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Cartografía de aventureros

El “Atlas de los exploradores españoles” recupera las biografías de 200 marinos, científicos, aventureros y conquistadores que contribuyeron al conocimiento de nuestro planeta.

Cartografía de aventureros
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El “Atlas de los exploradores españoles” recupera las biografías de 200 marinos, científicos, aventureros y conquistadores que contribuyeron al conocimiento de nuestro planeta.

La geografía no es solo la consignación de las montañas, valles, islas y territorios diversos de la Tierra, sino, también, la aventura de los hombres que la descubrieron y colonizaron con sus civilizaciones y culturas. Los mapas son así, aparte de una colección de continentes, golfos y desembocaduras, el prontuario de unos nombres y referencias que nos va revelando quién anduvo por esos parajes y cuál era el morral intelectual que llevaba consigo. La Sociedad Geográfica Española y GeoPlaneta recuperan, actualizado y más puesto al día, el “Atlas de los exploradores españoles”, que es la memoria de los exploradores que ha dado nuestro país antes incluso de llamarse por su nombre y solo denominarse Hispania.

Una relación de personajes históricos que, incómodos con la realidad de su horizonte salieron a descubrir otros, sabiendo de antemano que esa era una línea que jamás alcanzarían del todo. Una nómina de emprendedores españoles o que actuaban bajo nuestro pabellón que van desde los más renombrados y célebres, como Cristóbal Colón, Vasco Núñez de Balboa, Hernán Cortés, Alejandro Malaspina, Juan Sebastián Elcano, Francisco Vázquez de Coronado o Francisco Pizarro, pero que, también, sacan a relucir otros muchos que la historia, la desidia o la pereza intelectual ha dejado de lado, pero que no dejan de sorprender por su atrevimiento o épica personal, que es el caso de Egeria, aquella religiosa del siglo IV que abandonó su reclusión conventual y tomó la decisión de viajar sola a Tierra Santa; Pedro Páez, un jesuita que vivió entre el siglo XVI y XVII y que se convirtió en el primer europeo en llegar a las Fuentes del Nilo Azul, hazaña que logró en 1618; Andrés de Urdaneta, aquel religioso que no se arredró ante la inmensidad del Pacífico y decidió abrir nuevas rutas en aquel océano.

Estas páginas, profusas en datos y detalles, que incluye 140 mapas y 800 ilustraciones, van dando la nota pertinente y apropiada de diferentes biografías, demostrando que España no es una excepción en Europa y que participó activamente en los avances científicos y cartográficos, al margen de lo que puedan asegurar diferentes voces. A través de los apellidos de 200 exploradores y viajeros se van quitando tópicos y rescatando periodos.

Una de las mayores aportaciones es probar a los lectores que la contribución cartográfica de España no se limita a las décadas de la conquista americana y que, más allá de esos márgenes, continuamos sumando conocimientos sobre las diferentes regiones de nuestro planeta, algo que sigue vigente y que se defiende con la inclusión de Ramón Larramendi, uno de nuestros grandes exploradores árticos actuales, o Nil Bohigas, el primer español que viajó solo al Polo Norte.

Esta edición, dividida en ocho partes, parte una lanza o reivindica unos años muy ensombrecidos de nuestro pasado, aunque son absolutamente relevantes: son las décadas pertenecientes al siglo de la Ilustración. Un capítulo que arranca con una cita de Alejandro de Humboldt, el paradigma del viajero, que aseguró que la humanidad debía agradecer a la corona española la financiación de tantos viajes, algo que ha ayudado a avanzar en los estudios geográficos. En esta sección salen a relucir científicos como Jorge Juan y Santacilia, que confirmaba que la tierra estaba achatada por los polos, Pedro Löfling, que se sumó a la estela abierta por Linneo, o el botánico José Celestino Mutis, que ya abogaba por conservar los tesoros de la naturaleza.