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Carlos Cano, la copla es resistencia

Se cumplen veinte años del fallecimiento del artista, al que celebran Estrella Morente, Rozalén, Miguel Ríos y Miguel Poveda, entre otros
El artista granadino logró recuperar estilos tradicionales andaluces como el trovo popular
El artista granadino logró recuperar estilos tradicionales andaluces como el trovo popularArchivoArchivo

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Su figura merece una reivindicación o, por lo menos, un homenaje. Durante su carrera, Carlos Cano (Granada, 1946) tomó los estilos tradicionales andaluces y los reimaginó casi como una especie de resistencia política ante la invasión de la música anglosajona. Quién pudiera decir que la copla, manchada del estigma del franquismo era una manera de resistencia, pero lo fue. Prefería el pasodoble al rock & roll y no le daba vergüenza decirlo. Este «periodista con guitarra», como se veía a sí mismo, «dio voz a los desfavorecidos y contó las historias de quienes no podían hacerlo», como recuerda su hijo Pablo, cantante como él, y que participa en el homenaje que se brinda en «Viva Carlos Cano», un disco en el que sus mejores canciones tienen la ayuda de las voces de Estrella Morente, Rozalén, Miguel Ríos y Miguel Poveda, entre otros. Mañana se cumplen 20 años de su muerte y el 28 de enero de 2021, cuando hubiera cumplido 75 años, se le rinde homenaje en Inverfest con la presencia de Zenet, Rozalén, y otros.

Una vuelta de tuerca

«Para mí, su obra es combativa, es de lucha. Alza la voz por los que no la tienen», comenta Pablo, que tenía apenas cinco años cuando su padre falleció. «Siempre me ha dolido escuchar sus canciones. Escuece. Pero con el tiempo me he ido adentrando poco a poco en su obra y me he reencontrado con su música de manera consciente tratando de dedicarme yo a ello. Así es como me he dado cuenta de su magnitud más allá de mis sentimientos». Pablo piensa que su figura merece una reivindicación: «Porque sus canciones siguen vigentes, pero se le ha dejado un poco de lado, por eso necesita una reivindicación muy grande. En lo musical, obviamente. Hizo cosas que nadie se atrevió a ese nivel, como su reivindicación de la copla, que él defendía que no debía verse como un estilo ajeno al franquismo. Él hizo suyo el repertorio clásico, hizo versiones de coplas de toda la vida y les dio una vuelta de tuerca. Les dio un lavado de cara fuerte», explica de la copla mestiza y moderna (sumada al tango o al fado) de su padre, imposible no acordarse de «María la Portuguesa».
«Y decía muchas veces y yo lo secundo que la copla se ha escuchado en todo tipo de familias, pero en las pobres y de izquierdas también, por supuesto». Carlos Cano rindió homenaje al género con «A la luz de los cantares», «Crónicas granadinas», y «Cuaderno de coplas». Pocos como él hicieron un trabajo por rehabilitar el género y eso que él era nieto de un fusilado por rojo en el 36 y que su posición política era pública en pro de la reivindicación general de una España democrática y una Andalucía libre. Por cierto que ese fue otro de los caminos que se propuso recorrer, el de una identidad, la andaluza, muy ligada a los tópicos. «Sí, sin mantilla y sin peinetas. Ese era otro de los tópicos que le molestaban, que el andaluz no es un pueblo vago, sino trabajador que se parte la espalda y la cabeza para sacar a su familia adelante. Y que tenemos que seguir luchando», dice su hijo.
Sin embargo, después de luchar por la dignidad y la identidad andaluza, Cano terminó decepcionado con el desarrollo de la autonomía en los años 80. Casi lo vivió como una decepción, la que va desde la utopía a un simple reparto del poder y administración de los presupuestos. No enarboló la bandera política de nadie. «Él decía que ser andaluz era para él su forma de ser persona», recuerda Pablo. Hablando de Carlos Cano hay que hacerlo de dos ciudades: la cruz, la de Granada y la cara, la de Cádiz. La primera, su arraigo y la segunda, donde quiso echar raíces. Ambas le hicieron desarrollarse como persona y artista.
Dos ciudades que nos llevan a una especie de yin y yan, a las dos almas del crácter de andalucía: la chirigota y la proverbial mala follá. «Mucha gente se ha acercado a hablarme de él, claro y siempre muy bien, como es natural. Pero en el ámbito familiar me decían que era un hombre con mucho carácter y mi familia me dice que lo he heredado yo. Que lo de fruncir el ceño es un gesto de los dos. Y no mal humor, o a veces, pero sí, que esa mala follá granaína la tenemos ambos y eso que yo nací en Sevilla y con mi padre solo viví cuatro años estuve con él. Pero mi madre dice que aunque lo ponga en el DNI, en el alma soy granaíno», explica su hijo. La música de Carlos Cano fue viajera, emigrante y, también, canto del desarraigo. Le tendió la mano a Enrique Morente, Maria Dolores Pradera y Compay Segundo. No sólo copla, claro, sino tangos, boleros, rumbas, cuecas, pasodobles, sambas, nanas, murgas... Fue, también, narrador de Lorca y, ante todo, contador de historias, como las de Laila o la de Lucrecia, que forman parte de la memoria colectiva. Una carrera que merece un repaso exahustivo, pero que ahora puede repasarse con los 40 temas de «Viva Carlos Cano», la obra de un andaluz algo triste pero muy profundo.

Duetos póstumos

El doble CD reúne todos sus grandes éxitos, a los que añade algunas piezas muy especiales. Es el caso de tres nuevas grabaciones con las pistas originales de voz de Carlos Cano a dúo con Estrella Morente (“Sin tí no puedo vivir”, que se publica como primer single), Pasión Vega (“Rocío”) y Rozalén (“María La Portuguesa”), que se completan con dos nuevas versiones. Una de ellas, a cargo de Miguel Poveda, que interpreta “Casida de los Ramos”, y la otra, de su hijo Pablo Cano, que aborda “Qué desespero”.