiwi, menta, coco, maracuyá, zanahoria incluso los quesos se han hecho su hueco en el mercado. El mundo del helado tiene un lenguaje nuevo que conjuga tradición y modernidad. Las nuevas opciones no suponen una voladura controlada de los gustos ya que el axioma principal del helado es el pluralismo de sabores como culpable absoluto de nuestro vicio estival, camuflado en tarrinas, copas y cucuruchos, como destilador universal de la felicidad llamada “Ice...dependencia”

Los maestros heladeros mantienen un compromiso presencial con los helados en forma de sorbetes y cremas heladas en sus cartas. Ante la llegada del verano muchas preguntas afloran sobre el helado. Origen incierto, invento chino, matiz persa. Nerón, el dulce emperador, amante de los sorbetes. Alejandro El Grande y Marco Polo como distribuidores pioneros de tan “Magnum” invento. Al final como siempre, mientras ingleses y franceses discuten su autoría, un italiano, siciliano de nacimiento, se adjudica el invento. Francesco Procopio dei Coltelli abre en París el Café Procope a finales del XVIII. Más tarde, el helado de paleta aparece en Italia a principios del siglo XX y hace el resto.

La mistificación de las heladerías clásicas guía el automatismo del gusto gracias al cual cada uno elige el sabor deseado. Entre dudas y misterios alteramos el paso gustativo. Bipolaridad resuelta. Duopolio de sabores favoritos. Heladerías Linares (Plaza de La Reina, 6) y Helados Glasol ( Av. Reino de Valencia, 22). Con voluntad planeada, visitamos nuestras heladerías de cabecera en busca de la crema helada soñada. La búsqueda del helado artesano, nos arroja a sus mostradores.

Con la paciencia de un cliente sin reloj, analizamos la carta, sólo disponemos de una oportunidad. Si nos movemos a destiempo nos quedamos fuera del encuadre del sabor. El helado artesano conserva toda su vigencia. La llegada de nuevas tendencias en forma de yogurt supuso el inicio de una mini etapa de oscurecimiento sobre los otros helados clásicos, clientes sin memoria y cómplices con el cambio. Afortunadamente la amnesia del sabor es de corta duración.

Los maestros heladeros se transforman en “headhunters”

Los helados tienen rostro y múltiples caras. Prometen experiencias nuevas. Hay una impresión inequívoca: El helado compite consigo mismo. Los maestros heladeros se transforman en “headhunters” en busca de nuevos sabores, aunque no están dispuestos a dar sepultura a los clásicos. Nos lanzamos a reivindicar el café granizado acompañado de una bola de helado. Con un paisaje de fondo digno de postal, en una terraza cercana a la playa del Postiguet (Alicante), como centro de referencia, nos sometemos a un test gustativo e hidratante.

Hay productos que forman parte de nuestro carrito del gusto desde siempre y a los que rara vez prestamos demasiada atención. El blanco & negro se convierte también en una obsesión estival que nos ofrece una ventajosa relación entre el café y el helado al combinarse sin escatimar sabores. La bola de helado merodea al granizado mientras se filtra el dulce en busca del gusto referencial del café premium.

No hay noche estival que no soñemos con volver a deslizar nuestros paladares por terrazas míticas. La explanada de Alicante nos garantiza el avistamiento de heladerías clásicas que suman aún más atractivos con fórmulas clásicas y novedosas. Hay ejemplos cotidianos oportunos como el Kiosco Peret (Paseo de la Explanada, Alicante) donde encontramos al interlocutor ideal. Blanco & Negro. Amor a primera vista, donde el café granizado sirve como telón de fondo al arte helado de la leche merengada.

El blanco y negro brilla con luz propia entre paladares viajados que saben apreciar todos los matices del café granizado y su inseparable bola de helado. Otros buscan nuevas fórmulas que despiertan nuevos sabores y sensaciones. Ya se sabe, quien no arriesga, no gana...ni se divierte por el camino. Helados, el don de la causa común en verano