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“Moneyboys”: Culpas en compraventa ★★★

El filme de C. B. Yi tiene un desarrollo más bien monótono, repetitivo
LR
La Razón
  • Sergi Sánchez

    Sergi Sánchez

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Dirección y guión: C. B. Yi. Intérpretes: Ko Kai, Chloe Maayan, Yufan Bai, J.C. Lin, Qiheng Sun, Yan-Ze Lu, Daphne Low, Mu Chen. Austria, 2021. Duración: 118 minutos. Drama.
Más cerca de Hou Hsiao-Hsien que de Wong Kar-wai, «Moneyboys» encuentra en la distanciada contención de su puesta en escena la perfecta representación de un alma encarcelada. Paradójicamente, esa contención formal –que tiene que ver con el hermético microcosmos de la prostitución masculina en un país como China, que la castiga con la cárcel, condenando a sus practicantes, la mayor parte migrantes de la zona rural, al ostracismo familiar– convierte al protagonista en un personaje frío e inexpresivo, ahogando su inevitable potencial melodramático.
Así las cosas, Fei (Kai Ko) es un glaciar a la espera de un cambio climático que nunca llega. Atormentado por haber traicionado a su novio, que desaparece de escena en un prólogo prometedor, cinco años después Fei ha conseguido encapsular su vida en la ciudad en una jaula de cristal. Satisface a sus clientes con la misma gélida diligencia con que se relaciona con sus colegas de profesión mientras envía dinero a su familia. En su debut en el largo, a C. B. Yi parece interesarle por igual el sentimiento de comunidad que se crea entre los chicos que se dedican a la prostitución y la culpa que devora a los migrantes que transgreden las estructuras de una sociedad tan tradicional como la china mientras la sustentan económicamente con sus vidas nuevas. La cuestión es que el conflicto de Fei es simple, se explica en pocas palabras, y su desarrollo en el filme es más bien monótono, repetitivo.
En las escenas corales, a menudo situadas en restaurantes y discotecas, la estética de envolvente «tableaux» desplegada por C. B. Yi funciona mucho mejor que en las protagonizadas por Fei en solitario. La innegable elegancia de «Moneyboys», que se manifiesta en hermosos planos secuencia, representa mucho mejor a Fei como parte de un colectivo que como el protagonista de un melodrama. Por ello, cuando el pasado vuelve y Fei se encuentra atrapado entre la espada y la pared –entre un amor al que se resiste y un amor que destruyó y por el que sigue pagando penitencia–, el filme delata sus debilidades. Ha construido una barrera tan frígida entre el espectador y la tragedia del personaje que la emoción acaba estancada en una tierra de nadie.

Lo mejor

El elegante planteamiento formal de la película es envolvente y muy seductor.

Lo peor

La frialdad en la construcción del protagonista, que apaga su potencial melodramático.