Los secretos íntimos y crueles de Magalí Etchebarne: "Casi siempre somos personas muy dañadas"
La escritora argentina, reciente ganadora del VIII Premio Ribera del Duero de Narrativa Breve, continúa explorando la estructura del cuento y bucea en la herencia cultural femenina
Madrid Creada:
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Confiesa distraída por el oportunismo corporal inevitable de las malas posturas, que ponerse recta en las entrevistas, en las fotos o en los enredos conversacionales que implican la presencia de un otro, le cuesta. Magalí Etchebarne tiende al encorvamiento –generacional– de todo lo que duele y pesa, a una huida de la verticalidad que ejecuta casi con el mismo impulso con el que su escritura sortea lo derecho, lo disciplinado, lo previsible. "Y eso que intento corregirlo con las clases de yoga, pero a veces siento que no hay forma", admite con la boca pequeña y con una sonrisa cómplice segundos antes de que nos sentemos en un sofá extraordinariamente mullido y nos cueste adivinar minutos más tarde, si seguimos en una entrevista o nos hemos trasladado a la serenidad espacial de cualquier prolongación de las estancias de una casa. Con independencia de que sea la suya o la nuestra.
Hay algo secretamente entreverado en los cuentos de esta escritora argentina, de esta virtuosa relatora de lo transitorio y reciente ganadora del VIII Premio Ribera del Duero de Narrativa Breve por "La vida por delante", que apela a la herencia de lo femenino de manera poco o nada consciente pero también a la superstición de lo trágico, de lo íntimo y lo cruel y lo fresco tan típico de la tradición de cuentistas que bebieron de la mecánica lunfarda. "Creo que todos necesitamos narrar, todos necesitamos contarnos un cuento. Por eso es un género fabuloso. Pienso que ¿quién no se puede sentir atraído por alguien que le diga "te voy a contar una historia"? El relato se parece si lo pensás un poco a la conversación, para mí también se parece un poco a la confidencia y se parece un poco a los secretos traficados", explica la autora antes de proseguir.
"El relato se parece un poco a la confidencia y también a los secretos traficados"Magalí Etchebarne
"El cuento es un relato cargado de sentido, con muchos matices, con mucha profundidad, pero breve, parecido al tráfico de chismes. En ese sentido me parece algo muy universal. En Argentina Fresán le dice ‘‘el género rey’’, y aunque es cierto que hay de todo, la verdad es que nuestros más grandes escritores, no los más reconocidos, sino los que más hemos leído, los que más leemos cuando comenzamos a leer son cuentistas ¿no? Borges fue un cuentista y bueno, es el gran padre de la literatura Argentina, Cortázar, es un cuentista increíble. Me encanta leer cuentos y ver también cómo otros escritores, quizás a veces más contemporáneos, extienden esos límites de su estructura tradicional. Esos cuentos que terminan inesperadamente. Me gusta ponerme a pensar y a estudiarlos así un poco, como como si fuesen piezas de relojería, descubrir cómo están hechos", añade.
Los suyos, los cuatro que componen la narración de las páginas de "La vida por delante", tienen finales desarrollados, ideas conclusivas y remates cosidos orgánicamente, pero dialogan libres y sorpresivos entre ellos, atados con una suerte de coincidencias entre los distintos personajes que los componen (un grupo de mujeres atravesadas por la madurez, la enfermedad o la muerte, dos amigas viajan a Iguazú para evadirse y acaban por encontrar en las puertas de este paraíso natural un destino de turistas y suicidas, dos hermanas que se despiden de las cenizas de su madre al lado del mar o un matrimonio atragantado por la rutina que juega a probar distintas formas para atenuar su ecosistema de dolor y enfrentamiento) para bucear en redes de mujeres que pierden, escapan, se despiden o ponen sus relaciones afectivas en pausa pero siendo siempre ellas el origen y el destino de lo contado.
Esta tendencia a proyectar lo literario desde lo femenino, subraya Etchebarne que se produce de manera natural y consciente, ya que la amistad entre mujeres resulta para ella un campo fértil del que crece y nace su inspiración: "Cuando yo escribí este libro, hablando mucho con amigas escritoras, recuerdo que siempre comentábamos que habíamos leído poco en relación a novelas sobre amigas. Es decir, libros o relatos en los que aparezca la figura de las amigas como eje central y quizás ya no de dos, sino de los grupos de amigas. Se ve que es algo que yo tenía en la cabeza porque lo hice viajar a estos cuentos sin darme cuenta de que estaba ubicando a amigas concretas en ellos. En mi vida siento que son muy importantes. Vivo de mis amigas en muchos sentidos. Me funcionan como una gran red, como una gran familia", detalla sincera la escritora sobre la sensación de ausencia de un tema, la amistad entre mujeres, que en muchas ocasiones parece opacarse en el terreno literario por esas grandes historias de amor –heteronormativo casi siempre– entre dos personas.
"Mirá, me di cuenta hace poco que las pocas veces que me enamoré en mi vida lo hice de hombres graciosos. Y llegué a la conclusión ahora que tengo 40 años. Me parece muy inteligente la gente que es graciosa y me parece también que los vínculos emocionales y las relaciones siguen siendo muy difíciles. Lo suficiente como para que no se arreglen los problemas agregando participantes a la ecuación. Casi siempre somos personas muy dañadas. Todos cargamos con nuestras heridas, con nuestras tragedias, nuestra nube gris. Así es como nos encontramos. Y en ese encuentro trágico, bueno, a veces ocurre la ferocidad del amor. Algo que para mí conlleva una batalla, no tanto como una guerra, sino en el buen sentido. Me cuesta mucho pensar el amor lejos de esos términos, no porque sea peleadora, sino porque no me imagino de otra manera. La pareja es, antes que nada, una gran conversación que sigue viva y se traslada a lo sexual y a los afectos. Uno se queda con alguien porque sigue teniendo cosas que decirse y a lo mejor esto que digo quizás es un poco cursi pero simplemente me ocurre que esa lectura mucho más posmoderna sobre el amor, a mí se me escapa".
"La pareja es, antes que nada, una gran conversación que sigue viva y se traslada a lo sexual y a los afectos"Magalí Etchebarne
Al despedirnos, esta escritora inclemente, que reconoce sentirse tristemente apabullada por "el peligroso discurso de Milei sobre la batalla cultural que afirma estar dirigiendo" en su Buenos Aires natal, nos indica que escribir no le duele, porque "como asegura Silvina Ocampo en "Nueve perros": "toda mi vida en mi adolescencia y en mi juventud sufrí de vivir". Eso es hermoso. La escritura me da placer, me ayuda a ver muchas veces de qué está hecho el dolor y qué pasa si lo uso para algo". Cuando nos incorporamos, su espalda está recta. Y para sorpresa propia, la nuestra también.