Sección patrocinada por sección patrocinada

Teatro

Raúl Pérez: «Los límites de la comedia los marca el código penal»

Está preparando ya su tercer montaje teatral y para la próxima temporada continuará con el podcast «Érase una voz»

El imitador y humorista Raúl Pérez
El imitador y humorista Raúl PérezLa RazónLa Razón

Seguramente su cara y su voz no completen su búsqueda mental pero cuando le escuchen imitar a algunos de los más de doscientos personajes que anidan en su garganta, le identifican seguro. Se llama Raúl Pérez y es uno de nuestros mejores imitadores. Mientras se relaja en la playa, nos cuenta sus próximos proyectos: Seguir en Movistar+, en la Cadena SER y con el podcast “Érase una voz (Sonora)” mientras ultima una colaboración en prime time en un canal generalista así como su tercer montaje teatral. Sin todos sus personajes rondándole como un avispero, hablamos con el hombre que se esconde detrás de todos ellos.

¿Cuántos personajes tiene en la cabeza?

Muchísimos. No los he contado pero seguro que son más de doscientos, entre los que están de plena actualidad y los que la van perdiendo.

¿Cómo estudia a cada uno de ellos?

La práctica es continua y casi enfermiza. Hay una técnica que me ayuda y pasa por ver muchos vídeos del personaje. Luego les quito el audio para imitar sus gestos, su forma de expresarse con el cuerpo, los tics... También al contrario, escuchar muchas veces su voz sin imagen y luego componerlo de forma global.

Lo más difícil ¿es la voz, emular los gestos?

Igual que en una película o en una obra del teatro el guion es el 70 % de todo, en la imitación la base es la voz. Si tengo la voz de una forma muy aproximada, construyo la imitación desde un punto de vista más seguro.

Supongo que para su oficio, lo fundamental es tener un buen oído.

Claro. Y es algo que no sé ni cómo explicar, pero sucede. Es un proceso mágico que se produce en mi cerebro: Escucho la voz del personaje, practico hasta la saciedad y lo voy llevando por esa especie de canal cerebral hasta reproducirlo lo más fielmente posible. Se necesita buen oído y mucha práctica. Ha personajes que te los tienes que trabajar muchísimo hasta que cuajan.

Boris Izaguirre, Miguel Bosé... como ocurría con Jesús Hermida y tantos otros, son fáciles porque tienen peculiaridades muy definidas, pero, ¿qué hace con los que son más planos?

Ahí está la dificultad: en los que son más ponderados y hablan con mesura, sin inflexiones ni acentos... Te tienes que apoyar mucho en la expresión corporal de cada personaje: un arqueo de cejas, un tic con las manos... y ese es mi punto de partida.

¿Con quien no ha podido o le ha costado la intemerata?

Hace años se me resistió mucho tiempo Iñaki Gabilondo. Me costó lo indecible hasta que logré una aproximación bastante buena. Pero casi lo dejo de forma desesperada. Un día, encontré la forma en que entonaba as frases, o cómo advertía lo que pasaría en un futuro. A día de hoy, me sigue costando Ibai Llanos. Aunque le he hecho la imitación a él mismo y sí le gusta, yo no estoy del todo conforme.

Es decir, que este curso le toca “tercero de Ibai”

Sí, sí. Y cuarto y quinto. Hasta que lo borde (risas).

¿Por qué todo imitador canta bien: Pajares, Esteso, Martes y Trece, José Mota, Edu Soto... ?

Porque el oído es la base fundamental. Iñaki de la Torre (de la SER) me decía que tengo oído absoluto, es decir, que no me hace falta escuchar un acorde una canción para entrar al tono. Eso ayuda, claro. El oído, a fin de cuentas, es musicalidad. De hecho, claro que también canto.

¿Y qué música escucha?

Estoy pasando una fase bastante heterogénea porque tengo dos niñas pequeñas. No obstante, ahora les estamos poniendo música de los ochenta y noventa: Cyndi lauper, Witney Houston, Rick Astley...

¿Los imita?

A Rike Asley sí, pero ellas son más difíciles. Pero vamos, que oigo música de todo tipo, mi hija de cinco años se sabe de memoria el SloMo de Chanel.

Y a los cantantes actuales, ¿también los imita?

A Tangana le he imitado en mi programa “Expediente Pérez” de Movistar + pero... ¡haciendo un dueto con Leonardo Dantes!: Con Rosalía, igual me atrevo.

Hay quien se molesta porque le imitan y quien se molesta por todo lo contrario...

Enfadarse no se me ha enfadado nadie, que yo sepa. Viví la época de los guiñoles y ahí sí que los políticos demandaban ser imitados. Sí te contaré que Pablo Echenique me enseñó, por mensajes privados, como debía imitar su risa.

¿Por qué hay tanta tradición de imitadores en nuestro país?

Porque somos una fuente de comedia inagotable y bebemos de grandes fuentes como el costumbrismo. En cualquier punto de España hay un crío imitando a su profesor, una mujer a su marido, una nuera a su suegro... Es como que lo llevamos en los genes. Luego hay que desarrollar esa aptitud hasta convertirla en profesión.

¿Dónde está el límite del humor en esta sociedad tan pastoril?

Es complicado porque vivimos un momento difícil pero la comedia es una especie de bálsamo para transitar por esta situación. Para mí la comedia no tiene límites salvo los que marca el Código Penal. No hay más. Si como cliente no te gusta algo que hace un cómico, no lo consumas.

”Te parecerá bonito que te haya pagado la carrera de Teleco para terminar siendo cómico”... ¿Cuántas veces se lo han dicho sus padres?

Hicieron muchos esfuerzos para pagarme la universidad pero, aunque parezca paradójico, si no llego a estudiarla no estaría donde estoy porque, al empezar a trabajar como ingeniero conocí a una persona vinculada a los “Guiñoles” de Plus y a otra persona que estaba emparentada con alguien de la radio y terminé en el ¡Anda, ya! Ejercí tres años y fueron los más valiosos de mi vida.

Cuando sueña o se imagina cosas, ¿lo hace con su voz o se le va a sus diferentes imitaciones?

Pfff. Cuando sueño lo hago con música de cine mudo. Pero si sale una voz, seguro que debe ser la mía, que emerge del inconsciente.

Un reto imposible... ¿Cómo sería la voz de Dios?

Como Dios es omnipotente podría incluso ser mudo. Me le imagino hablando por gestos.

De entre tantas voces como tiene en su cabeza, ¿a veces pierdes la suya?

La tengo diluida. Muchas veces no me doy cuenta y la recupero cuando estoy de vacaciones. Es cuando me pregunto: “¿cómo hablaba yo?”. Lo bueno es que puedes decir las cosas de diferentes formas y acoplar la voz al momento adecuado.

¿Entrena de algún modo, se sigue formando?

He tenido foniatras, coaches vocales para colocarla y modularla. Pero ahora, básicamente, la cuido. No cometo excesos: no fumo, bebo alcohol de forma moderada, no grito...

Está en una cena y el típico plasta le dice: “¿Por qué no imitas a....?”... ¿Le mata?

Matar aún no... (risas). Me sale más orgánico hacerlo sin que me lo pidan. Aunque si es alguien a quien le gusta mi trabajo, lo hago. A mis hijas, por ejemplo cuando les cuento un cuento, me pide el cuerpo hacerles voces. Pero, esto es como estar cenando con un médico y pedirle que te mire la próstata.

¿Su planazo de verano?

Estar en la playa con mi mujer y mis niñas viendo como se pone el sol. Estar en familia es lo más placentero. Estar con la gente que amas y que te ama.

De acuerdo, pero no olvide decirles que las quiere con su voz.

(risas) ¡Eso, siempre! Ya te he dicho que desconectado, vivo con mi propia voz.