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Jordi Sierra i Fabra: «En mis novelas no hay un gramo de grasa»

larazon

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Jordi Sierra i Fabra acuñó la libertad literaria en esa tierra de rebeldía que simboliza el rock. Tatuó en su memoria aquello de que los viejos rockeros nunca mueren y se ha ceñido al tópico con la fe de un devoto: a sus 66 años escribe novelas que leen chicos de 15. «Nunca me enrollo en los diálogos. No hay nada caprichoso en mis libros. Cada capítulo cumple una función. Existe un motivo para incluirlo. En mis novelas no existe un solo gramo de grasa». El escritor, con el pin de una guitarra eléctrica en la camisa, es una prueba de que los tipos duros tienen corazón, pero sobre todo, instinto para la superviviencia. Ha desarrollado una novelística próxima a los sentimientos que le ha entregado unos lectores imprevistos y una fama inesperada. El director David Menkes se ha sumado al tirón de las pasiones juveniles, que ya rentabiliza Hollywood, y ha adaptado a la gran pantalla una de las obras de Sierra i Fabra, «Un poco de abril, algo de mayo, todo septiembre»
Literatura y cine
El realizador ha entregado a Ana de Armas y Martiño Rivas el protagonismo de esta cinta, que llegará al cine con el título «Por un puñado de besos». «Si tú quieres llevar al cine uno de mis libros, te lo doy. "Venga", te digo, "aquí está". A mí me da igual que lo cambien todo porque ésa será la película del director. Me han comprado los derechos para quince filmes. Y siempre hago eso. Hay que colaborar con la gente que viene a proponerte algo, apoyar los proyectos que intentan emprenderse. Y hay que tener en cuenta, además, que el lenguaje del cine no es el de la novela. Otra cosa es que me dijeran que yo hiciera el guión. De acuerdo, lo hago. Pero sólo uno, no ocho, como a veces ocurre. La verdad es que no tengo tanto ego para que me molesten los cambios que puedan introducir».
La historia de este libro salió del anuncio en un periódico de un seropositivo que buscaba compañía para combatir la soledad. Apareció el 2 de abril de 2001. Jordi Sierra i Fabra, uno de esos lectores incomprendidos que buscan en los diarios historias y no noticias, sólo necesitó un bolígrafo para tomar las primeras notas. «Así nació el papel que interpreta Ana. Tengo que reconocer que los personajes femeninos son muy fuertes en mis novelas. En cambio, los hombres parecen más débiles, son más como yo. O así los veo. Siempre he creído en el amor a primera vista. Algo que no resulta demasiado difícil de creer cuando tienes delante a una actriz como Ana, que es una preciosidad».
La narración comienza con una cita a ciegas. Un chaval que responde a un anuncio que ve en un diario. Es el comienzo de una cortina de mentiras. «Los libros transmiten problemas. A través de ellos puedes comprender los conflictos humanos y políticos. Una novela es cultura cien por cien. En sus páginas existe una riqueza que no hay en otras partes. No son peñazos, como puedan pensar algunos. Por eso siempre defenderé los libros y la lectura».