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“Adult Material”: sexo, mentiras y un delito grabado en vídeo

Filmin estrena la polémica serie británica protagonizada por Hayley Squires y que gira en torno a la industria pornográfica en Reino Unido
Channel 4
La Razón
  • Matías G. Rebolledo

    Matías G. Rebolledo

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Abordar la pornografía, aunque uno se ponga en la posición en la que más disfrute, siempre es complicado, arduo, duro. Si además lo que queremos es hacer un examen ético de la industria, sus implicaciones morales y políticas y hasta su poder económico, y encima lo queremos hacer carne en plena era del revisionismo y la quema de ídolos, el priapismo puede ser megalómano.
Sin sapo bufo, pero con ganas de reventar los prejuicios de los cándidos que más a salvo se sientan de su tema principal, Filmin estrena esta semana la excelsa «Adult Material», ficción sobre la vida y obra de la estrella del porno Jolene Dollar. En sus cuatro capítulos, producidos por la fábrica de éxitos británica Channel 4 («Black Mirror», «Utopia»), la mini serie intenta arrojar luz, desde la posición de la omnisciencia, sobre un negocio que mueve solo en Reino Unido más de mil millones de libras al año. O lo que es lo mismo, el 5% del total en el mundo.
Así, dignidad y precariedad se entrelazan en una danza sexual y macabra que verá como nuestra protagonista acoge en el mundillo a una novata en su primer día. Desolada por el paso del tiempo en un trabajo en el que no hay lugar para la gravedad y que cada vez se parece más a una fábrica de embutidos fordiana, la llegada de la novata le servirá a Jolene como punto de inflexión de una vida que hasta entonces creía plena. Esto es, la de una jefa de hogar con tres hijos, un marido participativo en su trabajo y un despampanante y hortera bólido rosa chicle. Todo ello, claro está, gracias a ser uno de los rostros (y demás partes) visibles de «la única profesión en la que la brecha salarial está invertida», como le explica a todo aquel que ose mirarla con lupa casta.
Luces y sombras de la industria
Protagonizada con magnífica credibilidad por Hayley Squires («Yo, Daniel Blake»), la serie emerge del capullo en el que nos la quiere situar su marco publicitario y se puede entender como un ensayo maduro sobre la pornografía del capitalismo tardío, con argumentos a favor y en contra del desempeño sexual como trabajo. Por supuesto, quien la vea desde una posición de convicción dogmática, solo encontrará en ella la «tibiedad» de todas esas grandes obras que lo que quieren es abrir horizontes, no llenarlos de doctrina.
También como una narración en primera persona de eso que solíamos llamar «crisis de mediana edad», pero que últimamente se traduce en una angustia adolescente que empieza en el despertar sexual, no acaba nunca y se acaba arrastrando hasta la primera cana. Del mismo modo, «Adult Material» es un ejercicio de sinceridad escénica, sin grandes aspavientos técnicos y un guion que prefiere insinuar antes que mostrar. Lo explícito y lo morboso queda para la imaginación del espectador, sin obviedades ni prebendas morales.
En definitiva, la serie se podría sintetizar como un tratado sobre feminidad, implicando al feminismo tangencialmente, pero revelándose en último lugar como una reivindicación propia del ser acerca de si estamos dispuestos a cruzar el Rubicón, el Delaware, el Misisipi o todos ellos a la vez.

POR QUÉ VERLA

El debate. Sin pretender sentar cátedra sobre el asunto, la serie se sublima cuando aborda temas como el del consentimiento.
Lucy Kirkwood. La que fuera durante años guionista principal de la magnífca «Skins» vuelve en plena y polémica forma.
Esa escena. Aunque haya que esperar a su capítulo final, el gráfico desenlace merece absolutamente la pena.