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Hergé, la vida era Tintín

Hasta el 19 de febrero, el Círculo de Bellas Artes de Madrid acoge «Hergé. The Exhibition», la mayor muestra monográfica creada hasta la fecha sobre quien dio vida al reportero más famoso del mundo del cómic
Javier LizonEFE

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Tintín somos todos. La línea clara de su flequillo, la fidelidad de Milú y los «¡mil rayos!» del Capitán Haddock han perfilado historias y aventuras que, sin entender de fronteras, forman parte de miles de generaciones, vidas y bibliotecas. No obstante, debemos permitirle a Hergé el merecido lujo de proclamarse en el mismo tono que hizo Flaubert con su Madame Bovary: «Tintín, y todos los demás, soy yo. Son mis ojos, mis sentidos, mis pulmones, ¡mis tripas!». El creador belga, padre del cómic en tapa dura, reflejó su descomunal ingenio artístico en unas viñetas que desde 1930 –año en que se publicaron por primera vez en «Le Petit Vingtième»–, han dado la vuelta al mundo alcanzando aún hoy un gran éxito. Algo que «no es casualidad ni azaroso, se trata de una historia extraordinaria porque tras ella hay un artista descomunal», explica Joan Manuel Soldevilla, escritor y «tintinólogo». «Tenía un talento extraordinario como dibujante de cómic, pero también era un artista polifacético, un diseñador de primer nivel, un publicista de rabiosa modernidad. Una figura de envergadura considerable», realza el experto. Por tanto, Hergé –y, por ende, Tintín–, significa pluralidad, atemporalidad y diversidad. Y así se demuestra en la mayor exposición monográfica creada hasta la fecha sobre el historietista: «Hergé. The Exhibition» aterriza por fin en Madrid tras viajar por París, Quebec, Seúl, Lisboa o Shangái. El icónico cohete con el que Tintín conquistó la Luna se ha instalado en la confluencia entre Gran Vía y la calle Alcalá como llamamiento a una muestra que, hasta el 19 de febrero, ocupará dos salas del Círculo de Bellas Artes.
Se exhiben más de 300 piezas originales del universo creativo de Hergé: ilustraciones, planchas, primeras ediciones, bocetos, estudios preparatorios, maquetas... Apunta Soldevilla que el visitante podrá asistir «a su rigor y metodología, al “making off” de los álbumes, pues cada plano de las aventuras de Tintín es fruto de una larga reflexión. Y eso lo vemos en el paso de bocetos agujereados a páginas impecables». Como decía el genio, «esbozo, tacho, borro, y vuelvo a empezar hasta que estoy satisfecho» y alcanzar esa línea clara que revolucionó y consolidó el concepto del cómic. Pues algo que preocupaba a Hergé era el poco caso que se le hacía al cómic en su época, no se le reconocía como un verdadero arte. Ahora, gracias a su pulso, acuarela y tinta china, las viñetas son consideradas como lo que él sentía: un auténtico medio de expresión artística. Pero eso no es todo: Hergé, además de dibujante y escritor –que no es poco–, fue un gran apasionado del arte contemporáneo y absorbió influencias de artistas como Modigliani, Miró, Lichtenstein o Warhol. Una inspiración que reflejó en algún óleo y, especialmente, en sus viñetas, así como en su propia colección de obras, que se incluyen en la muestra. «Hergé fue una persona permeable a los movimientos artísticos del siglo XX, las vanguardias empaparon sus creaciones. El arte pop fue para él una referencia, y viceversa, como se ve en el retrato que le hizo Andy Warhol» y que también se expone en el Círculo, apunta.

«Pro polémica»

Tintín y Hergé fueron, por tanto, espejo de la historia del siglo XX, época tan extrapolable en diversos aspectos a nuestros días. Y lo fueron tanto en términos artísticos como en sociales o políticos, pues el intrépido reportero asumió las consecuencias de recorrer los contrastes y diferencias del planeta. La exposición no evita tampoco la polémica. Ejemplo de ello es un muro, en el que el visitante observará de cerca todos los álbumes de Tintín en diferentes idiomas y de lejos una especie de collage con una cruz en el medio formada por el icónico blanco de la portada de «Tintín en el Tíbet» y rodeada del rojo de «El loto Azul». Explica Nick Rodwell, administrador del Tintín Imaginatio y del Musée Hergé –espacio que ha comisariado la muestra–, que «el Tíbet está crucificado por China, es un mensaje que queremos transmitir porque somos “pro Tíbet”». No obstante, cuando exhibieron en Shangái, en plena pandemia, «quitamos la cruz blanca y la rellenamos con ‘’El loto azul’' para formar una mancha roja y hacer felices a los chinos», añade sarcástico.
Otra polémica que ha rodeado al universo «tintinófilo» tiene que ver con la época colonialista belga. El mentor de Hergé y director del diario católico «Le Petit Vingtième», el padre Wallez, deseoso de dar publicidad del Congo a los jóvenes, le encargó una nueva serie. Así, el artista lleva a Tintín a conocer el país, con todas las connotaciones que ahora son comidilla de la cancelación, pero que entonces no figuraban en la conciencia social. Así se detalla en la cartela que acompaña en la muestra algunos de los bocetos: «La inocencia caricaturesca con la que representa a los indígenas y al país proviene de una documentación escueta cuya fuente es principalmente la Sección Colonial del museo de África de Tervuren, cerca de Bruselas. En “Tintín en el Congo”, criticado a menudo por su tono colonialista, Hergé refleja la mentalidad de su entorno y de su tiempo». En esta línea, y dentro de las actividades paralelas que se van a celebrar alrededor de la exposición, figura una tertulia sobre la descolonización de Tintín.
Ahora, el reportero inicia una nueva aventura a través de esta muestra en homenaje a su creador, y lo hace en España, un país que siempre lo ha valorado, aunque de manera tardía. Tintín llegó a nuestro país prácticamente 30 años después de haber nacido a través de la Editorial Juventud. De nuevo, se topó con esa escasa estimación que se tenía hacia el lenguaje del cómic, y la desconfianza se duplicaba al ser el primer tebeo vendido en librerías y con tapa dura. Poco a poco fue calando, hasta que «el fenómeno Tintín obtuvo una expansión lenta pero irreversible, proceso que empieza a dar frutos en los años 80 y que se consolida en los 90», resume Soldevilla. Además, el nacimiento de asociaciones alrededor del universo de Hergé desemboca en «un movimiento que es la punta de lanza de toda una pasión por Tintín, que adquiere su máxima atención hoy». El fiel compañero de Milú, tras casi un siglo de vida, sigue más vivo que nunca, señal de que se trata de uno más, del resultado de todos nosotros.
  • Dónde: Círculo de Bellas Artes. Madrid.
  • Cuándo: hasta el 19 de febrero.
  • Cuánto: 14,90 euros, entrada general.