Crítica de “Entre perro y lobo”: Cuerpo y memoria ★★★★☆

Dirección: Irene Gutiérrez. Guion: Lisandra López e Irene Gutiérrez. España-Cuba, 2020. Duración: 75 minutos. Documental.

Dice Irene Gutiérrez que quería recuperar la Historia desde los cuerpos, y no desde la palabra. Gran idea que ciertos documentales están empezando a poner en práctica (“The Act of Killing” sería el ejemplo más significativo), la de concebir la historia como una gestualidad del pasado que se reactiva con el acto performático. Así las cosas, tres veteranos de la guerra de Angola se reúnen en la cubana Sierra Maestra para reencarnar su experiencia en la contienda, y el resultado es francamente singular, no solo porque funciona como película bélica que se construye en vivo y en directo, mostrando cómo la memoria se erige en una especie de “making of” del propio filme, sino también porque funciona como terapia individual y colectiva en clave intimista, que nace al mismo ritmo que la realidad reproduce las huellas de lo que ocurrió varias décadas antes. “Entre perro y lobo” se parece bastante a un exorcismo que debate la vigencia del ideario revolucionario, qué tiene de utopía necesaria el hecho de pensar que podemos cambiar el mundo defendiendo al pueblo. Qué tiene, en fin, de ficción y qué tiene de realidad.