La última carta de Lorca: “Yo quiero dar agua para tu fuego”
Sobre los últimos años de vida del poeta quedan muchas cosas por conocerse, como la última carta que escribió en vida y que publicamos íntegra por primera vez
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El 10 de mayo de 2012 el poeta Juan de Loxa llamó a primera hora al autor de estas líneas porque quería contarme algo que había guardado en secreto durante años. Ese día, "El País” presentaba la historia de Juan Ramírez de Lucas, el que parece que fue el último amor de Federico García Lorca. “Víctor, te tengo que explicar algo” y me habló de cuando dejó la dirección del museo-casa natal del autor de “Bodas de sangre” en Fuente Vaqueros, en noviembre de 2005, para instalarse en Madrid. Un día alguien le dijo que habían preguntando por él con cierta insistencia, rogando que se pusiera en contacto cuanto antes. Ese alguien era precisamente Juan Ramírez de Lucas con quien finalmente se acabó reuniendo en un bar madrileño. Juan de Loxa no sabía nada de su historia y Ramírez de Lucas se le presentó como un admirador de la obra de Lorca, curioso por saber sobre la relación que el poeta había tenido con un joven granadino llamado Eduardo Rodríguez Valdivieso durante los años republicanos. Loxa le contó a grandes rasgos lo que sabía sobre esa amistad, sobre cómo Lorca se enamoró del chico, sobre las cartas que le escribió y que luego donó al museo-casa natal de Fuente Vaqueros… Unos días más tarde, Ramírez de Lucas, agradecido por aquella conversación, le envió unos poemas que él había escrito dedicados a varios pintores, entre ellos Dalí. No volvieron a contactar y Ramírez de Lucas murió cinco años más tarde. “Víctor, creo que él quería saber si Federico lo engañaba con Rodríguez Valdivieso. ¿No te parece? Por eso se reunió conmigo y no me dio ni un detalle de su historia”. Tenía razón.
Mucho se sigue especulando todavía sobre la que podría ser la última relación de Lorca, en parte porque no conocemos el diario que Ramírez de Lucas reescribió poco antes de morir sobre el tiempo que pasó con el poeta. Tampoco se han publicado la totalidad de los documentos, aunque poco a poco algunos empiezan a ver la luz en su integridad. Es el caso de la siguiente carta, publicada parcialmente en su momento por “El País” y por Ian Gibson en su monumental biografía de Lorca, pero que no había sido reproducida en su totalidad hasta hoy. Gracias a una nota del receptor de la misiva sabemos que es una “carta de Federico, recibida en Albacete el día 16 de julio de 1936. No pudo ser contestada, la Guerra Civil se interpuso inevitable”. Muy probablemente dos días antes, recién llegado a Granada desde Madrid, redacta este extenso documento, el último conocido de su puño y letra y que ahora, por primera vez, podemos leer en su totalidad. Dice así:
En aquel momento de su vida, Lorca mantenía dos relaciones sentimentales simultáneamente. La más longeva era la que compartía con Rafael Rodríguez Rapún, secretario de la compañía teatral universitaria la Barraca que dirigía el granadino. Gracias a los papeles personales del pintor José Caballero sabemos que el poeta pasó su último día en Madrid con Rapún antes de tomar el tren que lo llevó a Granada, a lo que sería su muerte segura. Por el otro lado estaba Juan Ramírez de Lucas, un jovencísimo actor de la compañía Anfistora y futuro crítico de arte en “Abc”, y entre mayo y julio de 1936 una de las obsesiones de Lorca.
Al autor del “Romancero gitano” le preocupaba la idea de que llegara al muy conservador padre de su amante rumores sobre aquella historia. Era un hecho que sabía podía afectar a Ramírez de Lucas por lo que quería que confiara en su padre. Pero él mismo temía que su homosexualidad pudiera ser conocida por su propia familia, algo que viene a probar el final de la carta cuando pide a Juan que escriba a otra dirección, la de su entonces cuñado Manuel Fernández Montesinos que también moriría asesinado el 15 de agosto de 1936. El día después, Lorca era arrestado en Granada perdiéndose su rastro para siempre al ser ejecutado en algún lugar entre Víznar y Alfacar.
Juan Ramírez de Lucas llevó en silencio el recuerdo de los días pasados con Lorca. Sí se hizo amigo de algunos nombres destacados en la biografía del granadino, como Dalí, Luis Rosales o, especialmente, Gregorio Prieto. Incluso en agosto de 1978 publicó un extenso reportaje en “Abc” sobre una visita realizada a la Huerta de San Vicente, la casa granadina de su amigo, a donde había llegado gracias a la mediación de la sobrina de Manuel de Falla. Allí pudo conocer por fin a los familiares del poeta, pero sin contar nada sobre lo vivido en su juventud con aquel que marcó su vida.
EXPERTOS OPINAN
Alberto Conejero, dramaturgo y poeta: “Es un acontecimiento extraordinario la publicación íntegra de la que quizá es la última carta de Lorca; porque permite ponderarla sin la intención sensacionalista de su primera comunicación parcial, aquí vemos al hombre, al poeta, al ciudadano, al amigo. Parecen líneas escritas para la España de hoy”.
Ian Gibson, historiador, autor de varias obras sobre García Lorca: “Cualquier papel reencontrado de un gran poeta, por poco relevante que parezca al principio, puede tener una importancia trascendente. Es el caso de los de Lorca guardados por Juan Ramírez de Lucas, hasta el fin de sus días, en un silencio de pozo sin fondo. Tanto el poema dedicado al joven rubio de Albacete por el poeta cuanto la contestación de este a la última carta del amado –escrita en julio de 1936 a las pocas horas de volver a Granada- dan fe de la intensidad de la relación que los unía y de la cual no sabemos apenas nada. Son poquísimas las informaciones orales al respecto procedentes de los amigos de ambos, y la familia de Ramírez de Lucas se obstina en no hacer público su diario íntimo. Situación desesperante para los que reverenciamos la obra de Lorca y queremos saber todo lo posible acerca del ser irrepetible capaz de haberla creado... ¡en solo veinte años! Celebro, pues, que LA RAZÓN publique estos textos en la cuidada edición de Víctor Fernández, infatigable investigador del mundo del genial granadino”.
Lluís Pasqual, director teatral: “En esa carta todo se aguanta. Se nota que está escrita desde el corazón. Es una carta que viene directamente de las venas, de la oscura raíz. Es un documento excepcional. Sabiendo quién era él, ¡cuánto amor hay en sus frases! Sin saber quién era él, ¡es una maravilla! ¡Cuánta fuerza tiene! ¡Cuánta fidelidad!