Caraca: la ciudad romana que surgió del comercio de esparto
Gracias a esos materiales prosperó la urbe romana, que ahora podría ayudar a explicar la colonización de Hispania y aclarar cómo se produjo la asimilación de los pueblos que habitaban en ella, según el arqueólogo Emilio Gamo, subdirector de este proyecto y uno de los descubridores de este enclave.
Gracias a esos materiales prosperó la urbe romana, que ahora podría ayudar a explicar la colonización de Hispania y aclarar cómo se produjo la asimilación de los pueblos que habitaban en ella, según el arqueólogo Emilio Gamo, subdirector de este proyecto y uno de los descubridores de este enclave.
Empecemos por la leyenda. Tiempo después de que sus habitantes se marcharan, el abandono y el descuido derribara el techo de las casas y los edificios, la tierra recubriera los frontones, muros, columnas, podios, capiteles y esculturas que adornaban las hornacinas de los templos y las termas, y el inevitable polvo del olvido se posara definitivamente durante siglos sobre el nombre de la ciudad, todavía pervivía en el imaginario de los pobladores que aún seguían viviendo en la comarca, el recuerdo de un área sagrada dedicada a los dioses desde épocas remotas. En el mismo sitio que la tradición señalaba como el lugar escogido por cultos ancestrales, levantaron una ermita dedicada a la Virgen en el siglo XVI. «Una historia medieval indica que en ese lugar apareció una imagen de la madre de Cristo. Fue durante la Reconquista. Por eso se erigió ahí la iglesia. Lo interesante es que se levantó justamente sobre el área central de la ciudad de Caraca, la que está justo al lado del foro, en la antigua parte de la ciudad romana que está dedicada a los espacios sagrados. Esto señala que es bastante probable que la gente conservara la memoria de que ahí existió en el pasado un emplazamiento de un importante carácter religioso», explica Emi-lio Gamo, codirector del proyecto dedicado a investigar el yacimiento arqueológico de Caraca.
–¿Esto qué nos indica?
–Nos recuerda la superposición habitual de espacios de impronta religiosa que se daba en la antigüedad. Es habitual. La ermita se levantó en el punto donde se halla el foro.
–¿Y el foro sobre qué se construyó?
–Uno de los puntos más interesantes de este yacimiento arqueológico es que este cerro está poblado desde el comienzo del primer milenio antes de Cristo hasta el siglo II. d. C., cuando se deja este emplazamiento. Antes había un pueblo carpetano, que se llamaba Caraca, que es un nombre de origen prerromano. Sobre este enclave se edificó la ciudad romana, que pudo albergar, aunque todavía sea demasiado pronto para aseverarlo con total seguridad, alrededor de 1.800 personas, aunque no todas ellas tuvieran ciudadanía romana.
Caraca pertenece a esas urbes antiguas que todavía permanecen enterradas, esperando a que alguien las saque a la luz y las rescate de su largo anonimato. Aunque la arqueología no se había ocupado de ella, Caraca vivía en las fuentes documentales, como demuestra la mención que se hace a su existencia en distintos textos. «A ella se refiere Ptolomeo y en libro conocido como el “Anónimo de Rávena” se especifica que este es la población que existía entre Complutum, la actual Alcalá de Henares, y Segóbriga, justo en la vía que unía estas urbes con Cartago Nova, uno de los principales puertos de época romana. Decidieron levantarla en esta colina porque se asoma a la vega del Tajo, que presentaba unas grandes posibilidades agrícolas, y porque en esta zona, durante la época romana, como se sabe a través de Plinio y de su libro «Historia Natural», había una serie de canteras que proporcionaban un material muy codiciado entonces: el «lapis specularis», que es con el que se hacía el cristal.
–¿Este es motivo de su existencia?
–Aparte de la producción de «lapis specularis», parece ser que contaba con una importante explotación agrícola, pero creemos que su pujanza económica deriva, o pudo deberse, a la explotación del esparto, que es una planta herbácea que contaba con múltiples usos. Se empleaba para hacer cuerdas y cestos, y se enviaba a Cartago Nova. De hecho, esta vía se ha puesto relación en múltiples ocasiones con este comercio. Pero puede que la caída defintiva de Caraca se debiera a la caída de la producción de «lapis specularis»
Plinio menciona la presencia en la zona de este valorado yeso traslúcido mientras que Ptolomeo, por su cuenta, nos explica que Caraca era una ciudad carpetona y llega a apuntar sus coordenadas, que hoy han dado lugar a grandes disputas entre los científicos. La discrepancia sobreviene cuando se acude a Plutarco y se consultan sus obras, donde se cita también una Caraca, aunque es muy probable que no sea la misma que han anunciado ahora los arqueólogos.
–¿Hay otra ciudad perdida?
–Como sucede hoy en día, también durante la época romana se daba el caso de varias ciudades que compartían el mismo nombre. Este parece ser el caso de Caraca. Mientras con Ptolomeo no existe ninguna duda: está hablando de esta Caraca; en el caso de Plutarco es muy posible que esté aludiendo a la población que Sertorio conquistó a los caracitanos. Es bastante probable que esta otra ciudad esté en el valle del Henares. Se necesitarían hacer más estudios para confirmarlo.
–¿Cuál es la importancia de esta Caraca, entonces?
–A través de este yacimiento se podrá estudiar toda la secuencia histórica que se ha ido sucediendo desde la edad del bronce, antes incluso de la formación de la cultura carpetana, cómo esta zona fue habitada por este pueblo y, de paso, conocer su momento final, de qué manera fueron asimilados por Roma. No es únicamente un yacimiento importante para conocer la presencia de Roma en Hispania sino también para adentrarnos en otras épocas. En 1945 se encontró, haciendo un canal en la base del cerro, un tesoro formado por piezas de plata, que ahora se expone en el Museo Arqueológico Nacional, y que era carpetano. Este hallazgo da muestra de lo importante que era el lugar entonces.
–¿Qué puede haber de los carpetanos en este sitio?
–Esta zona estuvo habitada por pueblos carpetanos, que fueron los que sometieron los romanos en el siglo II a. C., lo que supone ya una conquista muy temprana. Podría haber los restos de un enclave de ellos debajo de la ciudad romana. Estos núcleos, de gran tamaño, se llaman «oppidum» y controlaban amplios sectores del territorio. Con esta clase de descubrimientos, la arqueología romana lo está consiguiendo es una visión global de la conquista romana y la asimilación de culturas que se produjo a continuación. Uno de los aspectos más relevantes del hallazgo es justo este «oppidum», porque mostrará cómo cambió este pueblo carpetano para convertirse en una ciudad romana, cómo se hizo la evolución de un ámbito religioso, social y político a otro distinto.
Para Emilio Gamo no queda ninguna duda de la relevancia de Caraca para los estudios del pasado de la península Ibérica. «Para la historia tiene una enorme relevancia. Completa el conocimiento de esta zona de la meseta durante este periodo romano. Supone una aportación esencial a nivel arqueológico, histórico y científico. Hay que añadir que, además, no se sabía que hubiera ninguna ciudad en este entorno. Es la primera ciudad romana de la provincia de Guadalajara y es de doce hectáreas de tamaño». La importancia de este descubrimiento puede extenderse más allá del recinto de Caraca. En sus alrededores pueden aparecer yacimientos de las explotaciones mineras que estos habitantes llevaron a cabo, algo que sería de un enorme interés. Lo que, de momento, parece confirmado es la presencia de un acueducto de, aproximadamente, cerca de tres kilómetros y del que se conservan 112 metros. El resto puede haber sido destruido o puede permanecer sepultado. «El georradar muestra que en Caraca quedan calles, el foro, que es una plaza poricada donde se disponen edificios de función civil y religiosa, como los templos y la basílica. Las imágenes nos han hacen pensar que la conservación es buena, pero hasta que se excave no se puede determinar nada con absoluta exactitud. No se pueden aventurar resultados todavía, pero es posible que se encuentren mosaicos y algunos pavimentos interesantes. De lo que no cabe duda es que su presencia va a ser muy interesante para la comarca de La Alcarria y que, en el futuro, puede llegar a atraer turis-tas»,asegura Gamo, que, junto a Javier Fernández Ortea, dirige a los arqueólogos que desarrollaron esta prospección. Para ello se configuró un equipo con Jerónimo Sánchez Velasco, David Álvarez Jiménez y Saúl Martín González y científicos del CAI de Arqueometría y Análisis Arqueológico junto al Departamento de Física de la Tierra, Astronomía y Astrofísica I, de la Facultad de Matemáticas de la UCM. El trabajo fue financiado por la Junta de Castilla-La Mancha, el Ayuntamiento de Driebes, la Asociación de amigos del Museo de Guadalajara y apoyada por los dueños del terreno.
Un pueblo que habitaba en cuevas
El historiador romano Plutarco se refiere a la tierra de los caracitanos en sus crónicas del asedio comandado por Sertorio: «Un pueblo situado más allá del río Tagonio, que no se compone de casas, como las ciudades o aldeas, sino que, en un monte de bastante extensión y altura, hay muchas cuevas y cavidades de rocas que miran al norte. El país que la circunda produce un barro arcilloso y una tierra muy deleznable por su finura, incapaz de sostener a los que andan por ella, y que con tocarla ligeramente se deshace como la cal o la ceniza. Era, por tanto, imposible tomar por fuerza a estos bárbaros, porque cuando temían ser perseguidos se retiraban con las presas que habían hecho a sus cuevas, y de allí no se movían». El río Tagonio al que se refiere el cronista clásico es el Tajuña, afluente del Tajo. Allí vivían los caracitanos en una colina llena de cuevas, donde acumulaban el botín de sus asaltos a la zona. Plutarco se refiere al asedio al que durante el siglo I sometieron las huestes romanas a esta zona de Hispania que opuso mucha resistencia.