Vanessa Hudgens: “Solo soy feliz si hago al menos un musical al año”
La otrora niña Disney, después de su vuelta al redil con la saga de “Cambio de princesa”, pone voz al nuevo reinicio de “My Little Pony”, que se estrena hoy mismo en Netflix
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En ese relato de corte misógino que habla siempre de la “caída a los infiernos” o de la “rebelión” de las figuras y estrellas infantiles, antes Marisol, ahora Miley Cyrus, siempre hay grandes olvidadas que, por decisión propia o subversión informativa, acaban por establecer su propia narrativa. Para los niños y niñas nacidos en los noventa, el ratón fosforito que dibujaban en la esquina de su televisión los Jonas Brothers, Raven, Ashley Tisdale, Cole Sprouse o Zac Efron forma parte de su educación cultural y, si nos ponemos un poco metafísicos, hasta sentimental. Cuando Demi Lovato reveló, en su último documental autobiográfico, que los años de “Camp Rock” habían estado llenos de abusos violentos y de sustancias estupefacientes, el huracán hizo poco ruido, porque la asunción de culpas, sin nombres de por medio, se queda en mera aquiescencia mediática.
Una de esas historias, quizá de las más asquerosamente mal contadas, es la de Vanessa Hudgens (EE.UU., 1988). La actriz, protagonista absoluta junto a Efron de la trilogía original de “High School Musical” (la película que reventó todos los audímetros del demográfico joven entre 2006 y 2008) fue víctima de una campaña de acoso y derribo que, ya en 2007, nos avisaba de los peligros de Internet. Después de que fotos suyas en ropa interior corrieran por la red y se rumoreara su expulsión del emporio Disney, la compañía decidió retratarse para la posteridad de lo contextual: “Esperamos que haya aprendido la lección”, se leía en el vergonzoso comunicado, supuestamente de apoyo, que lanzó la Casa del Ratón.
Década y media después de los escándalos, y convertida en todo un “hit” del cine navideño gracias a sus dos películas (pronto tres) de “Cambio de princesas”, Hudgens ha dejado atrás su imagen de icono adolescente, pero no su relación con el audiovisual ni mucho menos. Después de resignificarse en las “Spring Breakers” (2012) de Harmony Korine y compaginar películas con Jennifer López o Nicolas Cage con su carrera en Broadway, la actriz estrena hoy mismo y de la mano de Netflix “My Little Pony: una nueva generación”, en la que pone voz a una decidida (y animada en tres dimensiones) Sunny Starscout. En el nuevo reinicio de la saga, los tres tipos de pony de Equestria, terrestres, pegasos y unicornios, están profundamente divididos por el miedo, el odio y la desaparición de la magia que traía consigo la armonía en el reino.
-¿Fue un desafío trabajar como actriz de doblaje sin apenas experiencia previa?
-Mi mánager me presentó el proyecto y me preguntó si estaba interesada. Y fue como “¿De verdad me lo estás preguntando? Porque estaría encantada”. La respuesta siempre iba a ser sí. El legado de “My Little Pony” me parece increíble, y han estado de algún modo con nosotros durante los últimos cuarenta años. Creo que todos tenemos recuerdos nostálgicos de ello, y es muy emocionante formar parte de esta gran familia. Es el primer trabajo de voz que hago, me ha entrado el gusanillo y por eso haré más este mismo año. Es maravilloso, porque te permite contar una historia desde tu propia expresión vocal. Y también me gustaba mucho mi personaje, con el que me identifico mucho por su capacidad de tolerancia. No hay apenas distancia entre yo y Sunny (Starscout).
-¿Era consciente del calado cultural de “My Little Pony”? Hay muchos adultos, incluso, que son fans acérrimos.
-No creo que estuviera enterada del todo, ni mucho menos. Internet ayudó. Por supuesto, recordaba ver la serie animada de pequeña, pero no al nivel de gente que arrastra ahora a todos sitios. Lo acabo de empezar a entender y, en cuanto se anunció mi participación recibí muchos mensajes positivos de los “bronies” (nombre que se da a los aficionados a la franquicia). Me encantan este tipo de comunidades, así que espero que me reciban con los brazos abiertos.
-Muchas veces, este tipo de películas, por ser de animación o estar relacionadas con los juguetes, se califican como “solo para niños”. ¿Qué le diría a otros espectadores para que la vean?
-Hace nada, la vi por primera vez con una de mis mejores amigas, que tiene mi edad. Y las dos estuvimos riéndonos absolutamente todo el metraje. Sin poder parar. Esta película es muy divertida, tiene mucha música y toda me parece buena. Se queda como pegada en tu cabeza. Y tiene mensajes de vida muy importantes, como el que ofrece sobre la diversidad. O el que aporta sobre la amistad, sobre abrazar otras culturas, temas que son universales y atemporales.
-¿Estaría de acuerdo con que la película trata sobre superar prejuicios?
-Estamos en el Reino de Equestria, en esa especie de futuro de que plantea la película, donde los ponys, los pegasos y los unicornios han sido educados en el odio y en el no poder ser amigos. Sunny, mi personaje, es una activista contra esa manera de pensar, explicando muy claramente su mensaje. Cuando descubre a un unicornio, al que también juzga erróneamente al principio, se da cuenta de que precisamente esa desunión es lo que ha hecho que se pierda la magia del reino. Me parece una forma excepcional de contar la historia y, de paso, llevarla a la vida real y a los problemas con lo que niños y niñas lidian día a día. Y además lo hace de una forma muy inteligente y muy didáctica, para entender que en esa inclusividad y en esa aceptación reside el poder crear nuevas amistades.
-Películas como esta suelen etiquetarse fácilmente en lo “femenino” (”girly”) o lo que es “para chicas”…
-Creo que esa perspectiva conduce a error, porque es una película muy redonda. Es una película que te deja en un muy buen lugar cuando la acabas, te aporta magia. Y a todos nos viene bien un poquito de magia en nuestras vidas de vez en cuando.
-Esa magia pasa también por volver a cantar, algo en lo que ha ocupado buena parte de su carrera profesional. ¿Cree que vuelven definitivamente los musicales?
-En realidad no creo que se hayan marchado nunca del todo. Nunca se fueron, solo que ahora vuelven a ser relevantes en el “mainstream”. Para mí, siempre lo han sido.
-¿Y tienen algo que ver películas como “La La Land” o la nueva “West Side Story” que está a punto de estrenar Steven Spielberg?
-Creo que sí, pero a la gente siempre le ha gustado ver esos espectaculares números musicales en la gran pantalla. Siempre vas al cine un poco por escapismo, para viajar, de algún modo. Siempre he sido una loca de los musicales y, de hecho, mi primer recuerdo de una película es “West Side Story”, cuando tenía unos 3 años. Siempre tendrán un hueco importante en mi corazón. Alguna vez lo he dicho, pero para que mi corazón siga contento, para ser del todo feliz, tengo que hacer al menos un musical al año. Da igual qué más pueda pasar en mi vida.
-¿A qué musical vuelve siempre? ¿Cuál es tu favorito?
-Hay muchísimos. “West Side Story” tiene que estar ahí, y también soy muy fan del trabajo de Jonathan Larson. Poder estar en “tick tick… Boom!” es algo que me hizo muchísima ilusión, igual que “Rent”, que lo he hecho dos veces. Son clásicos, pero son mis clásicos.
-¿Me puede adelantar algo de “Cambio de princesa 3″, que ya está en posproducción?
-Sí, la tendremos para estrenar estas navidades en Netflix. Y estoy muy emocionada, porque será la última de la saga. Una vez más interpreto a tres personajes, así que te puedes imaginar lo loco que ha sido todo. Los fans pueden esperar el colofón que merecen y disfrutar de una película navideña como es debido.
-¿Cuál cree que es la mayor lección de “My Little Pony: una nueva generación?
-Hay varias cosas. Quizá la más importante sea intentar explicar cómo uno puede dar con su propia luz, con su propia esencia. Es una película sobre abrazar nuestra propia manera de ser especiales pero, a la vez, entender que cada uno tiene la suya y que podemos entendernos perfectamente. No porque alguien se vea distinto o tengas costumbres distintas significa que nos tenemos que distanciar, todo lo contrario.
-¿Es la película quizá más atrevida que otras de corte infantil en ese mensaje de “inclusividad”?
-Totalmente. “My Little Pony” se ha mantenido tanto tiempo en el “mainstream” porque siempre se ha inclinado por un tono aleccionador sobre el respeto a los demás. No tienen miedo a diferenciarse y a marcar límites morales en sus personajes. Y eso es algo que a los adultos tampoco nos viene mal recordar. Me pienso quedar con todas las cajas de figuras y juguetes que me han regalado y las abriré con mis hijos, en cuanto tenga, mientras les pongo la película.