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Spike Lee monopoliza un festival de Cannes con más películas y menos prensa que nunca

El neoyorquino, consumado ególatra y guerrillero defensor de la causa afroamericana, promete ser un director poco dócil en un festival que presenta a Verhoeven, Carax, Audiard, Farhadi y Wes Anderson, entre muchos otros
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  • Sergi Sánchez

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La cuenta atrás ha empezado, el martes por la noche Adam Driver y Marion Cotillard posarán en la alfombra roja del Festival de Cannes, que terminará el próximo 17 de julio, antes de estrenar el musical «Annette», de Léos Carax, y Spike Lee, presidente del jurado, ya lo ve todo del revés, haciendo el pino puente para abarcar la programación más apretada –con un veinte por ciento de películas de más– que se recuerda. El director de «Haz lo que debas», consumado ególatra y guerrillero defensor de la causa afroamericana, más que protagonizar, monopoliza la imagen de esta edición aún pandémica en carteles y portadas de catálogo. Thierry Frémaux, el gran factótum de Cannes, le debe dos cosas: que Lee haya cumplido su promesa de despejar la agenda de estos días veraniegos para presidir un jurado que debería de haber liderado en mayo de 2020 y el hecho de aprovecharse, en un particular «quid pro quo», de su dimensión de cineasta contestatario, no solo capaz de comprometerse con los discursos de igualdad racial desde las vísceras sino también de revelar sus contradicciones.
La imagen de Lee hace de Cannes un festival político, independiente, que no se casa con las opiniones del mainstream, y, a cambio, Cannes legitima la relevancia de Lee en la historia del cine convirtiéndole en cabeza de cartel sin que haya ganado ninguna Palma de Oro después de concursar cinco veces en distintas secciones (Premio de la Juventud por «Nola Darling», Gran Premio del Jurado por «Infiltrado en el KKKlan»). Otra cosa es cuál será el criterio de Lee para el palmarés, y las ganas que tenga de imponer su opinión sobre las de sus compañeros. Frémaux parece haber olvidado las cuitas que, en la Mostra de Venecia, Spike Lee mantuvo con John Boorman, que presidía el jurado en 2004. Lee estaba empeñado en darle el León de Oro a la película «Mar adentro», de Alejandro Amenábar, y Boorman, a «Vera Drake», de Mike Leigh. Ganó el británico. No será Lee, pues, un presidente dócil en una edición que tampoco se presenta precisamente fácil. El virus sigue flotando en el aire, el certamen ha tenido que desplazar sus fechas a una época en que la ciudad de Cannes estará colonizado por turistas y veraneantes locales, y la Prensa asistente será mucho menor que en una edición prepandémica (no se admiten visitantes ni asiáticos ni latinoamericanos). Los periodistas que no tengan la dosis completa de la vacunación tendrán que hacerse una PCR cada dos días en un laboratorio que el certamen ha montado para la ocasión. Nadie puede entrar a los pases sin haber reservado una entrada on-line previamente en una página web diseñada «ad hoc», aunque el pasado sábado, cuando se puso en funcionamiento, se colgaba constantemente. Menos mal que la programación, con nombres como Verhoeven, el citado Carax, Hansen-Love, Haynes, Audiard, Farhadi, Wes Anderson o Apìchatpong Weerasethakul, nos vacunará contra el mal humor.