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Juan Eslava Galán: “El espíritu crítico es fundamental”

El escritor publica, junto a Antonio Piñero, “Viaje a Tierra Santa”

El escritor Juan Eslava Galán
El escritor Juan Eslava Galánlarazon

Juan Eslava Galán salió pronto de su tierra, Jaén, y desde entonces no ha dejado de hacerlo. Es un trotamundos nato y cuando las circunstancias vienen a contrapelo y le impiden apretarse el morral a la espalda, lo que hace es viajar leyendo, escribiendo novelas o, como en este caso, entregando al público un volumen de viajes, género al que tiene cogido el truco y que siempre adereza con provechosas enseñanzas y amenidad, las dos virtudes del conocimiento. La tercera, tan esencial como las anteriores, es el humor, rasgo que también maneja con envidiable soltura. «Siempre he sido viajero. La literatura de viajes me interesa mucho como lector y también para cultivarla. Es pedagógica y te divierte. Éste, además, viene con toda la sapiencia de Antonio Piñero, un especialista mundial en el tema. Los caminos aportan conocimiento. Yo soy un viajero del sillón con ojeras, pero cuando te metes en senderos, ves paisajes y percibes lo que no percibías. Y luego están las comidas. Yo hablo de las comidas, así que completo bastantes palos».

El autor habla de «Viaje a Tierra Santa» (Booket), una larga conversación, entre dos amigos pateadores del mundo, sobre lugares santos que tantos peregrinos atraen cada año y que tanta sangre ha costado a lo largo de los siglos. «En nombre de la fe, las grandes religiones, las monoteístas, han hecho auténticas barbaridades. Fue bueno separar pecado y delito», comenta Eslava Galán. Y, para explicarse mejor, precisa. «Hemos tenido suerte de que tuvimos la Ilustración, que no ha hecho ninguna otra cultura. Ahí diversificamos y pusimos el pecado en una parte y el delito, en otra. Los separamos. Y ahora tenemos conciencia para creer o no lo que quiera cada uno, porque para lo que uno es pecado, para otro, no lo es».

Eslava Galán, un enamorado de la historia, se define como «agnóstico, no soy ateo, que es otra religión aparte» y reconoce que «me interesa el hecho religioso, porque somos de cultura judeocristiana y está bien indagar en nuestra cultura». El escritor ya había nadado por las procelosas aguas de las creencias en «La Biblia contada para escépticos» y «El catolicismo explicado a las ovejas». En estas páginas remata la terna y ofrece una mirada enjundiosa, repleta de datos y con un añadido especial en el que merece detenerse. «Mostramos cómo era realmente Jesucristo, que a lo mejor era distinto a como nos lo pinta la iglesia. Si nos ponemos a pensar en su persona, en su contexto, es muy notable el aspecto de rebelde que tiene, pero si hubiera que ponerle un defecto sería, por ejemplo, cierto pronto que tenía. Yo soy una persona de campo y cuando paso por una higuera y no tiene frutos, no me enfado. Él, en un evangelio, la seca por eso mismo... Y la que montó en el mercado, también era un poco salirse de madre».

-¿La rebeldía es importante?

-He llegado a un momento en que a uno le da igual lo que piensen de uno y ya dices lo que piensas. Yo soy un gordito calvo que no se rebela, pero el pensamiento es mi pensamiento. Y esta rebeldía, que es la que importa, junto al espíritu crítico, es fundamental. El que no lo tiene, se aborrega».

Juan Eslava Galán aplica esta reflexión al mismo Jesucristo y comenta, con infinito respeto, que «Jesús hace una crítica porque había muchos hipócritas entre los fariseos. En ese sentido era un rebelde porque iba contra lo establecido. En su doctrina lo era, sin duda. Y los romanos, no los judíos, lo mataron por eso, por rebelde».

-¿Qué da viajar a los lugares religiosos cuando no se es religioso?

-Jerusalén es fascinante. No solo por los santos lugares, el Santo Sepulcro... Es que es una auténtica una Disneylandia arqueológica. Pero también es interesante observar a la gente con fe. Una de las mayores impresiones de mi vida fue la procesión de velas y antorchas que hacen en Lourdes con los enfermos e impedidos en sillas de ruedas. Es en medio de la oscuridad. La fe es impresionante incluso para la gente que no la tiene.

-¿Es de los de poner la otra mejilla si llega el caso?

-Si no me queda más remedio, pero soy mayor y si puedo no la pongo.

-¿Fue a Tierra Santa como peregrino, escritor o historiador?

-Como curioso, y se refleja en el libro. Somos dos curiosos a los que les interesa el hecho religioso. Si no eres creyente, notas más cosas. .

-¿Escéptico?

-En la vida conviene ser escéptico, porque nos la dan en cuanto pueden. La vida es un puro engaño; en la vida hay que ir cuestionando las cosas.

-¿Tierra Santa ha merecido tantas guerras?

-Claro que no, pero está empapada de sangre. Y a veces por perfectos absurdos. Nada justifica una guerra, porque todo se arregla hablando. Pero Europa también empañada de sangre por las guerras religiosas.

-¿Por qué las religiones, que venden entendimiento, generan tanto odio?

-Solo sucede con las religiones monoteístas. Las demás no se meten con nadie. El monoteísmo dice que su religión es la buena y que la tuya es la mala, así que te conviertes o te persigo.

-¿Viajar en compañía, convierte el viaje en una especie de diálogo socrático?

-Claro. Cuando se va con alguien instruido es una pura delicia, porque quieres absorber el conocimiento. Es lo que ocurrió en realidad en este libro. El diálogo se está perdiendo. Cuando vas a un restaurante, reparas en que los jóvenes ya no hablan entre ellos y están pendientes del móvil. Cuando hay una tertulia en la televisión, hablan todos al mismo tiempo. Antes nadie se quitaba la palabra. Los políticos están retrocediendo en este aspecto. No quiero apuntar a nadie, pero si vemos la generación de políticos de la Transición, a la izquierda o la derecha, veías que estaban formados... En este salón de ministros no caben sillas. Hay un montón de indocumentados. Hay gente que no se serviría ni para ser barrendero, profesión para la que necesitas el certificado de primaria.

-¿Hay que enseñar religión en las aulas?

-La religión se enseña en casa o en la parroquia. En la escuela debería haber una asignatura sobre las creencias del mundo, donde se explique el cristianismo o qué diferencia el catolicismo del protestantismo... pero que no trate de convencerte, que solo intente informarte. Por lo menos el cincuenta por ciento de los motivos que vemos en la pintura y la escultura en Occidente tienen que ver con la Biblia. Pero la gente no tiene ni idea de ella y no saben interpretar nada. Por eso, escribí, un libro, “La madre del cordero”, que es sobre iconografía cristiana.