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Amamantando la vida

Alergia de los lactantes a la leche de vaca, ¿qué hacer?

Los síntomas más frecuentes suelen ser cutáneos

Lo recomendable es que la madre retire esta proteína de su dieta La Razón

Las proteínas de la leche de vaca son uno de los antígenos que con mayor frecuencia pueden producir reacciones de hipersensibilidad en los bebés. Estas proteínas pueden pasar al bebé por medio de la leche de fórmula, pero también en el lactante amamantado, debido a los productos lácteos que ingiere la madre, estas moléculas grandes de las proteínas pueden llegar a la leche humana casi intactas e incomodar a algunos bebés que presentan cierta sensibilidad, manifestando en ellos algunos síntomas

Aunque comparado con los bebés no amamantados solo dos o tres de cada mil lactantes alimentados con leche materna, de forma exclusiva, presentan una reacción alérgica de este tipo, dado que el nivel de proteínas de leche de vaca presentes en la leche materna es menor.

La alergia a las proteínas de leche de vaca (APLV) se produce por una reacción del sistema inmunitario a alguna proteína presente en la leche (caseína, la alfa-lactoalbúmina y la beta-lactoglobulina), este las identifica como una sustancia peligrosa y en consecuencia produce anticuerpos especiales que son los que desencadenaran la reacción alérgica.

A grandes rasgos, podemos decir que esta reacción puede producirse por dos tipos de mecanismos diferentes, uno al que llamaremos intolerancia a las proteínas de leche de vaca (término que actualmente está en desuso y ha sido sustituido por alergia a las proteínas de leche de vaca no mediada por anticuerpos IgE) y la otra alergia a las proteínas de leche de vaca (alergia a las proteínas de leche de vaca mediada por anticuerpos IgE).

En el caso de la alergia a las proteínas de leche de vaca, los síntomas suelen aparecer de forma inmediata tras la ingesta del alimento, los más típicos suelen ser cutáneos, como enrojecimiento de la piel. Generalmente comienzan alrededor de la boca del pequeño, aunque se puede extender a todo el cuerpo incluso acompañarse de urticaria e hinchazón de labios, parpados.

También pueden darse síntomas digestivos como vómitos o dolor abdominal y rechazo al alimento. Todo ello puede hacer que el bebé esté mucho más irritable. Mientras que la intolerancia a las proteínas de leche de vaca el diagnóstico es más complicado ya que los síntomas son menos evidentes y no aparecen inmediatamente tras la ingesta y tardan más tiempo en desaparecer.

Los síntomas de esta alergia suelen ser únicamente digestivos, vómitos o diarera mucosa, con o sin sangre junto con otros signos como que el bebé no engorda, de igual forma estos lactantes suelen estar más irascible.

Sobre este punto hacer un inciso y resaltar que no debemos confundir la APLV, con la intolerancia a la lactosa (azúcar de la leche), este no se trata de un mecanismo inmunológico y es muy raro y grave en los bebés menores de un año, ya que la leche humana está llena de lactosa, y la naturaleza se asegura que los bebés puedan digerirla.

Si un lactante amamantado presenta manifestaciones de APLV, no debe de interrumpirse la lactancia materna, lo recomendable en estos casos es que la madre retire de su dieta todos los alimentos que puedan contener proteínas lácteas (leche, queso, nata, mantequilla…), también tener cuidado con la leche de otros animales como oveja y cabra, al compartir muchas proteínas similares con la leche de vaca.

Igualmente, prestar atención a los productos elaborados que puedan contener este tipo de proteínas, por lo que es fundamental leer las etiquetas de los productos a fin de detectar si contienen lácteos ocultos, estos pueden estar presentes en muchos alimentos como por ejemplo el pan, cereales, productos procesados como salsas, etcétera.

Del mismo modo, la soja es otro alimento susceptible de producir alergias, ya que alrededor de la mitad de los bebés con APLV lo son también a la soja. Además, otros alimentos que comúnmente pueden causar reacciones alérgicas a través de la leche materna, son algunas frutas cítricas, fresas, huevos, pescado, marisco, nueces, cacahuetes, trigo maíz y chocolate.

Posiblemente las madres cuyos lactantes presenten algún síntoma relacionado con la APLV se pregunten si deben de retirar de la dieta todos los alimentos mencionados. En contestación a ello el primer paso es retirar la leche de vaca y sus derivados. Aunque la madre deje de tomar lácteos puede obtener el calcio de otros muchos alimentos como el brócoli, lentejas, anchoas, sardinas en lata, almejas, mariscos, calamares y carne, de modo que no es imprescindible tomar leche y derivados para mantener los huesos fuertes y mucho menos tomar leche para fabricar leche.

En cuanto al tiempo que hay que esperar desde que la madre retira la leche y derivados de su dieta y ver la mejoría en el lactante, es muy variable y puede ir desde unos pocos días a varias semanas, dependiendo del tipo de APLV. La mayoría de los casos mejorarán dentro de un periodo de 3 a 4 días. no obstante, lo recomendable es esperar 21 días porque es el tiempo que tarda las proteínas en eliminarse completamente. Resulta complicado hacer una dieta excluyendo a la vez todos estos alimentos mencionados.

En este tipo de dietas de eliminación extremadamente restrictivas, es importante que la madre reciba ayuda y asesoramiento de un especialista en nutrición, a fin de asegurar un adecuado consumo de nutrientes. Y en el caso de retirar de la dieta todos los alimentos susceptibles de producir alergia en el lactante, la madre puede ir introduciendo los alimentos de uno en uno esperando un tiempo suficiente (mínimo una semana) a fin de detectar recurrencias sintomáticas en el lactante.

En el caso de que los síntomas de la alergia reaparezcan, se retira el alimento recién agregado, siendo probable que sea este el alimento causal.

La lactancia materna debe ser alentada en todos los lactantes incluso en aquellos que presentan manifestaciones de alergia a la proteína de leche de vaca. La leche materna exclusiva hasta los 6 meses de edad, evitando la introducción de leche de vaca y sus derivados antes de los 12 meses, especialmente en niños/as de alto riesgo de alergia, es decir, con antecedentes de alergia en familiares de primer grado, es la mejor forma de disminuir la APLV y otras alergias alimentarias.

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