Guillermo Arriaga gana el Premio Alfaguara con una historia sobre «las probabilidades de redención del amor»
Su novela «Salvar el fuego» es una reflexión sobre «los dos Méxicos» que conviven hoy, el marcado por el narcotráfico, la violencia y las desigualdades sociales, y el que disfruta de las ventajas económicas
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Guillermo Arriaga ha ido forjándose una doble carrera de manera paralela: una cinematográfica y otra literaria, pero que arrastran un denominador común y fácilmente distinguible: las suyas son unas historias de una enorme intensidad amasadas con un lenguaje crudo, filoso, de verbos acerados, que casi cortan, y unos personajes endurecidos por la sociedad que surgen de unas situaciones fronterizas que los llevan hasta unos extremos donde los valores y principios se ponen a prueba a sí mismos. Con «Salvar el fuego», que ha obtenido Premio Alfaguara 2020, el narrador y guionista –sobre todo conocido por el gran público por su trabajo en filmes como «Amores perros», «Babel» o «Los tres entierros de Melquiades Estrada»– ha ahondado en esta senda de marcado acento personal para mostrar «este México escindido». Para el autor, «se han creado dos México separados y los dos me interesan. Vivo en un pueblo a veinte kilómetros de la frontera, que es un espacio que conozco desde niño. Paso mucho tiempo aquí, donde reside la gente más buena que conozco, es generosa. Pero eso también me ha permitido ver cómo ha crecido el narcotráfico y presenciar cómo se han metido poco a poco las rancherías. Estos sucesos me han ofrecido la oportunidad de conocer muy bien la otra cara de este país. Aquí he presenciado la desesperación de numerosos campesinos y de un alto número de personas que se han ido quedado sin trabajo ni espacios laborales por un paulatino proceso de degradación. Esto es lo que quiero presentar en la novela: estos dos Méxicos contrastados».
El jurado se decantó por «Salvar el fuego» por «ser una obra polifónica que narra con intensidad y con excepcional dinamismo una historia de violencia en el México contemporáneo donde el amor y la redención aún son posibles. El autor se sirve tanto de una extraordinaria fuerza visual como de la recreación y reinvención del lenguaje coloquial para lograr una obra de inquietante verosimilitud. Los distintos planos narrativos tienen como hilo conductor el cuerpo humano, motivo de celebración y expuestos a numerosos excesos». Después de esta introducción a esta obra, con mimbres de western moderno, que se desarrolla entre instituciones decadentes y donde la individualidad resulta crucial para el desarrollo del texto, el autor aclaró que la protagonista es Marina, la heredera de una gran fortuna y que está casada con un marido que disfruta de un gran éxito en las finanzas. Pero, por otro lado, hay un personaje tejido con oscuridades que viene del extremo opuesto de la sociedad. «Me parecía interesante cómo se juntaban estos dos escenarios y explorarlos».
«Contradicciones humanas»
La novela se narra entre primera, segunda y tercera persona, y, según explicó Guillermo Arriaga, que se declaró un «adicto a la escritura, a la que dedico entre ocho y diez horas diarias», lo más relevante de una trama, lo que más le atrae, son «las contradicciones de la condición humana». Y precisamente sobre este río subterráneo de las paradojas edifica su narración, que, como en otras anteriores, tienen una fuerte impronta lingüística. «La ventaja de residir en el monte, hablando con campesinos, es que pude hacer la síntesis de dos formas de hablar. Quise explorar palabras, neologismos y el lenguaje de clase alta, el de un hombre con deseo de labrarse un lenguaje culto hasta ese otro personaje que se desenvuelve con una lengua común».
Pero Guillermo Arriaga, sobre todo, ha desarrollado el devenir de una relación: «El amor salva la sociedad, sobre todo, las nuestras. El amor, el que sea, romántico o de cualquier otro tipo, nos enseña las probabilidades de redención. Mi libro es una reflexión sobre el amor». A partir de esos planos narrativos, el autor traza una acertada metáfora del «México actual, violento y despiadado».