Lo malo, si es doble, dos veces malo
En muchos festivales hay una sección que se llama Semana de la Crítica y Locarno no es la excepción, ya que este año es la XXVIII edición. Son citas con dos características: por un lado, nunca se sabe quienes son los críticos que han seleccionado las películas y, por otro, todos somos conscientes de que son los filmes más raros, aunque, a veces, surge
alguna joya. Es el caso de un bello documental original de la argentina María Álvarez con el título de «Las cinéphilas», una bonita historia contada por siete mujeres situadas en Argentina, Uruguay y en España. Van al cine, buscan en las carteleras lo mejor, acuden a filmotecas y hablan de actores, autores y películas favoritas. Son señoras muy mayores y la habilidad de la autora es, poco a poco en esos recuerdos cinematográficos, que nos enteremos de su vida privada. Muy majo y recomendable documental.
En Piazza Grande «Amori che non sanno stare al mondo», de Francesca Comencini –hija del gran Luigi–. Es una muy mala película y con una jugada muy mala de la Comencini. La presentó en Venecia y fue rechazada. Entonces le hizo cambios, mantuvo las dos escenas lésbicas –por lo visto no sabe que hay televisiones que se dedican a eso todos los días– y la ha traído a Locarno y aquí sin ningún rigor, porque sigue siendo igual de mala, ¡a la Piazza Grande!
Como de costumbre, dos películas al Concurso Internacional, de desigual suerte. Película brasileña en coproducción con Francia, «As boas maneiras», de Marco Dutra y Juliana Rojas –¿cómo se apañan dos personas para dirigir lo mismo?– es una cinta de 135 minutos que parecen 1.350. Enfermera que es contratada por embarazada, cuando lleva un rato de
película las dos mujeres se besan y la embarazada la muerde y le gusta la sangre. Es sonámbula, caza un gato y se lo carga chupándole la sangre. La película promete. Punto culminante, el parto. El hijo no sale por cauces normales y tampoco es una cesárea. El niño sale a lo bestia de la barriga, la madre muere y el crío ya gatea por el suelo. Podría
haber terminado así, pero pasan los años y aquel monstruo es un niño encantador. O sea, dos películas. Malas las dos. Y la suma, el doble de mala.
Original y extraña película rumana «Charleston», de Andrei Cretulescu. Es ópera prima y estreno mundial. El protagonista pierde a su mujer en un accidente. Ella va hablando por teléfono y la atropella un coche. La orginalidad empieza cuando llega a su casa un individuo que le dice que su esposa ha sido su amante durante los últimos cinco meses. Violencia
inicial transformada luego en una relación que sino es amistosa sí genera una ayuda mutua. Buenos intérpretes, con algún toque de comedia y, sin duda, una de las mejores cintas vistas en esta sección hasta ahora.