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Cultura

Hitler, arderás en el infierno

El museo de Historia Alemán, en Berlín, expone una obra emblemática de George Grosz, considerado por elnazismo “artista degenerado”, protagonizada por el Führer

Pintura de 1944 "Caín o Hitler en el infierno", de George Grosz, en el Museo Histórico Alemán en Berlín, Alemania.
Pintura de 1944 "Caín o Hitler en el infierno", de George Grosz, en el Museo Histórico Alemán en Berlín, Alemania.Jens MeyerAP

George Grosz (1893-1959) es, sin duda alguna, uno de los artistas más incandescentes e irreverentes de las vanguardias. Junto con Johannes Baader fue el más radical de los dadaístas berlineses, haciendo del arte una plataforma privilegiada para el desarrollo incansable de su activismo político. Aunque la tendencia a la hipérbole de cierta historiografía, ha tendido a establecer una conexión íntima entre Dadá Berlín y el marxismo, lo cierto es que Grosz fue uno de sus escasos representantes que se afilió al Partido Comunista. La destrucción de los valores burgueses fue el objetivo perseguido incansablemente por Grosz durante toda la carrera. De ahí que, en 1932, y ante el despegue imparable del nazismo, fuera uno de los primeros artistas en abandonar Alemania, rumbo a los Estados Unidos.

En 1944, un año antes de finalizar la Segunda Guerra Mundial, Grosz ajustó cuentas con Hitler pintando una de las piezas más célebres y emblemáticas de su período americano: “Caín o Hitler en el infierno”. Los herederos de Grosz han adquirido este cuadro que, desde este momento, pasará a exponerse en la nueva colección permanente que acaba de presentar el Museo Histórico Alemán de Berlín.

Secarse el sudor

Debido a ello ha sido devuelta a la actualidad esta pintura, en la que Grosz se propuso someter al líder Nazi a los estragos de una culpa que jamás llegó a sentir. En su habitual estilo expresionista, con colores encendidos y una pincelada que parece golpear el lienzo, el artista idea una composición en la que Hitler aparece en primer término, con los ojos tornados por el tormento, y con la mano derecha intentándose secar el sudor que le provoca el fuego infernal. A sus pies, un ejército de cadáveres reducidos a esqueletos, se amontonan como queriendo ascender hasta el campo de visión del genocida.

Esta plétora de esqueletos -las víctimas de su demencial empresa bélica y exterminadora- recuerdan al ejército de soldados zombis que, décadas después, los Hermanos Chapman representarían en su espectacular diorama “Hell”, en el que, en una de sus escenas, Hitler pintaba ante un precipicio, en cuyo fondo batallaban millares de muertos vivientes. A través de este cuadro, Grosz ofrece una imagen del Führer como un monstruo fascista, una bestia apocalíptica que sufre las consecuencias de su proyecto de destrucción.

El personaje aparece dotado de una humanidad de la que carecía, a la par que es sometido a un juicio y un castigo que nunca llegó a sufrir en vida. “Caín o Hitler en el infierno” es mucho más que un cuadro de uno de los grandes pintores expresionistas de la primera mitad de siglo XX; se trata de una fantasía compartida por millones de personas, y en la que el sufrimiento de tantas personas encontró un rayo de esperanza.