cine
"La fianza": desconfíen del marido pijo
Gonzalo Perdomo debuta con un thriller protagonizado por Juana Acosta
Ni los salones más lujosos ni los jardines más amplios le van a dotar de una mayor seguridad. No importa que viva rodeado de riqueza si, al final del día, se deja la puerta de su casa abierta. Ese es el primer descuido de Ana, colombiana afincada en España, una madre exhausta tras haber celebrado el sexto cumpleaños de su hija y que no se preocupa por cerciorarse de que su gigantesca mansión se ha vaciado por completo. ¿Qué le puede ocurrir en un barrio de tal nivel, y con una vida tan cómoda como la suya? Pues puede pasar de todo. Cuando Walter, también de Cali, atraviesa el jardín y llama a su puerta, explicándole a Ana que tiene unos negocios pendientes con su marido Ricardo, madrileño, ella decide dejarle pasar mientras acuesta a su hija. Pero su esposo no llega, y la incomodidad con el visitante no para de crecer. Hasta que conoce la realidad: el objetivo de Walter no es el de firmar ningún papel, sino que es un sicario que pretende retenerlas como forma de fianza mientras Ricardo cierra un peligroso negocio con una organización de narcotráfico. Gonzalo Perdomo dirige y estrena «La fianza», este thriller con tintes cómicos que se desenvuelve con tres únicos y pontentes personajes, interpretados por Juana Acosta, Julián Roman (el sicario) e Israel Elejalde (Ricardo).
La trama se desenvuelve íntegra entre los ventanales acristalados de la mansión, y es resultado de ocho años de trabajo, entre otros motivos, asegura el cineasta, «porque es difícil encontrar los recursos que se necesitan para sacar una película adelante». Asegura Acosta que «Perdomo escribió este papel pensando en mí, y durante este tiempo hemos ido reuniéndonos y haciendo lecturas de las distintas versiones, de manera que es un papel que he cocinado a fuego lento y que tenía más interiorizado de lo que pensaba». En el filme Acosta cambia el acento para tratar de mostrar a una caleña que quiere tapar sus orígenes y evitar prejuicios fingiendo que es una española más. Pero en persona lo mantiene: «Yo tengo circunstancias muy distintas a las de mi personaje, pues mi llegada a España no fue tan dura. Al contrario, este país me abrazó». Añade que sus raíces sí «me han ayudado a completar el imaginario de Ana, que realmente es una mujer que apoya su identidad en lo económico, el artificio, y a la que le ha costado tanto trabajo llegar a donde está que lucha hasta el último momento por mantener su estatus». La película quiere transmitir, resume Perdomo, «las dificultades que puede pasar cualquier persona que cambia de país o de cultura en pos de mejorar su vida».
Pero es cierto que casarse con una persona metida en el narcotráfico no ayuda. No solo es monstruo el que porta revólver y la secuestra en casa, sino que la amenaza ya vivía junto a Ana desde hace tiempo. Subraya Román, nacido en Bogotá, que no se debe evitar el tema de los narcos en Colombia. «Al contrario. Llevamos 50 años viviendo la narcocultura y hay que seguir contándolo, porque es necesario que espacios como las películas o la música tengan la sensatez de contar historias como la de Ana o Walter».