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Cultura

La nueva normalidad de González Pons: «El mundo se hunde y Sánchez se enamora de sí mismo»

El Eurodiputado del PP va por la segunda edición de su novela "Ellas"

Esteban Gonzalez Pons, eurodiputado del PP
Esteban Gonzalez Pons, eurodiputado del PPStavros TzovarasLa Razón

Ni confinado, ni desescalado, se ha separado de «Ellas» (Espasa), su novela de amor e intriga que va por la segunda edición, Covid mediante. Pelarañas es su otro yo en una historia que nace en los veranos de la Valencia de la Transición. Se niega a la etiqueta de «nueva normalidad» porque, «acaba siendo una nueva moralidad». Y asegura que «jamás hemos tenido un presidente más cursi que Sánchez»

-¿Cómo es un Pons confinado?

-El Pons confinado es un escritor más que ninguna otra cosa. El confinamiento me trajo la soledad y la necesidad de escribir para sobrevivir y nació mi próxima novela.

-¿De qué se declara asintomático?

-Mi risa es asintomática casi todo el tiempo. A mi alrededor suceden muchas cosas ridículas de las que no me puedo reír a mandíbula batiente por no parecer incorrecto. Las encuestas del CIS, por ejemplo, son El Papus de nuestro tiempo. Creo que Tezanos está poco valorado como humorista.

-¿Ve tendencia en la mascarilla de Picardo?

-La mascarilla de Picardo en su primera cita con nuestra ministra de exteriores es para morirse de risa. Parecía un actor de peli no tolerada.

-¿Cómo es al amor en tiempos de pandemia?

-La Covid-19 ha sido un potenciador del amor y del desamor. Ninguna relación ha pasado con indiferencia por el confinamiento. Divorcio o embarazo, esa era la alternativa.

-¿Recortó de su dieta la salsa holandesa?

-A mi edad ya no me recorto nada, más bien me lo dejo crecer todo. Por otra parte, la salsa holandesa en realidad es una salsa francesa que resulta ingrediente principal de un plato inglés, los huevos Benedict. O sea que de Holanda no tiene más que el nombre y la falta de frugalidad que confiere la mantequilla. Así es Europa. Y así somos los europeos, tan distintos, tan mezclados y tan poco frugales con las salsas.

-Si entre tantos ministerios hubieran creado el del amor... ¿Se pactarían los abrazos? ¿Habría más citas clandestinas?

-En el actual Gobierno la familia ha llegado por primera vez al Consejo de ministros. No el amor sino la familia. Ahí están el vicepresidente y la ministra que duermen juntos y Garzón que es el ministro-cuñao. No quiero imaginar cómo serán de violentas las reuniones de ministros cuando la pareja Iglesias-Montero haya pasado una mala noche y se levante de morros. O cuando se llamen Pocholito uno a otro. El matrimonio y el poder están hechos del mismo merengue, y si no, que se lo pregunten a los Reyes Católicos, por eso no deberían mezclarse.

-¿Su novela es la de 50 Sombras de Pons?

-Me criticaron porque «Ellas» incluye escenas de sexo, pero creo que el amor y el sexo nacen, crecen y envejecen juntos. Si no lo hubiera incluido me llamarían cursi, como lo he incluido me llaman sátiro. Si uno es político, nunca acierta.

-¿Cuál es el beso urgente que le quedó por dar?

-Afortunadamente he dado todos los besos que tenía que dar, aunque me han hecho tantas veces la cobra que tengo complejo de mangosta.

-El «bar Nodo», de su libro, ¿existe?

-El Bar Nodo existe en Valencia, y es de esos en los que por un solo café puedes estar la tarde leyendo en una mesa y no te echan. Cuando tenía 18 años, a cambio de un café y un paquete de tabaco escribía cartas de amor para mis amigos; me decían cómo se llamaba su novia y qué querían decirle. Así es como empezó mi carrera de escritor.

-¿Encontró o despertó algún fantasma?

-Supongo que como todos los bares está poblado con los fantasmas de toda mi vida. Los arqueólogos del futuro no encontrarán de nosotros ni una tumba, ni una pirámide; si no el menú de un bar en una pizarra escrito con tiza.

-¿Qué música le pondría al paseíllo de aplausos de Sánchez?

-Uno, el brekindance. Dos, el crusaito, Tres, el maikelyason. Cuatro, el robocop. Baila Chiki chiki… El aplauso de los ministros, visto desde Europa, fue de chiquilicuatres. Celebrar con aplausos que Sánchez consiguiera en el Consejo menos que lo ofrecido a España por la Comisión es de aficionados a la política. Vendrán recortes y ese día nos acordaremos del aplausito. En Bruselas alucinan con que Sánchez sea incapaz de entrar en un ascensor sin mirarse al espejo. El mundo se hunde y Sánchez se enamora de sí mismo.

-Si le mandan una carta del más allá, ¿seguiría sus instrucciones?

-Si alguien que ha cruzado al otro lado te da una instrucción, debes cumplirla a rajatabla. Si Dios, la Virgen o algún Santo se dignan a escribirme pueden mandarme recados porque los voy a cumplir.