La verdadera historia detrás de “El ángel de la muerte”, la nueva película de Netflix que todo el mundo quiere ver este Halloween
Basada en el libro del periodista Charles Graeber, el drama está protagonizado por Eddie Redmayne como Charles Cullen y Jessica Chastain como su compañera de trabajo Amy Loughren
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Tras el éxito de la polémica serie de Netflix, “Monstruo: La historia de Jeffrey Dahmer”, en la que se exponen los asesinatos del carnicero de Milwaukee, uno de los asesinos en serie más salvajes de nuestra historia reciente, Netflix ha dramatizado la historia del asesino en serie Charles Cullen, que fue condenado por el asesinato de decenas de pacientes bajo su cuidado, con la nueva película “El ángel de la muerte”. Basada en el libro del periodista Charles Graeber, el drama está protagonizado por Eddie Redmayne como Charles Cullen y Jessica Chastain como su compañera de trabajo Amy Loughren. Pero, ¿cuál es la verdadera historia de este implacable asesino?
La verdadera historia de Charles Cullen
Nacido en Nueva Jersey en 1960, Charles Cullen era el menor de ocho hijos. Su padre era un conductor de autobús que murió antes de que Cullen cumpliera un año y su madre, ama de casa, murió en un accidente automovilístico cuando él era un adolescente. Después de una dura juventud, pasó un breve período en la Marina y luego se graduó en la escuela de enfermería en 1987.
Conoció a su esposa, Adrianne Baum, trabajando en Roy Rogers, uno de los pocos trabajos a tiempo parcial que mantuvo para pagar su matrícula. Cullen le propuso matrimonio seis meses después de su primera cita y se casaron la semana después de que él se graduara de la escuela de enfermería.
En 1993, Cullen se divorció de su esposa, con quien compartió dos hijas, momento en el que se cree comenzó a matar a sus primeras víctimas. Sus crímenes se cometieron durante un período de 16 años, antes de que lo descubrieran en 2003. Según los informes, había estado trabajando en algunos hospitales y hogares de ancianos durante su carrera y fue investigado por mala praxis en varias ocasiones. Fue acusado de entrar en las habitaciones de los pacientes y ponerles inyecciones cuando no era el enfermero asignado y de sustraer medicinas.
Según las investigaciones, Cullen drogaba a sus víctimas con una sustancia llamada digoxina, un medicamento generalmente utilizado para tratar la insuficiencia cardíaca que es letal en dosis altas. Asimismo, inyectaba dosis letales de insulina en los pacientes, entre otras drogas.
En 2003, finalmente se descubrió lo que había hecho. Mientras trabajaba en su último hospital, se hizo amigo de otra enfermera llamada Amy Loughren. Pero, tras la repentina muerte de dos pacientes, los detectives comenzaron a sospechar de Cullen. En ese momento, un paciente conocido como Florian Gall se encontraba en el Somerset Medical Center en Somerville, Nueva Jersey. Allí, Gall sufrió un infarto repentino y murió a pesar de haber mostrado signos de mejoría anteriormente. Después de realizarse una investigación entorno al misterioso fallecimiento, se descubrió que a Gall se le había administrado una dosis letal de digoxina.
“Robó muchas drogas mortales que no usarías a menos que quisieras matar a alguien”, dijo la enfermera Amy Loughren a la CBS en ese momento. Por su parte, Loughren comenzó a recolectar evidencias en el hospital e incluso admitió haber tratado de manipular al asesino para que confesara. Asimismo, en una entrevista reciente con el medio “Digital Spy“, Loughren reveló que, al ver la película, finalmente pudo “sentirse orgullosa” de lo que hizo. “No pude perdonarme a mí misma por mucho tiempo, y el hecho de que él estaba lastimando a la gente justo en frente de mí. Simplemente no podía dejarlo pasar”, explicó, a lo que añadió: “Y por mucho que haya sido un viaje espiritual en el que he estado durante estos 20 años para dejar eso atrás y darle una especie de razonamiento. Todavía no podía dejar de ser quien era hace 20 años. ”.
Cullen finalmente fue arrestado en diciembre de 2003 y confesó a los investigadores que estaba administrando estas sobredosis para “sacar a los pacientes enfermos de su miseria”. Admitió haber cometido entre 30 y 40 asesinatos, pero se cree que el número real está más cerca de los 400, lo que lo convertiría en el asesino en serie más prolífico de la historia de Estados Unidos. En 2006, Cullen fue sentenciado a 11 cadenas perpetuas y actualmente cumple condena en la prisión estatal de Nueva Jersey.