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Estreno

Leslie Manville, contra la élite de la alta costura

La veterana actriz protagoniza “El viaje a París de la señora Harris”, un drama edulcorado pero bien narrado en el que se mezclan “Paddington” y “El hilo invisible”

Leslie Manville en "El viaje a París de la señora Harris", en el que da vida a una viuda y limpiadora del Londres de posguerra
Leslie Manville en "El viaje a París de la señora Harris", en el que da vida a una viuda y limpiadora del Londres de posguerraUNIVERSAL PICTURES

Sabía que le sería útil en el anecdotario. Y allá se lanza: “Cuando tenía 18 años y me acababa de ganar mi primer sueldo como actriz, vi un vestido que valía 30 libras. A finales de los setenta eso era muchísimo dinero. Y era un vestido de época, y encima de noche, o sea que no me lo iba a poner jamás. Pero quería verlo en mi armario. Lo curioso es que, como 20 o 25 años después, tuve la oportunidad de llevarlo en el Festival de Cannes. Así que se amortizó solo, supongo. ¡Y todavía quepo dentro!”, confiesa risueña Leslie Manville (Reino Unido, 1956), que esta semana estrena “El viaje a París de la Señora Harris”, película basada en la serie de novelas de Paul Gallico.

Edulcorado híbrido entre esa “El hilo invisible” que la devolvió al Olimpo cinematográfico en términos de exposición y propuestas como “Paddington”, la nueva película de Manville la enfrenta a Isabelle Huppert, y a todo el mundo de la alta costura parisina, dando vida a una limpiadora viuda en pleno Londres de posguerra. Por un compromiso casi ético, su Ada se encapricha de un vestido de Dios, lo que la llevará a la ciudad de la luz para conseguirlo. Gracias a un diseño de producción majestuoso que se enamora del Londres más sucio y del París más lujoso, Manville viaja hasta la capital francesa buscando el vestido pero por el camino solo se encuentra clasismo y machismo, además de un reparto de secundarios de lujo que pasa por Jason Isaacs o el descubrimiento de Alba Baptista. A modo de mesa redonda con medios internacionales, Manville atendió a LA RAZÓN para hablar de moda, de viajes y hasta de la percepción de la clase trabajadora en la época.

-¿Cómo conoció el proyecto? ¿Por qué quiso formar parte de él?

-Me llegó el guion directamente, la verdad. No conocía el libro, siquiera. Así que sentí que la historia era muy fresca. Hace mucho tiempo que no interpretaba un papel así, por lo que creía necesario seguir nadando y no estancarme. Odiaría hacer siempre el mismo rol, en el mismo lugar del espectro social. Sentía que era una decisión importante, después de alcanzar relevancia con “El hilo invisible” o mi participación en “The Crown”. Siempre busco equilibrio y proyectos sólidos.

-La señora Harris, por su edad y por ser viuda, a veces parece invisible a ojos de los hombres. ¿Diría usted que “El viaje a París de la señora Harris” es una película feminista? ¿Cuál diría que es el mensaje?

-Sí, creo que es una película feminista. A lo largo de la historia, las mujeres han pasado por una invisibilización que era, claro, más terrible en los años que cuenta la película. Pero sigue pasando, por intolerantes que nos hayamos vuelto con esas actitudes. Ada, mi personaje, no se va a dejar pisotear ni amedrentar por ello, un poco como yo. Ella no se siente invisible, pero se indigna con cómo es ignorada por momentos. Ella no piensa en sí misma como insignificante, es la sociedad la que puede verla así. Pero eso es su problema, no de Ada.

-Hablando de lo contemporáneo, de cómo se interpreta ahora la edad. ¿Cree que Hollywood y el gran cine industrial han cambiado? ¿Sigue primando la juventud por encima de todo?

-Creo que ha mejorado. Y viene mejorando en los últimos cinco años, sobre todo por una cuestión estrictamente industrial. Hay una audiencia para que los papeles protagonistas los ocupen mujeres de edad. Queremos vernos en pantalla. Tener más de 40, 50 o 60 es un rasgo más, nunca uno definitorio. Estoy pensando en Meryl Streep, Judy Dench, Helen Mirren… todas son un seguro en taquilla si están al frente de la película, sobre todo cuando la historia que están contando no trata solo sobre lo viejas que son. Hace tiempo que debía ocurrir, pero estamos ganando la batalla y cada día la situación es mejor.

-Quería preguntarle por compartir pantalla, justamente, con otra de esas mujeres que lideran proyectos. En “El viaje a París de la señora Harris” actúa junto a Isabelle Huppert, de manera increíble, por primera vez.

-¡Por fin se alinearon los astros! Fue una experiencia de esas que una espera toda la vida. No sé si ella lo ve así, pero creo que ella es mi versión francesa y yo soy su versión inglesa. Las dos hacemos mucho teatro y fue divertido, porque nos dan los mismos papeles. También intentamos acercarnos al cine independiente, allá donde nos dejan. Y luego está el paralelismo más obvio, que es ella interpretando un papel calcado al mío en “El hilo invisible”. El trabajo fue increíble. Cuando tienes la oportunidad de trabajar con alguien así, solo quieres llegar antes al rodaje, porque entre ambas solo hay respeto por la otra. Por su trayectoria.

-Hay, en la película, ciertos toques de realismo mágico. ¿Cambia eso su manera de acercarse al personaje, a su interpretación?

-Sí, totalmente. Hay algo de cuento de hadas. Pero creo que yo no puedo tener que ver mucho con eso. Al menos con mi manera de actuar. Creo que es una capa que depende de la dirección, del tono que se le da a la película y que me encanta, claro. Pero si yo entrara en ese juego, no sería natural. Para evitar que la película sea demasiado edulcorada, dentro del viaje fantástico que es, debo mantenerme al margen de ello.

Tras "El hilo invisible" y "The Crown", Leslie Manville cambia de bando en la visión de la élite británica y europea para "El viaje a París de la señora Harris"
Tras "El hilo invisible" y "The Crown", Leslie Manville cambia de bando en la visión de la élite británica y europea para "El viaje a París de la señora Harris"UNIVERSAL PICTURES

-La señora Harris siempre ofrece amabilidad, pero a veces eso, en el mundo real, la acaba afectando. ¿Puede ser la amabilidad una debilidad?

-Es complicado. No creo que la amabilidad pueda ser nunca una debilidad, y creo que Ava también lo entiende así. Si tuviera las mismas oportunidades, tomaría las mismas decisiones. Pero es lo que decíamos antes, que ella tiene clarísimo quién es, son los demás los que van variando sus opiniones según se derriban sus prejuicios.

-De un tiempo a esta parte, ha compaginado su trabajo en el teatro con grandes producciones, estrenos internacionales. ¿Cuándo cree que se vio preparada para lidiar con ese cambio en la relevancia de sus proyectos?

-Sigo muy ligada al teatro, porque es mi pasión y porque es donde estoy llena de verdad, donde mejor se aprende, pero sí recuerdo un momento en el que sentí que necesitaba hacer otras cosas. Fue hablando con Helen Mirren, en una película para televisión en la que hacíamos de hermanas. Me explicó lo complicado que había sido para ella encontrarse cómoda ante la cámara. Y ahí entendí que tenía que explorar esa relación. Pero yo creo que el momento definitivo fue rodando “Topsy-Turvy”, con Mike Leigh, que es uno de mis directores favoritos. Ahí había un monólogo que me cambió para siempre. Porque recordé la conversación con Helen y, por fin, me sentí cómoda con ese tercer ojo explorándome, atrayéndome.

-La película parece estar cruzada por una dinámica de clase evidente. Más allá de la inocencia o de la cuestión de la moda. ¿Está usted de acuerdo?

-Totalmente. La película no solo trata sobre una mujer y un vestido. Es también un comentario social sobre la percepción de la mujer, la adulta, la joven y la que trabaja. Sobre lo duro que era ser percibido con dignidad si eras de la clase obrera. Es una declaración, también, sobre la percepción que se tenía en Inglaterra de la Francia de la posguerra, como un lugar casi idílico y glamuroso. Y la verdad que había realmente ahí, la de un país roto y dividido donde las diferencias de clase eran hirientes. Todo esto, claro, porque la gente no viajaba lo mismo que ahora. Ahí nació el romanticismo parisino moderno, una mentira que intentamos desmentir en la película. Y tiene todo el sentido del mundo hacerlo desde el mundo de la alta costura. Ahora, en cambio, esas industrias solo quieren tu dinero. Y no sé si hemos cambiado a mejor, porque realmente les da igual de dónde venga ese dinero o qué manchas tenga.