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Bayreuth conjura el fantasma de Hitler

Más vale tarde que nunca. Un simposio sobre la controvertida relación del festival wagneriano con el nacionalsocialismo será sin duda uno de los reclamos de la edición de 2017.
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La tan comentada relación entre la obra del compositor Richard Wagner y las bases del nacionalismo de Adolf Hitler siempre ha sido un tema tabú en la cima de la Verde Colina. A pesar de los esfuerzos de los sucesores del músico alemán y de la reputación a nivel internacional que se ha ganado el Festival de Bayreuth, las evidencias de su vínculo con el Tercer Reich siguen constituyendo una enorme mancha que empaña uno de los certámenes de música clásica más esperados.
Por primera vez en la historia, la dirección del encuentro dedicado al compositor alemán llevará a cabo una investigación que intentará aclarar la naturaleza del binomio Wagner-nacionalsocialismo, en un simposio que se celebrará el año que viene, según anunció la responsable del certamen y biznieta del músico alemán, Katharina Wagner, al cierre de la temporada de 2016. La inédita iniciativa, llamada «Wagner y el nacionalsocialismo», se extenderá a lo largo de dos días y formará parte de una nueva serie titulada «Discurso Bayreuth». «Queremos analizar más a fondo la compleja relación entre el nacionalsocialismo y Bayreuth», señaló la directora, al frente del festival desde 2008 junto a Eva Wagner-Pasquier. Con esta decisión, Katharina tendrá que enfrentarse a la oposición de otros miembros del clan Wagner, quienes prefieren seguir guardando silencio.
A su lado en la rueda de Prensa que cerraba el certamen, el director de la ópera «Parsifal» de este año, Uwe Eric Laufenberg, asoció el templo wagneriano con «un estilo conservador de derechas» y reconoció que, mientras Alemania había dado pasos para hacer frente y superar su pasado nacionalsocialista, el festival de Bayreuth «lo ha hecho en mucha menor medida».
Aunque nunca abordada oficialmente por los responsables del festival, la veneración del dictador Adolf Hitler por la obra del compositor sajón y su estrecha relación con algunos miembros de la familia Wagner son hechos sobradamente probados. En la obra escrita de Richard Wagner, ensayista además de músico, se han encontrado evidentes referencias antisemitas, lo que consiguió provocar un efecto en Hitler que rozaba la fascinación. Al día de hoy, el compositor germano sigue siendo considerado uno de los pioneros del antisemitismo, razón por la que la música de Wagner apenas se escucha en Israel, el único Estado judío del mundo. Sus defensores rebaten, sin embargo, esta afirmación, recordando la amistad de Wagner con Hermann Levi, un judío practicante al que designó como jefe de orquesta para conducir la primera representación de su ópera «Parsifal». La certeza más clara de la admiración de Hitler por la música de Wagner puede encontrarse en su libro, «Mein Kampf» (Mi lucha), donde relata que, cuando vio «Lohengrin», la primera ópera de su vida a la edad de 12 años, se volvió «adicto a ella en sólo un instante». El führer fue uno de los más fieles asistentes a la cita musical wagneriana y llegó a ver «Tristán e Isolda» hasta 40 veces a lo largo de su vida. En 1933, el partido nacionalsocialista, recién llegado al poder, celebró una grandiosa ceremonia en Leipzig, ciudad natal del compositor, a modo de conmemoración por el 50º aniversario de la muerte de Richard Wagner. La viuda del hijo del célebre músico, Siegfried Wagner, que pudo ser amante del dictador según algunas especulaciones, acudió a la ceremonia como invitada de honor. Además, durante años, el festival de Bayreuth recibió generosos subsidios del Tercer Reich y el entonces canciller de Alemania llegó a regalar un Mercedes a Wofgang Wagner, padre de Katharina, cuando éste obtuvo el permiso de conducir. «La música y literatura de Wagner evocaba, para Hitler, la pureza y autenticidad de la raza germana», escriben historiadores alemanes.

Compra de entradas

En julio de 1933 apenas hay dinero para pagar a los técnicos, músicos y demás empleados de la cita cultural. El festival está en plena quiebra y será decisiva, a punto de producirse su intervención legal, la actitud de Hitler, quien «in extremis» ordena la compra de miles de entradas y promete que asistirá como Canciller del Reich a todas las representaciones, como recoge Brigitte Hamann en «La familia Wagner» (Juventud). Desde ese momento tendrá como aliada a Winifred Williams, esposa de Sigfried, hijo de Richard Wagner y de su segunda esposa Cósima. Ese mismo año se sentaría junto a él en el palco de honor. Según se cuenta en el mismo volumen, Hitler desea que 1936 sea un año excepcional al cumplirse mil años de la muerte del rey Enrique I, llamado el Pajarero: se verá un «Lohengrin» dirigido por Furtwängler que tendrá una escenografía nueva costeada por el Führer: «Retransmitido por radio a todo el mundo significó la hora estelar de los festivales y 1936 el punto culminante de la amistad del Führer con los Wagner», escibe Hammann
La directora de la cita wagneriana estival persigue desde hace tiempo el objetivo de aclarar esta parte de su pasado familiar. Hace siete años ya comenzó a buscar financiación que apoyara la investigación y anunció que haría públicos algunos archivos privados de su padre, Wolfgang Wagner, para llevarla a cabo. «Hay una sombra que se cierne sobre Bayreuth y me siento responsable de intentar aclarar los hechos», dijo en 2009, según publicó el diario «The Guardian». «El tema no ha sido tratado suficientemente», reconoció. Sin embargo, los expertos recuerdan la dificultad de determinar la naturaleza exacta de la relación entre Wagner y nazismo y temen que, al final, se quede en una polémica sin resolver.
Katharina Wagner anunció su controvertida iniciativa al cierre del 105º festival de Bayreuth. Pese a los abandonos de última hora y los escándalos que marcaron el comienzo de la temporada, el balance de la cita operística en la Verde Colina consiguió satisfacer a los seguidores más fieles. El festival concluyó de la misma forma en la que había empezado: con la puesta en escena de la última ópera de Wagner, «Parsifal». Definida como «provocativa» o «triunfal», la obra logró seducir al público, que aplaudió durante diez minutos.
Ante el abrumador éxito de Haenchen como batuta de «Parsifal», Katherina Wagner anunció que sería él quien dirigiría nuevamente la ópera en la próxima edición. Aún continúa siendo un misterio si será el australiano Barrie Kosky quien conduzca la nueva producción de «Los maestros cantores de Núremberg» o si la soprano Anna Netrebko formará parte del elenco de «Lohengrin» en 2018.

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