Brian Nissen, una vida caleidoscópica
El artista británico presenta una biografía compuesta por anécdotas sobre los lugares y personas extraordinarias a las que ha conocido, desde Octavio Paz hasta Margarita de Inglaterra
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Brian Nissen aprendió a hablar español jugando dominó en las cantinas de San Miguel de Allende, en México. Vivió durante décadas en ese país y su esposa, la artista y galerista Montserrat Pecanins, es española, por lo que domina el idioma perfectamente, aunque su inglés nativo todavía se adivina al escucharle hablar. Pintor, escultor, escritor y hombre de mundo -ha vivido en Londres, París, México, Barcelona y Nueva York-, Nissen presenta ahora “Caleidoscopio”, un libro que no es exactamente una biografía, pero que permite seguirle la pista al artista desde su nacimiento en 1939, en Londres, hasta hoy a través de una serie de anécdotas y reflexiones sobre los lugares y personas que ha conocido.
Nissen ha sido testigo de la Transición española y de la escena cultural de Barcelona post Franco, así como de la transformación de barrios míticos de Manhattan, como el East Village, a donde se instaló en 1978, cuando todavía la delincuencia asaltaba en cada esquina, pero los precios de los alquileres permitían a cientos de artistas desarrollar allí su creatividad. De todos los cambios que ambas ciudades han sufrido desde entonces, Nissen destaca que las dos “están padeciendo una especie de virus que se llama turismo” y que los negocios y locales tradicionales tanto en Nueva York como en Barcelona han sido sustituidos por “franquicias y tiendas para turistas. Es una pesadilla, mi esposa y yo tuvimos que vender nuestro piso del barrio gótico después de cuarenta años”.
Entre las decenas de encuentros que relata en su libro, Nissen recuerda el día en que la princesa Margarita de Inglaterra, hermana de Isabel II, le invitó a almorzar junto con una amiga galerista de ambos. También asegura que la historia del cine le debe la escena de “El abogado del diablo” en que Al Pacino pregunta en el barrio chino de Manhattan por una gallina que juega “tres en raya”. De acuerdo con Nissen, una noche salió a cenar en Chinatown con Taylor Hackford, el director del filme, y su esposa, Helen Mirren, y les invitó “a ver una cosa curiosa a la que solía llevar a mis amigos”, es decir, a la gallina. Cuando tiempo después vio “El abogado del diablo”, reconoció el guiño a aquella noche.
Pero no todo son anécdotas en “Caleidoscopio”. El autor también reflexiona sobre su trabajo y el arte en general, en el cual, en su opinión, el humor, el juego y la magia son imprescindibles. “Todo arte -sea música literatura o danza-, toda acción creativa es una forma de jugar. Se trata de poner en juego los elementos con los que trabajas, en mi caso, colores, líneas y texturas, entre los que trato de entablar un diálogo. El humor es igualmente importante porque es también una forma de jugar”, asegura Nissen. Otro aspecto imprescindible en su creación, y que asegura cultiva desde niño, es el de la observación: “Mirar y ver son dos cosas muy distintas. Ver implica entendimiento y concienciación -ver el sentido de algo-. Mirar es observar, percatarse de algo. Ver significa interpretar y supone la capacidad de percibir, indagar y examinar”, escribe.
Insiste igualmente en la capacidad que el artista debe desarrollar para percibir el mundo de manera distinta al resto, encontrando así vínculos entre elementos inicialmente dispares. Es el caso de su visión de la cultura azteca, considerada por muchos una civilización avanzada en ciertos aspectos pero, sobre todo, violenta. Para Nissen, sin embargo, las civilizaciones prehispánicas han supuesto una gran influencia porque, al descubrirlas, “empecé a entender al arte en su calidad de objeto ritual, como un objeto dotado de poderes, específicamente el de comunicar o dialogar con el espectador”.