«Yucatán», un mar de géneros
Stephanie Cayo y Rodrigo de la Serna interpretan a una bailarina y a un estafador en el filme de Daniel Monzón, que regresa cuatro años después del éxito de «El Niño».
Stephanie Cayo y Rodrigo de la Serna interpretan a una bailarina y a un estafador en el filme de Daniel Monzón, que regresa cuatro años después del éxito de «El Niño».
Daniel Monzón es un perro verde. Cualquier otro cineasta que hubiera encadenado dos éxitos del calibre de «Celda 211» y «El Niño» no habría esperado cuatro años para estrenar su siguiente filme. Y ahí está él, descolgándose con una comedia como «Yucatán»: «Toda película es una aventura emocional. Es crear un pequeño universo en el que vas a tener que vivir varios años. Es como tener pareja, has de estar convencido de que será estimulante». Y «Yucatán» es de esas parejas que dan y darán guerra. «Puedo asegurarte que rodar en un barco y en sitios tan distintos como Casablanca, Brasil, México o el Teide no es ponértelo fácil».
Si Jorge Guerricaechevarría y Monzón, co-autores del guion, invirtieron ocho meses de su vida en el Gibraltar salvaje de «El Niño», ¿en qué podía consistir el trabajo de campo para escribir «Yucatán»? «En hacer un crucero y hablar con todos los que viajan en él», explica el director. «Descubrimos que en uno trabajan dos tipos de personas, los que se lo toman como algo provisional porque tienen un proyecto personal en tierra y los que se olvidan de que la tierra existe y disfrutan de vivir en un universo con sus propias reglas, con un escenario cambiante, que te permite huir de las normas y de echar raíces. En un crucero hay personajes de distintas edades, nacionalidades y extracciones sociales, y en él se propicia una convivencia surrealista, casi felliniana, o berlanguiana».
«Yucatán» es, entre otras muchas cosas, una película de estafadores. Y detrás de la estafa está la crisis económica de 2008: «En realidad, todos los personajes de la película se enfrentan a la codicia a su manera», admite Monzón. «Si algo ha demostrado esta crisis que aún no ha terminado es que el hombre es muy débil y que la avaricia es una enfermedad contagiosa. En ese sentido, “Yucatán” es una fábula moral. Sin ánimo de compararme con los clásicos, maestros como Capra o Wilder ya hablaban de la codicia en sus comedias».
Sería justo que Joan Pera estuviera nominado a los Goya, aunque, paradójicamente, con 60 años, tal vez figure entre los candidatos a mejor actor revelación. «Necesitaba alguien que pareciera inocente, cándido, pero capaz de mostrar un doble juego», explica Monzón sobre este actor que ha doblado a Woody Allen en varias ocasiones.