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Sastrería Cornejo: cien años vistiendo los sueños de Hollywood

Desde Charlton Heston a Emma Watson, pasando por Robert Downey Jr. o Christian Bale, la Sastrería Cornejo cumple un siglo tejiendo los sueños de la meca del cine

“Es complicado hacer memoria, pero si me preguntas por nuestro mayor desafío, de inmediato lo que me viene a la mente es cuando el diseñador de vestuario Paco Delgado, después de pasar infinidad de exámenes y ser elegido, nos llamó en 2011 para participar en “Los Miserables”, de Tom Hooper. Ya habíamos trabajado con ambos, en un anuncio sobre un atraco y había buena relación, pero esto era totalmente distinto. Nos pidieron hacer unos 500 trajes en solo dos meses. Para hacernos una idea de la exigencia, nuestro ritmo de trabajo habitual son unos 150 al mes. Por si eso no fuera poco, al mismo tiempo nos llegó un encargo para una película sobre Simón Bolívar en el que nos pedían 800 trajes más. En 100 días, tuvimos que hacer más de 1300 trajes desde cero. Fue agotador pero terminamos tremendamente orgullosos”. La maratoniana anécdota se cuenta en una de los almacenes de la Sastrería Cornejo, pilar básico de la filmografía técnica española y quien le pone voz es Humberto Cornejo, responsable y heredero de una industria ya centenaria que sigue tejiendo con mimo los sueños cinematográficos patrios (“Las niñas”, “Los europeos”) y los de Hollywood.

El milagro de Bronston

Para entender por qué la última gran súper producción de la meca del cine, y cualquier otra más reciente que se haya dignado a llevar a sus personajes a otro tiempo (“Cenicienta”, “La bella y la bestia”, “Ágora”, “El Rey Arturo”) han contado con esta empresa familiar que tiene su sede entre los barrios madrileños de Simancas y Canalejas, hay que entender primero su historia. Fundada en los años veinte por el abuelo del actual responsable y que luego comandó Vicente, su padre, la casa Cornejo creció en los tiempos de Edgar Neville y Patria Films y sobrevivió, como pudo, a los envites de una Guerra Civil y unos primeros años de la dictadura que dejaron el negocio bajo mínimos. Debido al aperturismo del régimen, que convirtió España en el plató predilecto de Hollywood a principios de los sesenta, la Sastrería Cornejo comenzó su idilio con el productor que más prestigio le brindó a nivel internacional: Samuel Bronston.

Pese a llevar en el negocio ya un siglo, no fue hasta hace relativamente poco que Cornejo instaló su propia división de sombrerería a cuyos mandos está una empleada que llegó a trabajar como administrativa en una gran multinacional
Pese a llevar en el negocio ya un siglo, no fue hasta hace relativamente poco que Cornejo instaló su propia división de sombrerería a cuyos mandos está una empleada que llegó a trabajar como administrativa en una gran multinacional© J. FDEZ. - LARGOLa Razón

Responsable de “El Cid” o “La caída del Imperio Romano”, este ruso zarista que se nacionalizó luego estadounidense encontró en la confección de la sastrería madrileña todo lo que necesitaba para levantar sus ambiciosos péplums y melodramas y así, en uno de esos caprichos históricos que adornan la historia del séptimo arte, Charlton Heston, Ava Gardner, John Wayne, Sofia Loren, Omar Sharif o Alec Guinness comenzaron a “vestirse” en español. “Sin duda, fue nuestra época de mayor relevancia internacional, porque con “Doctor Zhivago”, cuya ropa diseñó aquí la figurinista Phyllis Dalton, se ganó el Oscar al Mejor Diseño de Vestuario en 1965″, explica orgulloso Cornejo nieto.

El idilio con las estatuillas de esta industria familiar no queda ni mucho menos ahí, ya que en sus cien años de historia ha tenido impacto directo sobre casi 60 premios internacionales en cuanto a vestuario se refiere: 13 Oscars (“Shakespeare in Love”, “Anna Karenina”), 25 Goya (“Mientras dure la guerra”, “Blancanieves”), 12 Premios César y 8 BAFTA.

Humberto Cornejo, sastre de tercera generación, recibe a LA RAZÓN en los talleres de su empresa familiar en Madrid
Humberto Cornejo, sastre de tercera generación, recibe a LA RAZÓN en los talleres de su empresa familiar en Madrid© J. FDEZ. - LARGOLa Razón

Del lienzo al telón

Tal y como exigen los tiempos, y a pesar de que buena parte del volumen de negocio de Cornejo provenga del alquiler de sus creaciones más valiosas —destacando por encima de todas ellas las corazas romanas que hicieron a mano para “Gladiator”—, la sastrería se ha abierto al mercado de las series y al de las producciones en vivo. Así, han vuelto a ser referente mundial gracias a su trabajo en “Juego de Tronos” y han brillado especialmente en “Vikingos” o la aplaudida “Downton Abbey”. De hecho, cuando LA RAZÓN visita los talleres de la empresa, la pelea es contra el reloj por cumplir los plazos pactados con el Teatro Real para una de sus últimas producciones: “Normalmente, el o la figurinista se acerca a nosotros y comenzamos a dar forma al proyecto, contando con un presupuesto cerrado y unos tiempos a modo de marco. Desde el estallido de la pandemia, como se puede imaginar, esto ha cambiado y todo es ligeramente más caótico. Un proceso tan sencillo como tomar las medidas a los intérpretes se ha complicado hasta el punto de necesitar su propio protocolo”, aclara el heredero.

El proceso de creación, eso sí, se parece bastante al que puso en funcionamiento su abuelo hace ya un siglo. De los trazos del diseñador de vestuario —aunque probablemente convenga usar más el femenino en el único campo del cine en el que la mujer nunca fue relegada a un segundo plano—, se pasa a los apuntes técnicos de un plano casi arquitectónico, en fino papel, que ya hablan de centímetros y circunferencias.

Después de medir y planear, toca seleccionar las materias primas y comenzar a cortar los patrones que luego se amoldarán a las ideas de los figurinistas
Después de medir y planear, toca seleccionar las materias primas y comenzar a cortar los patrones que luego se amoldarán a las ideas de los figurinistas© J. FDEZ. - LARGOLa Razón

De ahí, todo se traslada a los patrones acartonados y, casi al final, a esos prototipos en tela falsa que servirán para adornar e idear los detalles, calcular el peso del “sueño” y comprobar su viabilidad. Para cuando los intérpretes se van a vestir de romano, de caballero medieval o de princesa, su traje probablemente haya pasado por unas 10 manos que han ido aportando su sabiduría y oficio.

¿Y en cien años hay cabida también para las malas experiencias? Cornejo, respetuoso, no da nombres para no airear las vergüenzas ajenas, pero más allá de las aventuras desagradables con los y las divas de una industria que vive por y para su ego en ese diagrama de Venn que se imagina junto al de la moda, sus quejas van dirigidas hacia lo exiguo de los presupuestos modernos: “Más que películas, hoy en España se hacen milagros. Cada vez se destina menos dinero a lo técnico, o por lo menos a lo práctico, y luego los resultados son los que son. Mantener nuestro estándar de calidad es un ejercicio de equilibrismo”, remata el empresario que, aun así esperanzado, espera que Cornejo siga arropando al séptimo arte durante, al menos, otro siglo más.

Sastrería Cornejo: cien años vistiendo los sueños de Hollywood
Sastrería Cornejo: cien años vistiendo los sueños de Hollywood© J. FDEZ. - LARGOLa Razón