Exposición

«Arte y naturaleza»: Cuando Kandinsky se adelantó al activismo ecológico

El CaixaForum de Madrid ofrece hasta el 9 de junio una atractiva exposición que refleja el diálogo entre arte y naturaleza

Lo vivo está de moda. Atrae lo cambiante, lo que altera, y qué mayor fuente de estímulos que la propia naturaleza. Siempre ha condicionado, pero también inspirado. Además de ser entorno, funciona como musa para tantos creadores, incluso como material de sus productos. Una relación entre, especialmente, cultura y naturaleza que vivió su «boom» a partir de los años 30. Fue entonces cuando nació el «biomorfismo», concepto que impregnó la creación artística tanto en Estados Unidos como en Europa y que se ha mantenido hasta hoy.

Independientemente del movimiento o de la disciplina, son múltiples los artistas para quienes lo orgánico resulta poético y visual. A Kandinsky, por ejemplo, le atrajeron las formas marinas. En su magnífica «Bleu de ciel» (1940), de la colección del Centro Pompidou, se distribuyen sobre un fondo azul coloridas figuras que recuerdan a microorganismos y a amebas. Lo montañoso, lo arbolado, se refleja en la serie «Concrétions» (1933), del escultor Jean Arp. Mientras que a partir de los 60 surge en Italia el «arte povera» y en Estados Unidos el «land art»: movimientos artísticos que emplean la naturaleza como materia misma de la creación a partir de plantas, piedras o plumas. El entorno irradia creatividad, y de ello da cuenta «Arte y naturaleza. Un siglo de biomorfismo», exposición que el CaixaForum de Madrid, en colaboración con el Pompidou de París, ofrece hasta el 9 de junio.

"Bleu de ciel", de Kandinsky (1940)
"Bleu de ciel", de Kandinsky (1940)Wassily Kandinsky

Multidisciplinar

Antes de afrontar esta curiosa muestra debemos tener en cuenta qué factores fomentan la relación entre artista y naturaleza. En primer lugar, aquel «boom» del «bioformismo» se produjo en una época de avances tecnológicos que permitieron ampliar a los artistas los conocimientos sobre el mundo natural. Ello se unió a que los del siglo XX integraron por primera vez la naturaleza como parte fundamental de sus creaciones, y que a partir de los 60 tomaron partido sobre su delicada fragilidad. Hay obras, algo que se mantiene hasta hoy, que buscan concienciar sobre la posibilidad de perder la naturaleza. Más allá de los ataques de activistas ecológicos a obras para reivindicar estos peligros, lo realmente interesante reside «en formas de arte que trasciendan evitando un literalismo plano», apunta Angela Lampe, comisaria de la muestra.

Exposición "Arte y naturaleza"
Exposición "Arte y naturaleza"FERNANDO VILLARAgencia EFE

Es una exposición multidisciplinar: son 83 obras entre pintura, escultura, arquitectura y diseño. Siguiendo un orden cronológico y temático, surge como una nueva y diferente oportunidad de acercarnos a la obra de Georgia O’Keeffe, Kandinsky, Picasso, Le Corbusier, Max Ernst o Simone Forti. Y se desarrolla a lo largo de cuatro ámbitos. El primero, «Metamorfosis», incluye a los artistas de vanguardia y surrealistas de los años 20, como es el caso del «L’abe pourri», de Dalí, o el «Femme égorgée», de Giacometti. Esta última, una impactante escultura que fusiona el cuerpo de una mujer, víctima de un crimen sexual, con la figura de una mantis religiosa. A continuación, «Mimetismo», sección donde, apunta Ignasi Miró, director del Área de Cultura y Ciencia de la Fundación laCaixa, «se hace visible lo invisible» (a través, por ejemplo, de la microbiología).

En el tercer ámbito, «Creación», la naturaleza es la obra, y la muestra cierra con «Amenaza». El espectador llega a esta último área con una sensación de vitalidad y cambio que de alguna manera se estremece y casi anula. Piezas como «Pollution-cultivation-nouvelle écologie», de Tetsumi Kudo –un inquietante jardín posnuclear– expresan los estragos de la invasión humana, el miedo al efecto que las personas provocan en la naturaleza, y hasta qué punto existe el riesgo de no contar más con su inspirador aliento.