K-Pop: Mafias, “sexo con chicas zombis”y ángeles falsos
La escena del pop coreano, que proyecta una imagen perfecta, ha sido sacudida por escándalos de abusos. Una trama con músicos y millonarios involucrados habría grabado violaciones a chicas drogadas.
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Al mismo tiempo que el K-Pop surcoreano vive su mejor época en Occidente, la escena musical se emponzoña en su país de origen. Mientas su popularidad en España no deja de crecer, la fama y la fortuna, los millones que se mueven en esta industria empiezan a corromperla.
Por fuera, en apariencia, todo son sonrisas, dulzura e inocencia. Sin embargo, una investigación policial que vinculaba a uno de los miembros del grupo de K-Pop Big Bang, Lee Seung Hyun con la contratación de prostitutas para posibles inversores, sigue avanzando y salpicando a otros miembros de la industria y de la escena musical.
Este artista, conocido con el sobrenombre de Seungri, podría, según la investigación haber además, evadido impuestos, participado en grabaciones sexuales no consentidas y fomentado la prostitución, por lo que se enfrenta a tres años de cárcel.
Sin embargo, a medida que los trabajos de la Policía han ido avanzando, se han mostrado más detalles: un chat de amigos del artista se jactaba de violar a mujeres drogadas en un club del exclusivo distrito de Gangnam, lugar de donde tomaba su nombre el superéxito «Gangnam Style», la canción de PSY (de nombre Park Jae-sang) que arrasó el mundo en 2012. Este rapero también ha sido citado como testigo en este caso que los medios han definido como la muestra de la verdadera «cultura de la masculinidad tóxica de Corea de Sur».
Uno de los amigos con los que Seungri compartía estos vídeos es Jung Joon-young (miembro del grupo Drug Restaurant), también acusado por los mismos hechos y que, lejos de ser una fantasía, ha reconocido por medio de sus abogados: «Admitimos los cargos relacionados con la filmación ilegal. Sin embargo, no se ha perpetrado ninguna violación ni se ha planeado hacerlo con los otros acusados. La actividad sexual que tuvo lugar fue consensuada y la víctima no estaba inconsciente ni se resistió. La conversación de KakaoTalk (un Whatsapp coreano) no es una evidencia válida, ya que se obtuvo ilegalmente», decían los abogados de de Young, siguiendo la argumentación de la defensa de «la Manada» en España.
126 policías investigando
Según la policía, que ha destinado a la investigación hasta a 126 agentes, los vídeos de Young se realizaron entre 2015 y 2016 y en ellos aparecen al menos 10 mujeres cuyas imágenes fueron enviadas a empresarios, amigos del mundo de espectáculo y famosos del país asiático. Según él mismo reveló, poseía un «telefóno dorado» que solo utilizaba para estos fines de grabación y difusión de vídeos. Las chicas podrían haber sido drogadas en los clubes con sustancias indetectables como el GHB o alguna similar, que desaparecen del organismo en pocas horas.
Otro de los implicados en los hechos es Choi Jong-hoon, ex miembro de la banda de K-Pop F. T. Island, quien da una versión diferente a través de sus representantes: «El incidente sucedió hace tres años y los recuerdos de mi cliente están poco claros, aunque él admite haber estado presente en el edificio en el momento del incidente. Sin embargo, permaneció en el porche del edificio y no tuvo ningún tipo de contacto físico con la denunciante», indicaba su abogado, que remarcaba en que, a través de las imágenes «se puede determinar que lo sucedido no fue sin su consentimiento». Aunque, si no estaba presente, nada debería importarle a su cliente que hubiera o no consentimiento, ambos están acusados de violación y pendientes de la apertura de un juicio oral. La investigación ya ha arrojado nada menos que 380 detenidos.
Hay más artistas de K-Pop en el chat que investiga la Policía, como Lee Jong-hyun, del grupo CNBLUE y Yong Jun-hyung, de Highlight, ambos contagiados por este virus perverso que ha ido extendiéndose como una plaga por la escena musical. Todos los citados se han visto obligados a abandonar sus carreras, pero, según algunas críticas, es solo la punta de iceberg del machismo en la sociedad coreana pero en este caso estaría afectando de lleno al K-Pop, la primera exportación cultural del país.
En otro caso diferente, BJ Yeolmae, presentadora de radio del país asiático, acusó a su ex pareja Changbum que fue miembro del grupo de K-Pop 100%, de haber difundido sin su permiso un vídeo sexual que se grabaron juntos por uno de estos chats de amigos. Hay más ejemplos: la cantante Baek Ji-young también denunció a su manager Kim Shi-won por difundir una grabación de ambos practicando sexo obtenida sin su consentimiento como venganza por abandonarle. Exactamente el mismo caso de Goo Hara, miembro del grupo Kara.
Las revelaciones en la prensa asiática han dañado seriamente la imagen de este tipo de grupos, falsos ángeles que además se esfuerzan por proyectar cierta perfección beatífica e inocencia, pero, más importante aún, agrieta los cimientos de una industria que factura unos 5.000 millones de dólares al año y que se vende para todos los públicos.
La sociedad también ha quedado en «shock» por el comportamiento no menos inapropiado de algunos millonarios del distrito más rico de la ciudad. La opinión pública está escandalizada ante las nuevas revelaciones, que han sido narrados por la prensa internacional, como en un largo reportaje de la BBC, que desgranaba hasta qué punto estos clubes proporcionaban mujeres como objetos a hombres que ostentaban la categoría VVIP (sic), y entre los que se contaban los más ricos de Seúl. Estos hombres reclamaban a los líderes de esta trama que les llevasen «zombies» para su satisfacción y asistían a fiestas en las que había menores con las estrellas de la escena musical.
Gigantes del entretenimiento
Una parte importante de la investigación se dirige hacia la implicación de PSY y otros artistas gira en torno a una gigante del entretenimiento coreano, llamado YG Entertainment, una compañía que aglutina servicios de produtora, management y editora de discos que lleva la carrera de grupos de K-Pop y dirige sus carreras, en particular la de PSY durante los últimos ocho años y que fue la responsable del éxito de «Gangnam Style».
YG es un gigante que comercializa desde ropa a maquillaje y que tiene su propia agencia de talentos, de la que han salido las superventas Blackpink. Sus acciones se desplomaron un 25 por ciento en las primeras semanas del escándalo y se enfrenta a demandas por «comportamiento antiético», ya que algunas de las fiestas polémicas se realizaron para obtener inversores para la compañía.
En los hechos también están implicados el actor Cha Tae-hyun y el cómico Kim Jun-ho, lo que probaría que estas conductas están muy extendidas en el mundo del espectáculo y que han salpicado al más famoso de sus directores de cine, Kim Ki-Duk.
Esta cultura de explotación femenina ha sido el motivo de escándalos de violación a conocidas actrices y presentadoras de la televisión coreana y levantado una versión propia de Mee Too. Pero no solo se trata de las altas esferas: las autoridades de Seúl han destinado a 8.000 trabajadores para revisar los urinarios públicos (obviamente femeninos) en búsqueda de cámaras tras haber recibido, solo durante 2017, más de 6.500 denuncias de grabaciones ocultas. El problema es mucho más profundo que solo unas cuantas pandillas de ídolos pop adolescentes elevados a dioses, pero su ejemplo es el peor que se puede dar a una sociedad llena de tabúes y machismo.