Marcos Chicot: «Vivimos en una demagogia, que es una democracia degenerada»
Publica «El asesinato de Platón», una novela histórica sobre pensador y una reflexión sobre el buen y el mal gobierno
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Marcos Chicot regresa a la Grecia clásica con «El asesinato de Platón» (Planeta), una novela ambientada en el convulso siglo IV a. de C. que tiene como protagonista a Platón y que reflexiona, justo en un momento como el que vivimos, sobre la demagogia, la justicia y la corrupción. Pero que también supone un enorme fresco que nos enseña la Academia, la acrópolis, nos aproxima a la vida cotidiana de aquella época, muestra las tensiones políticas que existían entre Atenas y Esparta, y el papel que jugó la mujer en la filosofía.
–Sócrates y Platón arriesgaron sus vidas en aras del ejemplo. Hoy no es así.
–Fueron grandes maestros en lo intelectual y lo moral. Lo hicieron por lo que creían. Ya apenas tenemos referentes así. Carecemos de personas que sean guías en lo moral, por lo menos, en grandes casos. Tenemos las que pelean por sobrevivir y por lo que creen. Platón era el ateniense más prestigioso de su época. Se valoraba por lo que perseguía: un objetivo loable, una ética. Actualmente, a cualquiera que se le pregunte por sus ídolos, mencionará deportistas, músicos o los más ricos del mundo. Es una lástima, pero hemos perdido a los grandes nombres de nuestra la cultura.
–¿Cuál es la causa de ello?
–La sociedad es cada vez más acelerada. Estamos en la cultura de lo artificial y lo fugaz. Se persigue lo inmediato. Platón es todo lo contrario. Las redes sociales, los móviles y la red nos sobrecargan de estímulos y reaccionamos sin pensar. El pensamientos no está presente en nuestros días. Somos seres reactivos. Estamos desesperados porque, si logras algo, rápidamente quieres lo siguiente. Hay que parar y reflexionar para seguir siendo tú mismo, porque, si no lo haces, siempre habrá alguien que tire de tus cuerdas emocionales y que sabrá seducirte. El problema es la desaparición del pensamiento crítico, que ya no se valora.
–¿Por qué?
–Si estás generando solo un modelo productivo, alguien que consuma productos, lo que te interesa es que la gente no piense y moverla como a las masas para que su única meta sea alcanzar objetivos superficiales. Hay que ser más conscientes, pensar más, ser más críticos y pararnos a decidir.
–¿El buen gobierno es una quimera?
–No, al menos, sobre el papel. Platón no es un iluso. Establece niveles. Asegura que hay un estado ideal, la del filósofo rey, pero, si no podemos llegar, porque implica mucha organización social, propone intentar el gobierno de la razón y el conocimiento para alcanzar la justicia y luchar contra los demagogos, que son enemigos de la democracia y amigos del mal gobierno. Lo que plantea es una tecnocracia y que gobierne, no el que tiene mayor capacidad para convencer, sino para gobernar. Lo que tiene que haber es un Estado legal, unas leyes de las que los gobernantes sean esclavos, y no al revés, y separación de los poderes.
–No estamos en ese punto
–Vivimos en una demagogia. La demagogia es una democracia degenerada. Han tomado el poder los demagogos. Estamos en una situación en que quien gobierna está interesado más en sí mismo, no en el bien común. Nos dejamos llevar por la emoción al a elegir a nuestros guías
–Las humanidades están en declive.
– La sociedad se ha orientado al consumo. Todo lo demás, no nos lo dan. El Estado no está organizado para que nos eduquemos o pensemos. Eso ahora es un programa alternativo, fuera de los espacios y la estructuración de la sociedad. Es terrible. No existe esperanza si dejamos de pensar. Es lo que nos define como seres humanos. De otra manera, nos convertimos en tuercas.