Ese mundo de ayer
Ahora que nos ha dejado Roberto Calasso, es hora de preguntarse sobre el curioso tipo de intelectual que fue
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Ahora que nos ha dejado Roberto Calasso (Florencia, 1941), acaso sea hora de preguntarse sobre el curioso tipo de intelectual que fue, y que seguirá siendo a través de sus imperecederos escritos. Editor, gestor cultural, crítico literario e historiador del arte, su literatura aúna, en la mejor línea tradicional de Claudio Magris o Umberto Eco, la ficción narrativa con el riguroso ensayismo. El resultado de esta simbiosis es una escritura sugestivamente especulativa, abierta a amplias posibilidades argumentales y repleta de imaginativas propuestas ideológicas.
Estudió minuciosamente la significación espiritual de las manifestaciones culturales, como lo prueban los ensayos recogidos en «Los cuarenta y nueve escalones», donde tanta relevancia se da a la tradición talmúdica como generadora de un denso imaginario científico y literario. En las conferencias que integran el volumen «La literatura y los dioses» se demuestra la influencia del romanticismo alemán en el simbolismo francés, evidenciando, sin ningún pretencioso academicismo, sino con amena capacidad expositiva, nuestra actual modernidad poética.
En singular ejercicio de conseguida originalidad analítica, y como director literario de la prestigiosa editorial Adelphi, Calasso ofrecerá en «Cien cartas a un desconocido» una selección de textos de contracubierta de los libros de diversos autores, que él editara con cuidadosa profesionalidad. Declarado partidario de aquel «mundo de ayer» que tan bien evocara Stefan Zweig, entregado defensor de una cultura europea liberal y moderna, con George Steiner como claro modelo intelectual, Calasso perfila en sus ensayos narrativos una identidad occidental basada en el arte, la historia, la literatura y la filosofía como referentes de la civilización. Buena prueba de esta eficaz metodología es «La Folie Baudelaire», donde, a partir del autor de «Las flores del mal», se encara ese marginal malditismo al nacimiento de un potente realismo (con Flaubert y Stendhal al frente), como estilos confrontados, en un recorrido fascinante por la decimonónica pintura francesa y sus deslumbrantes consecuencias para la conciencia estética de toda Europa. Y, como muestra de esa sincrética sabiduría, su ensayo «Ka» recorre el significado y trascendencia de notorias deidades orientales, siguiendo la intercultural huella que estas imprimen en las latitudes occidentales.
Pero acaso su obra más conocida sea «Las bodas de Cadmo y Harmonía», donde se aborda la importancia de la mitología grecolatina en la conformación de posteriores tradiciones literarias, que integran básicamente nuestra actual modernidad estética. Roberto Calasso será, ya para siempre, el mejor ejemplo del intelectual riguroso y ameno a la vez, capaz de conjuntar la imaginativa narratividad con el perpicaz ensayismo crítico.