Sección patrocinada por sección patrocinada
Música

Música

Bad Gyal: «Desde que dejé de vender barras de pan pensé que llegaba mi momento»

Es una de las voces poderosas de la escena urbana que, surgida de la nada y tras abrirse camino en el extranjero, estaba aterrizando en España en cuando llegó la pandemia

La artista Bad Gyal
La artista Bad GyalBad Gyal

Antes de la pandemia, Bad Gyal arrancaba la que iba a ser la gira de su aterrizaje en España. Para muchos, sigue siendo tan desconocida como cuando Alba Farelo (Vilassar de Mar, 1997) vendía el pan a las señoras del barrio o trabajaba de teleoperadora, pero para bastantes miles en Corea, China o Estados Unidos, Bad Gyal es una estrella de la música urbana. Aunque en España le haya costado abrirse camino, su último tema lo lanzó con Universal y, mientras dure la incertidumbre, no podremos verla actuar, pero forma parte del cartel del Primavera Sound 2021. Y recomienda bailar para sacudirse el pesimismio.

Su éxito en España ha sido más lento, ¿por qué?

–Bueno, es que creo que España es un país un poco... a ver cómo te lo diría. No tenemos un circuito que valore tanto el «underground» y lo que no está en lo convencional. Creo que hay muchos personajes de la escena alternativa que fuera son bien considerados y aquí nunca suenan en la radio ni se les apoya del mismo modo. No se les da una posición en programas convencionales y si vienes de ese mundo es más difícil que se desarrolle alguien a estrella. En Inglaterra, por ejemplo, hay cultura de la radio y canales de YouTube que tienen millones de “views” y luego se les da cabida en lo más generalista. Y ese ha sido mi “handicap”, que España es un país un poco más lento para eso. No es imposible, pero sí que es más lento.

¿Es posible que su propuesta o su estética fueran demasiado rompedoras para el gusto de aquí?

–Yo no sé la gente lo que piensa de mí, pero creo que ha llegado mi momento. Siempre he sentido que era mi momento desde el día que dejé de vender barras de pan. Pero creo me he ido afuera a ganarme el respeto y es una pena porque estaba llegando ahora a España y la gente lo empieza a entender.

Pero su imagen no me diga que no era inusual.

–Es posible que mi personaje, por la forma de hablar y por las letras y tal, haya costado un poco que se comprenda. La forma de vestir, por ejemplo. Hace tres años, llevar las uñas larguísimas era un poco «ugh». Te decían: «¿No te da asco?» Y también: «¿Cómo te limpias el culo?». Bueno, esas cosas. Pero yo creo que ahora los personajes como yo más descarados se están consolidando un poco. Mi forma de vestirme, de maquillarme, de expresarme, creo que es un poco exagerada y no es el glamour de lo natural que había aquí. Y ahora sí que se acepta que uno se tunee. Esta es mi identidad, algo diferente e impactante y creo que se está aceptando llevar el pelo de 15 colores distintos.

¿Pero es personaje o identidad?

–Es mi identidad. Soy así, en realidad. No estoy cada día de fiesta pero me encanta bailar, verme guapa y experimentar con la imagen y me siento muy poderosa explotándola. Me veo fuerte así.

¿Le importan los mensajes de las canciones?

–Lo que sé que provoca es disfrutar, hacer a la gente moverse. Es la confianza en uno mismo, la seguridad, eso es lo que me gusta provocar en la gente.

Lo que pasa es que una música como la suya, de moverse en club muy juntitos, lo tiene complicado ahora.

–Es verdad, pero mira. Nosotros ponemos esta música en casa a todo volumen y yo creo que a mis vecinos les gusta. Y mira, son canciones que te sacan de estar deprimido y de la cuarentena. Yo creo que mi música te saca de un bajón. Y cuando podamos volver a bailar pues genial.

O sea, que cada uno baile por su cuenta.

–Claro, y los que estén solos también pueden bailar. En mi barrio cada uno pone lo suyo: flamenco o rock, ABBA o lo que sea.

¿Conoce mejor a sus vecinos ahora?

–Suena a tópico pero con alguno no había habado en la vida hasta que pasó todo esto.