Violencia de género

“Mamá, me mata”, las últimas palabras de una mujer que lleva un año en coma tras recibir una paliza de su pareja

El Ministerio Fiscal considera que el presunto agresor solo dejó de golpearla cuando creyó que ya había muerto

Comienza el juicio por el asesinato en 2007 del exalcalde de Polop (Alicante)
El juicio se celebrará en la Audiencia de AlicanteJoaquín ReinaEuropa Press

“Mamá, me mata”, son las últimas palabras que pronunció Celia, una mujer que sigue en coma desde hace más de un año tras recibir una paliza de su pareja sentimental. Así lo ha contado hoy en el juicio la madre de la víctima en la sesión del juicio que ha comenzado hoy en Alicante.

La mujer está desde agosto de 2021 postrada en una cama en estado vegetativo permanente después de ser golpeada y estrangulada por, presuntamente, su pareja sentimental en una vivienda de Alicante. Tuvo tiempo de llamar a su madre en el último momento para avisarle de que el hombre estaba a punto de matarla.

Así lo ha asegurado la madre de la víctima durante el juicio que ha arrancado este viernes en la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Alicante contra el hombre y supuesto agresor, Francisco Javier, de quien la fiscalía cree que la noche del 30 de agosto de 2021 y por motivos desconocidos pegó a Celia y a continuación usó las cortinas del dormitorio para hacer dos nudos y dos vueltas más alrededor del cuello para matarla, según relata Efe.

El ministerio público y la acusación particular que ejerce la madre consideran que sólo cuando pensó que Celia había muerto, paró de agredirla y la dejó colgada de la cortina hasta que, unos minutos después y alertados por la madre, llegó la Policía Nacional y los agentes lograron reanimarla para evitar la muerte, aunque desde entonces no ha recobrado la consciencia por severos daños en el sistema nervioso central, motor y sensitivo, que la mantienen en estado vegetativo permanente en una cama del hospital de crónicos de San Vicente del Raspeig.

En su turno de defensa, el acusado ha explicado que ambos se habían conocido unas semanas antes en una unidad de salud mental porque los dos eran pacientes psiquiátricos y ha negado ser el culpable del estrangulamiento en un episodio que él explica como un “intento de llamar la atención” por parte de la víctima.

Ha relatado que esa madrugada ella estaba disgustada con él porque había bebido dos o tres cervezas, además de tomar pastillas, y que se encerró en el aseo para llamar a su madre antes de dirigirse al dormitorio y usar las cortinas para, ella misma, hacerse un nudo en torno al cuello.

El acusado ha añadido que al darse cuenta poco después de lo que sucedía, cogió un cuchillo de la cocina para, sin éxito, tratar de liberar el cuello de las cortinas y que llamó varias veces al 112 antes de que llegara la Policía. A preguntas de su abogada, también ha comentado que él “no era dueño” de sus actos por la ingestión de medicamentos por su tratamiento de esquizofrenia y trastorno de personalidad.

Este relato choca con lo contado por la madre de Celia (que deja dos huérfanos de una pareja anterior), que ha asegurado que un día antes él confesó delante de ella que ya había intentado matar en una ocasión a su hija, de quien pese a todo ha admitido que quería seguir con él.

De la noche del suceso, ha indicado que su hija le llamó desde la casa de la calle Farmacéutico Agatángelo Soler en el momento en el que él la pegaba, incluso ha sostenido que a través del teléfono escuchaba la respiración fuerte y jadeos del hombre mientras la ahogaba, y que su hija le decía: “mamá, sube que me mata. No me pegues más, Javier”, antes de que la llamada se cortara y no volviera a establecerse comunicación.

Los policías que llegaron al lugar pocos minutos después han relatado que creen que ella no pudo haberse hecho dos nudos alrededor del cuello y dos vueltas más de la manera en que estaban, ni tampoco podría haberse colocado en la posición en la que se hallaba.

Además, han explicado que el hombre estaba plenamente consciente hasta el punto de que les indicó el cuarto donde estaba la mujer antes de ponerse en actitud “chulesca y agresiva” hacia los agentes, que tuvieron que reducirle.

La fiscalía pide 10 años y 9 meses por homicidio en grado de tentativa y lesiones y una indemnización de 400.000 euros por las secuelas, 25.000 por lesiones y 20.000 más por cada año en que siga en estado vegetativo, cifras que la acusación eleva a 600.000, 25.000 y 50.000, respectivamente.