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Literatura

Michel Onfray: «Putin es explícitamente fascista: no reconoce la libertad individual, la libertad de expresión, la libertad de prensa»

Con la excusa de la publicación de su brillante ensayo sobre la Filosofía a través del arte («El cocodrilo de Aristóteles»), el pensador francés analiza la actualidad europea

el pensador francés Michel Onfray
el pensador francés Michel OnfrayLa RazónLa Razón

Un paseo literario por la pluma de Voltaire, la bata de casa de Diderot, la taza de té de Karl Marx y otros íconos pictóricos asociados a los más grandes pensadores de la historia universal. El filósofo francés, Michel Onfray, se da el gusto. Saborea cada descripción, cada relato, cada cuadro. En conversación con LA RAZÓN, el prolífico autor de un centenar de libros publicados y pensador respetado en Francia, presenta con orgullo su nueva obra «El cocodrilo de Aristóteles», publicada ahora en español por la editorial Paidós: «Allí cuento, desde los presocráticos hasta Jacques Derrida, lo que ha sido el pensamiento durante veinticinco siglos, a partir de lo que los pintores han mostrado. Es un reto para un artista poder resumir toda una filosofía en una anécdota y luego pintarla de manera que un solo objeto sea la quintaesencia que lo resume todo –explica el filósofo–: Diógenes y su cuenco, Sócrates y la copa de cicuta que significa su muerte, Aristóteles y su cocodrilo, que muestra que no se preocupa por las “ideas ubicadas en un cielo inteligible” como Platón, sino que prefiere la realidad más concreta, incluso en forma de cocodrilo, de carne y hueso».

La sucesión resulta lógica e incluso fácil para Onfray. Va recorriendo la historia en orden cronológico y se detiene a escudriñar los cuadros que dibujan a Pitágoras, Epicuro, Séneca, Tomás de Aquino, Montaigne, Maquiavelo y, ya más adelante, Freud con sus anzuelos, Sartre con sus ojos saltones e incluso Derrida con su gato. El pensador francés no se decanta por ninguno en especial, respetando lo que se ha propuesto como misión fundamental: popularizar la Filosofía (punto importante ahora que en España el debate está abierto de par en par). Pero sí que hace un guiño a los pensadores más contemporáneos. No solamente por una cuestión de afinidad de época, sino también porque los cuadros del siglo XX ya no ofrecen la «facilidad de análisis» – si se permite el término– de los elementos judeocristianos. Hay que observarlos más, desmenuzarlos más; y Onfray, ateo y hedonista, se da un regalo con esa tarea.

Como explicaba el crítico de este periódico Pedro Alberto Cruz Sánchez, el autor «busca en cada cuadro seleccionado el “analogon” que sirve para expresar un sistema filosófico concreto. ¿Y qué es el “analogon”? Según sus propias palabras, “el objeto que sirve para expresar el todo: es el nombre de la metonimia pictórica”. En cada obra, Onfray busca el detalle a partir del cual se reconstruye un modelo de pensamiento».

Pero si bien estudiar los símbolos de los grandes filósofos de la Historia es apasionante, no podemos dejar pasar la ocasión de preguntar a Michel Onfray sobre la actualidad de Francia y del mundo. El filósofo es un invitado frecuente en los estudios de la televisión francesa y su opinión, siempre punzante, es escuchada con atención.

¿Y si además de describir pictóricamente a Platón, pidiéramos a Onfray analizar filosóficamente a Vladimir Putin?

Putin es explícitamente fascista: no reconoce la libertad individual, la libertad de expresión, la libertad de Prensa [suelta sin tapujos]. No le interesa el juego democrático ni las elecciones libres, ni el parlamento, ni la independencia de la justicia o la separación de poderes. Encarcela arbitrariamente a sus oponentes, los manda a fusilar en medio de la calle o simplemente, los envenena. Este hombre, que quiere reconstruir el Imperio ruso, se está dando a sí mismo los medios fascistas para hacerlo. La reivindicación histórica es siempre un pretexto para este irredentismo que está siempre en el origen de las guerras.

En su blog personal, Onfray publica un artículo titulado «Putin no está loco» y explica cómo el presidente de Rusia se basa en la Filosofía para justificar sus decisiones militares. Afirma que Putin pasó «de la paz perpetua de Kant a la guerra de Clausewitz».

¿Cómo sucedió esa transición? ¿Qué ideas sirven de trampolín por la invasión de Ucrania?

[Responde con Historia y realpolitik] Digamos que la Francia de Mitterrand y la Europa que le acompañaba en los años 90, despreciaron el pedido de ayuda de Gorbachov que, con la glásnost y la perestroika, quería sacar a la URSS del bolchevismo para convertirla en un país moderno. Mitterrand prefirió a Yeltsin y su fórmula ultra liberal que planteaba vender por pedazos la URSS al FMI. De allí surgió una oligarquía, o más bien una mafia, que Putin preparó y controló, para luego apoyarse en ella. En ese momento, era necesario avanzar en el proyecto «gaullista» de una Europa que se extendiera desde el Atlántico hasta los Urales. Pero la «Europa de Maastricht» rechazaba esa idea que se oponía a Estados Unidos y China. Y esa «Europa de Maastricht» dio a luz a Putin, que hoy está concretando su venganza. Este hombre es el prototipo de lo que Nietzsche llamó «El Hombre del Resentimiento». Putin se rige por su pasado: el ayer es la razón del mañana y el pasado es la clave de su futuro.

¿Qué le causa más temor a Putin: las armas de la OTAN o el occidentalismo?

No le teme a nada. Es su fuerza ante Occidente, que le tiene miedo a todo. Putin no tiene nada que perder, juega con la sangre de su gente mientras Occidente no soporta una sola muerte.

El domingo pasado se desarrolló la primera vuelta de las elecciones presidenciales y, como confirmaban los sondeos previos, se confirmó la victoria de Emmanuel Macron, que pasa a una segunda vuelta junto a la candidata de extrema derecha, Marine Le Pen. Michel Onfray no se corta, califica el proceso del domingo como una «parodia de elecciones» y fiel a sus convicciones, no acudirá a las urnas: «No votaré en estas elecciones simulada donde ya conocemos, antes de la consulta, la naturaleza de las políticas que se llevarán a cabo después de la consulta. No voto, del mismo modo que no compraría un billete de lotería en la que no hay premio», asegura tajante el filósofo. Argumenta que realmente no hay ningún candidato que proponga «la salida de Maastricht»; y mucho menos Macron, el ganador en esta primera vuelta, a quien ha dedicado un libro entero titulado «Foutriquet», que traducido al español sería algo así como «Don Nadie»: «Él es el hombre del sistema maastrichiano emblemático», acusa. Es el hombre de la banca, de los medios de comunicación, de Bruselas, de Davos... Es el señor del capitalismo liberal que apunta a la transformación del mundo en un gran mercado global donde todo se alquila, se vende, se compra, se tira».