Historia

Lo Rat Penat nació en el icónico pabellón municipal de la Feria de Julio

En 1870, el Ayuntamiento de Valencia decidió crear la Feria de Julio y ocho años después nació la sociedad en defensa de la lengua valenciana

Lo Rat Penat nació en el icónico pabellón municipal de la Feria de Julio
Lo Rat Penat nació en el icónico pabellón municipal de la Feria de JulioLA RAZÓN

En 1870, el Ayuntamiento de Valencia decidió crear la Feria de Julio, montando un pabellón que se convirtió en un lugar de encuentro y reunión de artistas, literatos, políticos y gentes de la alta sociedad durante las noches de la Feria de Julio

La calurosa noche del 31 de Julio de 1878 en él nació Lo Rat Penat alumbrada por un grupo de poetas y enamorados de su tierra: Constantí Llombart, Pascual y Genía, Josep Bodría, Josep Sanmartín, Rafael Ferrer, Jacinto Labaila, Teodoro Llorente, Félix Pizcueta.

La idea crear una sociedad de recuperación y exaltación de la Lengua e Historia Valencianas partió de Constantí Llombart, nombre artístico del escritor Carmel Navarro Llombart, quien en la sesión inaugural de la nueva entidad pronunció un discurso bajo el título de "Excel-lències de la llengua llemosina”. De las reuniones de estos literatos e intelectuales nacerían también los Juegos Florales de la Ciutat e Regne de Valencia y hasta la misma Batalla de Flores.

Llombart fue el primer presidente de la entidad y estuvo en el cargo de 1878 a 1895. Le siguieron Félix Pizcueta, Teodoro Llorente, Jacinto Labaila, Rafael Ferrer, Vicente Pueyo, Fernando Reig, Cirilo Amorós. Pascual Frígola, Luís Cebrián, eran aquellos hombres de gran talla intelectual y en el cargo estaban sólo uno o dos años, no se apoltronaban, ni se agarraban desesperadamente al sillón. Daban lo mejor de sí y pasaban el testigo a otros que aportaran más bríos y saberes.

El pabellón ferial del Ayuntamiento se deterioró mucho y la Corporación en 1926 decidió tener otra, pomposo y majestuoso, a impulsos del alcalde Luís Oliag. Costó 200.000 pesetas. Sus diseñadores fueron Víctor Gosálvez, Angel Romaní, Bernardo Gómez y Carlos Cortina.

El pabellón, que se desmontaba una vez finalizada la feria, se componía de tres cuerpos de planta circular e independiente, unidos por cuatro entrepaños de cristal policromado. Sobre una terraza de 14 por 33 metros y sostenido por pilastras, el pabellón tenía dos grandes escalinatas monumentales que daban acceso a las terrazas donde se celebraban recepciones, banquetes y bailes amenizados por la banda municipal y donde los invitados acudían vestidos de smoking cada noche.

Asimismo, la tribuna también tenía 12 farolas decorativas formadas por cuerpos femeninos de dos metros de altura con ramos de estilo valenciano en forma de racimo con cincuenta bolas de cristal que daban la bienvenida a los invitados.

A parte de los muchos elementos decorativos y alegóricos en los que Cortina puso especial esmero, destacaba en el centro de la parte exterior de la cornisa un gran escudo de València con guirnaldas, corona y adorno de flores. En el remate de las cúpulas, a modo de linterna con tres metros de altura, ondeaba la bandera nacional con un asta de cuatro metros en la cúpula central y en los laterales dos banderas regionales dispuestas una a cada lado.

El gran salón estaba amueblado con mobiliario renacentista español, con cuatro sofás, doce sillones tapizados de terciopelo oro viejo con escudos de la ciudad bordados a los respaldos y una gran mesa presidencial.

El pabellón fue seña de identidad, icono y símbolo de la Feria de Julio hasta el año 1972, última fecha en la que se pudo disfrutar de él en l’Albereda. En 1964, el pabellón pudo verse en la película “El fabuloso mundo del circo”.

En 1973 se trasladó a los Jardines del Real para su exposición, pero el abandono que sufrió y un fuerte vendaval en Viveros acabaron con la gran estructura en 1981. Los restos del pabellón fueron llevados al almacén municipal del entonces casi abandonado monasterio de san Miguel de los Reyes donde feneció definitivamente.

Por este tiempo, la Falla Plaza Lope de Vega reproduciría el pabellón en su monumento con gran éxito como homenaje y recuerdo al pabellón desaparecido, siendo una Falla muy visitada y admirada por propios y extraños..