"Crash", de libro pornográfico repulsivo a película de culto
Considerada también como "la primera gran novela del universo de la simulación", la distópica y utópica obra de J. G. Ballard aúna conceptualmente sexo, coches, tecnología y deseo
Madrid Creada:
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Once años después de escribir de manera inconsciente el hermoso relato crepuscular sobre la dilatación del tiempo y la necesidad de convertir en eterno todo lo bello, lo floral y lo transitorio que proféticamente inspiraría la temática de la Met Gala de este año, el inglés J.G. Ballard quiso jugar con las sombras más ocultas, locas y prohibidas del ser humano. Publicada por primera vez en 1973 con una simbólica portada diseñada por Bill Botten, la icónica novela "Crash" tuvo una acogida desigual y polarizada que osciló de manera vencedora para la vertiente horrorizada por su contenido provocativo.
Reacción bastante similar a la que despertó su traslación a la gran pantalla propuesta por David Cronenberg en 1996. ""Crash" es, sin lugar a dudas, el libro más repulsivo que me he encontrado" o "este autor está más allá de la ayuda psiquiátrica. No la publiquen" fueron algunas de las lindezas opinativas que emitió la crítica literaria. Pero, ¿por qué tanto revuelo con una historia en la que la mayor fantasía del coprotagonista Vaughan (inolvidable Elias Koteas en el filme) es morir en una colisión directa con la estrella de cine Elizabeth Taylor y conseguir llevar a cabo la remodelación del cuerpo humano a través de la tecnología moderna? La respuesta tal vez resida en el miedo que produce verse reflejado colectivamente en las perversiones de los demás. No es fácil reconocerse en el otro cuando se trata de gestionar los deseos propios.
"Crash", que sigue a un grupo de fetichistas de accidentes automovilísticos que se excitan escenificando y participando en atropellos de coches inspirados en accidentes famosos de celebridades, utiliza el coche no sólo como imagen sexual, sino como metáfora total de la vida del hombre en la sociedad de entonces y, en parte, de la actual. "Me gustaría pensar que ‘‘Crash’’ es la primera novela pornográfica basada en la tecnología", admitió J. G. Ballard sobre una obra que opera, antes que como artefacto narrativo de provocación, como una advertencia, un aviso de alerta frente a "ese reino brutal, erótico y excesivamente iluminado que nos atrae cada vez más persuasivamente desde los márgenes del paisaje tecnológico".