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Crítica de 'Los lazos que nos unen': La pasión de los extraños ★★★
Dirección y guion: Carine Tradieu basándose en la novela de Alice Ferney. Intérpretes: Valeria Bruni Tedeschi, Pio Marmaï, Vimala Pons, Raphaël Quenard. Francia, 2024. Duración: 106 minutos. Drama.
En un libro capital para entender las relaciones afectivas en la sociedad contemporánea, “La pasión de los extraños”, la filósofa Marina Garcés reivindica que la amistad es sabernos relacionar con lo que no conocemos de los demás y de nosotros mismos. Buscar en el amigo lo idéntico, o entender al amigo como refugio, puede llevarnos a pensar en instrumentalizar la amistad, en concebirla solo desde el deseo de salvación o la aceptación social. O podemos confundirla con el amor. Es un tema muy pospandémico: salimos del ‘locus’ del duelo perpetuo, de la sociedad marcada a fuego por el trauma de la pérdida, gracias a que nos cuidamos aunque fuera sin tocarnos, y en esa distancia, nos acostumbramos a velar por nuestros miedos mutuos añadiendo más miedo a la ecuación.
El título original de “Los lazos que nos unen” es “El apego”, a su vez adaptación de una novela que se llama “La intimidad”: véase cómo en todos sus nombres la trama hace alusión precisamente a esos vínculos que ya no sabemos cómo calificar. En realidad el filme de Carine Tardieu habla de un amor platónico que surge de la zona más imprevisible del dolor, porque al menos uno de los personajes -Sandra, la librera feminista que Valeria Bruni-Tedeschi interpreta sin ceder a sus ciclotímicos y acostumbrados excesos como actriz- parece vivir en una soledad más o menos cómoda, y se convierte en madre interpuesta un poco por sorpresa, sobre todo para sí misma, cuando el hijo de su vecino (Pio Marmaï), que acaba de quedarse viudo, empieza a reclamar su atención. Alex, el padre, creerá enamorarse de ella, aunque la naturaleza de sus afectos no estará clara, tampoco para Sandra, que lo rechazará, y que permitirá así que Emilia (Vimala Pons), una pediatra vitalísima, entre en su vida para ponerla patas arriba.
Tal vez lo que plantee “Los lazos que nos unen” no esté tan lejos del argumento clásico de la típica comedia romántica, aunque Tardieu sepa atar a sus personajes al cálido vaivén de los afectos desde un naturalismo que ni resulta divertido ni tampoco sentimental. Tal vez hay personajes demasiado desdibujados (la suegra que interpreta Marie Christine Barrault, el padre biológico del niño), y la película se resiente acaso de encallarse en una dinámica que parece en exceso previsible, pero es mérito de los actores y del tono delicado, cercano, en el que está narrada la historia, que finalmente sus derivas emocionales nos afecten, las sintamos como nuestras.
Lo mejor: Los actores y la sensibilidad con que capta la confusión que a veces generan los vínculos afectivos.
Lo peor: Algunos personajes secundarios están muy desdibujados, y el desarrollo de la trama es algo previsible.