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Baiuca: se puede bailar a las meigas

El músico gallego combina el misticismo gallego con la música electrónica en “Embruxo”, un trabajo que combina la instrumentación tradicional y las coplas antiguas con los samplers

Alejandro Guillán (Catoira, Pontevedra, 1990) es Baiuca, que acaba de publicar "Embruxo"
Alejandro Guillán (Catoira, Pontevedra, 1990) es Baiuca, que acaba de publicar "Embruxo"larazon

Todas las formas de tradición están vivas, siempre que se las reproduzca, se las haga sonar o se las manosee sin complejos. No solo el flamenco está dando frutos con nuevas formas en el siglo XXI, sino que, como demuestra Baiuca, es decir, Alejandro Guillán (Catoira, Pontevedra, 1990), el folclore gallego puede también seguir apelando a los jóvenes. Después del poderoso “Solpor”, el artista ha publicado “Embruxo”, un trabajo que se basa en la “cultura espiritual” de su tierra, en los cantos populares llenos de misterio y de magia de sus antepasados, y en todo el universo de seres místicos de una tradición oral casi infinita.

“Quería ahondar en esa tradición y me han servido de inspiración los poetas del siglo XIX y principios del XX como Luis Amado Carballo, Curros Enríquez o Rosalía de Castro, los cancioneros tradicionales, como el “Cancioneiro Popular Galego” de Dorothé Schubarth y Antón Santamaría, o el archivo digital del Museo do Pobo Galego, que han sido la base para recopilar coplas y cantos en los que los seres místicos o los elementos de la naturaleza son protagonistas: las lavandeiras, las meigas, el diaño, la luna, el carballo, las herbas de San Xoán, la Santa Compaña…”, explica Guillán, que realizó una pequeña investigación para encontrar melodías y versos en compañía de mujeres de aldea.

Misticismo y electrónica

El resultado son canciones en las que lo antiguo suena naturalmente actual, que encajan muy bien con el estilo del músico, porque las letras hablan del espíritu, la mística y el misterio y la electrónica conduce en parte a ese trance. “La electrónica tiene eso, igual que los ritmos tradicionales y la forma de cantar. Y todo eso en mi cabeza encajaba y así di con el concepto de embrujo”. Aunque no pretende ser un divulgador del folclore, el gallego cree que su trabajo puede tener repercusiones: “Me gusta que la gente se deje llevar para entrar en el universo y continuar con el trabajo de investigadores y de músicos que lo han hecho de forma más profunda que yo, y que recogen la tradición oral que casi ya ni existe. Lo que yo hago solo se inspira en la tradición, pero para revisarla y hacerla mía, no para reproducirla. Y quizá mi labor puede ser mostrar un poco esa tradición. Me ha llegado gente joven para decirme que después de escuchar mi música han indagado por su cuenta. Y si sirve para eso, objetivo cumplido”.

La mayor parte de los cantes, según explica, se han perpetuado en la garganta de las mujeres gallegas. Cualquiera que conozca Galicia sabe que se allí se impone el matriarcado. “Lo es. Yo creo que las mujeres son las que han preservado todo esto y están presentes en todo. Imagino que tendría que ver con que los hombres estaban en el mar mucho tiempo, no sé. Pero es que las mujeres tenían cantos de labranza, para recién nacidos... y la transmisión oral sin ellas no habría sucedido”. Por eso, Baiuca se rodeó para el disco de las pandereteiras y cantareiras Lilaina, con un doble propósito: explorar la sonoridad de los instrumentos tradicionales en un disco donde los sonidos orgánicos vencen a los electrónicos, y contar con las voces de mujeres. Porque Baiuca cree en las meigas. “Un poco sí, aunque no sé si de la forma habitual. Creo que muchas mujeres gallegas tienen algo de eso dentro. Las chicas de Lilaina lo son, si no, no podrían cantar de esa forma”.