Así nació “La Marsellesa”, el himno oficial de Francia: esta es su historia y su trágico origen
El 14 de julio de 1795, esta obra fue admitida como canto nacional del país galo, y desde entonces, ha sido prohibida hasta en dos ocasiones por su carácter bélico y sangriento
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Es uno de los himnos más conocidos del mundo. Belicoso, guerrero, con austera fuerza y que probablemente ha impactado alguna vez a cada persona que lo haya escuchado, susurrado o tarareado. Cantado con orgullo por los franceses y levantando pasiones en personas de otros países, que ven esta imponente obra como una de las piezas más importantes de la historia de la música. Hablamos de “La Marsellesa” (”La Marseillaise, en francés), himno nacional de Francia.
Prohibida en un par de ocasiones a lo largo de su historia, esta marcha fue escrita por el militar, poeta y compositor Rouget de Lisle en 1792. Sin embargo, hasta tres años después no se admitió como el canto oficial del país.
De Lisle era capitán del regimiento llamado “les enfants de la Patrie” (los hijos de la Patria) y poco antes de que naciera el epinicio, Francia le había declarado la guerra a Austria por amenazarlos tras haber encarcelado al Rey y a la Reina, el 20 de abril de aquel año.
Unos días más tarde, el 24 de ese mes, el alcalde de Estrasburgo supo la noticia, convocó a varios oficiales y les pidió que se compusiera un cántico patriótico para el ejército del Rhin. Circularon casi 200 composiciones diferentes y más de 2.000 canciones populares de contenido político, según los especialistas, entre 1789 y 1800, de los que la mayoría procedieron de esta petición. Circulaban en hojas volantes o en opúsculos y almanaques, se reproducían en los periódicos y hasta se recopilaron en cancioneros, pero el que más gustó fue el de De Lisle.
El francés se inspiró en un cartel que había visto en la calle, en el que se podía leer “Aux Armes, citoyens!” (¡Ciudadanos, a las armas!) y tituló su canto de guerra. No tardó mucho en convertirse en una canción de guerra, y en todo un himno de revolución. En julio de aquel año, voluntarios marselleses que marchaban hacia París lo entonaron, y de ahí viene su nombre.
También se dice que “La Marsellesa” tiene carácter bélico porque, según algunos expertos, fue pedida por el mismísimo rey Luis XVI en 1792 para la contienda contra el enemigo austriaco. Un año más tarde, eso sí, el monarca fue asesinado y sus verdugos le cortaron la cabeza, marchando al son de este canto. Por supuesto, también fue entonado durante la Revolución Francesa.
Durante décadas, fue prohibido con la llegada de Napoleón al poder y la posterior Restauración francesa, hasta que volvió a ser el himno nacional desde la III República, iniciada en 1870. Asimismo, volvió a ser censurada entre 1940 y 1945, ya que se consideró como un símbolo de resistencia a la ocupación alemana y al régimen colaboracionista de Vichy, y tras ese periodo, permaneció, tras ser instaurado por tercera vez como cántico oficial tras el término de la II Guerra Mundial.
La ley Fillon, para la reforma de la educación, adoptada en marzo de 2005, incluye la obligación de su aprendizaje en la educación infantil y primaria. Cuenta con siete estrofas, aunque en Francia solo se canta la primera y el estribillo. Su letra contiene violencia, se interpreta como racista en el país galo y se considera como una “copia” de una canción anti-inglesa muy popular durante la Guerra de los Siete Años.
“El sangriento estandarte de la tiranía ya está levantado contra nosotros”. Su letra ha despertado y despierta todavía controversias. Muchos la consideran demasiado sangrienta y hasta inapropiada y piden que se “suavice” su virulencia: “¿Escuchan en los campos, rugir a esos feroces soldados? Ellos vienen a degollar a nuestros hijos y a nuestras compañeras”. De hecho, algunas celebridades como el jugador de la selección francesa de fútbol Karim Benzema declararon que no cantan el himno por instar a una contienda bélica. “Si escuchamos bien, llama a ir a la guerra, y a mí eso no me gusta”, indicó en una entrevista para Vanity Fair
Esta es la letra de “La Marsellesa”, el himno de Francia, en español
Primera estrofa
¡En marcha, hijos de la Patria,
ha llegado el día de gloria!
Contra nosotros, la tiranía alza
su sangriento pendón. (bis)
¿Oís en los campos el bramido
de aquellos feroces soldados?
¡Vienen hasta vosotros a degollar
a vuestros hijos y vuestras compañeras!
Estribillo
¡A las armas, ciudadanos!
¡Formad vuestros batallones!
¡Marchemos, marchemos!
¡Que una sangre impura
inunde nuestros surcos!
Segunda estrofa
¿Qué pretende esa horda de esclavos,
de traidores, de reyes conjurados?
¿Para quién son esas innobles cadenas,
esos grilletes preparados de hace tiempo? (bis)
Para nosotros, franceses…
¡Ah! ¡Qué ultraje!
¡Qué transportes debe suscitar!
¡A nosotros, se atreven a intentar
reducirnos a la antigua servidumbre!
Tercera estrofa
¡Cómo! … ¿Cohortes extranjeras
harían la ley en nuestros hogares?
¡Cómo! … ¿Esas falanges mercenarias
abatirían a nuestros fieros guerreros?(bis)
¡Dios santo! ¡Encadenadas por otras manos,
nuestras frentes se inclinarían bajo el yugo!
¡Unos déspotas viles serían
los dueños de nuestros destinos!
Cuarta estrofa
¡Temblad, tiranos! Y vosotros, pérfidos,
oprobio de todos los partidos,
¡Temblad! ¡Vuestros planes parricidas
recibirán por fin su merecido! (bis)
Todos son soldados para combatiros.
Si nuestros jóvenes héroes caen,
la tierra produce otros,
listos para luchar contra vosotros!
Quinta estrofa
Franceses, asestad vuestros golpes
o retenedlos, magnánimos guerreros:
perdonad a esas víctimas tristes,
que a su pesar se arman contra nosotros. (bis)
Pero no a esos déspotas sanguinarios,
esos cómplices de Bouillé,
todos esos tigres que, despiadados,
desgarran el seno de su madre!
Sexta estrofa
Amor sagrado de la Patria,
conduce y sostén nuestros brazos vengadores!
Libertad, Libertad amada,
combate con tus defensores! (bis)
Que la victoria, a tus voces viriles,
acuda bajo nuestras banderas;
que tus enemigos, al expirar,
vean tu triunfo y nuestra gloria!
Séptima estrofa
Entraremos en el camino
cuando nuestros mayores ya no estén aquí;
encontraremos sus cenizas
y la huella de sus virtudes. (bis)
Menos deseosos de sobrevivirles
que de compartir su tumba,
tendremos el orgullo sublime
de vengarlos o de seguirlos.