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Egon Schiele, maldito seas

Un biopic sobre el genial y controvertido pintor de principios del siglo XX, capaz de revolucionar la manera de mirar el arte, celebra el viernes los 100 años de su nacimiento.
larazon

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El cine mira también a otros maestros como Rodin, Gauguin, Caravaggio, Van Gogh y Degas, a quienes celebra en la pantalla.
Fuego. Egon Schiele agoniza. Tiene solo 28 años. Hace un frío atroz, tanto que es capaz de traspasar la pantalla y casi colarse entre los huesos del espectador. El pintor se muere. Tres días separarán su fallecimiento del de su esposa Edith, embarazada de seis meses, rubísima. La gripe española se llevó a ambos por delante. Más de 20 millones de muertos que en Viena, donde residía el creador, se convirtió en un azote. Es el arranque de la película producida por Ulrich Seidl (y dirigida por Dieter Berner), cuyo estreno se hará coincidir este viernes con el centenario del nacimiento de uno de los artistas más geniales, controvertidos y caóticos que ha dado la historia de la pintura. Nos lo dice su vida. Nos lo gritan sus obras con rostros llenos de ansiedad, en posturas que en su época levantaron oleadas en su contra. Aun hoy, cien años después de su nacimiento, no es apto para todos los paladares artísticos y en países como Alemania o Reino Unido se considera «demasiado atrevido» exhibir carteles que anuncian sus exposiciones.
La cinta centra el objetivo en las mujeres que pasaron por la alcoba de Schiele, un hombre pegado a un papel, a una libreta que necesitaba pintar como comer: «Si no pinto, me muero», se le oye decir en numerosas ocasiones al actor que le da vida en la pantalla. Su atracción por mujeres en exceso jóvenes, a veces casi niñas, acabó por confinarle en la cárcel. Ese gusto del creador por los modelos púberes no era del agrado de la sociedad de principios del siglo XX. La cinta recrea el momento en que conoce a quien sería la protagonista de algunos de sus más grandes cuadros, Wally Neuzil, con 17 años, al acudir a la casa de Gustav Klimt, amigo y maestro, prestador de dinero en tiempos de penurias, inspiración total en los momentos en que Schiele tanteaba buscando un estilo. La joven pelirroja se convierte casi desde el primer momento en musa. Cuando el discípulo Egon le enseña al veterano Klimt lo que pinta, éste no puede exclamar sino un «me gustaría ver los rostros como los ves tú». Responde el joven: «Es que yo miro en su interior». Y así van pasando los meses entre la escasez de comida y el pago dilatado del alquiler, aunque para los carboncillos y el papel siempre encuentra una moneda perdida en un bolsillo agujereado.
Compartir casa y cama
Neuzil será inspiración y amante, regazo en el que hallar calor. Una mujer libre y liberada que decidió compartir con el pintor casa y cama. Otro escándalo más en el haber de Schiele. Ella no era de ataduras; sin embargo, fue incapaz de superar la traición del artista de contraer matrimonio con una vecina de clase burguesa a la que no amaba pero cuya unión necesitaba económicamente. La desesperación de su modelo (que afirma entre risas en la celebración de la boda de la hermana del pintor que no estará enamorada de él. Y así lo escribe, y lo rubrica) que se convirtió en intermediaria a la hora de vender sus obras es total cuando el austriaco le anuncia que al día siguiente de una cita que mantienen en una cafetería va a contraer matrimonio. La guerra les ha pillado por medio y ella se enrola como enfermera. Necesita olvidar. Quizá, como dice, con la vaga esperanza de encontrarse un día con él y de volver a tenerle entre sus brazos. Morirá de escarlatina en 1917.
Desfilará también por la pantalla otra de las féminas clave en su vida, su hermana Gerty, con la que mantuvo una tormentosa relación, pero que le atendió en sus últimos días enfermo terminal, quien se preocupó, así se cuenta en el filme, por conseguirle un frasco de quinina para salvar su vida, aunque la medicina llegara demasiado tarde. Junto a estas mujeres, la inmensa obra de un genio de la provocación, un tipo irascible, de carácter fuerte, sabedor de que para las mujeres era un imán. «Cuando iba al instituto Egon Schiele era un artista un tanto oculto. Fue increíble lo que sucedió cuando todos mis compañeros decidieron que él era el mejor pintor de la historia, que era el pintor de nuestra generación. He visto unas cuantas películas sobre él, pero todas me resultaron poco satisfactorias. La novela de Hilde Berger y la forma en la que se aproxima a la figura de Schiele es lo que me animó a embarcarme en este proyecto», asegura el director. ¿Por qué empezar el filme entre llamas? Berner lo explica así: «Era una persona vibrante, sus imágenes suelen estar llenas de reflexiones sobre la muerte y la decadencia. Era encantador, divertido, pero también sentía una enorme curiosidad por el ambiente de esa era de fatalidad y tristeza en la que vivió. De ahí mi idea desde el inicio de empezar la película con fuego. Él era un hombre incombustible y este tema siempre me ha fascinado. Su padre en un brote de locura arrojó todas sus pertenencias al horno. De hecho, Schiele insistió a lo largo de su vida en que el dinero no era importante», señala Berner. «No es más que papel verde», declara en el filme mascando las palabras. Las llamas devoran el presente y el futuro de su familia. Las llamas también devoran un dibujo considerado por las autoridades pornográfico y por el que se le tachó de pederasta: «Una obra de arte no se puede comprar, no tiene precio», repite. Acusado de secuestro y violación de una niña de 13 años, un capítulo que no termina de aclarar el filme, el pintor cumplirá un arresto de pocos días, pero llevará sobre sus hombros el estigma de la provocación como una losa. Maldito seas Egon Schiele.
Se mantuvo fiel a aquello en lo que creyó. El arte fue su vida entera. Prueba de ello son los más de 300 óleos y 2.000 dibujos y acuarelas que dejó como legado. Autorretratos en los que Egon aparece con la nariz respingona, el pelo alborotado. Lienzos que forman parte de la historia de la pintura como el que pone punto final a su relación con la pelirroja Neuzil en «La muchacha y la muerte»: «Posa como si trataras de agarrar algo que se va a escapar», le dice a su amante. Y ella sabe, aun no queriéndolo creer, que el fin está a la vuelta de la esquina. Wally protagoniza también otra de las obras más bellas del artista, «Mujer sentada con la pierna izquierda levantada», de una carnalidad que asusta, capaz de transmitir vida más allá de la tela, que emana una fuerza casi animal, como la que desprendía el propio artista, de pincelada feroz, osado, terrible, nada amable. Genial, al cabo.
De modelo a actor
Berner quiso que la cinta estuviera protagonizada por jóvenes que no tuvieran contacto con la interpretación: «No quería a actores mayores haciendo de jóvenes», explica. «Sabía que sería difícil encontrar a alguien que fuera joven y a la vez tuviera la experiencia necesaria para retratar a un personaje tan complicado. Por esto empezamos muy pronto con el proceso de casting. Al final nos dimos cuenta de que iba a ser necesario contar con alguien que no fuera actor o que estuviera empezando para que resultase lo más fresco posible. Cuando los actores piensan que tienen que encarnar a un genio el resultado suele ser insípido o demasiado cliché. También intentamos contratar a jóvenes pintores de la Academia de Arte de Viena. Ellos serían capaces de retratar muy bien el comportamiento de un pintor, pero tenían dificultades con el lenguaje y con la actuación. Finalmente encontramos a este joven con experiencia como modelo que estaba interesado en ganar experiencia como actor (habla de Noah Saavedra). Al principio no era capaz de decir dos frases seguidas, pero tenía una energía arrolladora, un aura que me recordaba a Schiele. Decidí arriesgarme y desarrollamos juntos el personaje durante un año. Acabó queriendo ser actor, yendo a una escuela de arte dramático e incluso pasó el examen para la famosa escuela de Berlín Ernst Busch. También tomó clases durante dos semestres de pintura y dibujo para ser capaz de hacer los dibujos de la película él mismo».
No es está la única película que celebrará el centenario del pintor. «Klimt & Schiele. Eros y Psique», que se proyectará los días 3 y 4 de junio de 2019 dentro de «Arte en el cine» se une en la pantalla a la efeméride. El ciclo cuenta con los siguientes títulos: «Hitler versus Picasso (y otros artistas modernos)» (19 y 20 de noviembre), «Bernini» (10 y 11 de diciembre, «Los nenúfares de Monet» (14 y 15 de enero), «Van Gogh, de los campos de trigo bajo cielos nublados» (25 y 26 de febrero), «Degas, pasión por la perfección» (25 y 26 de marzo), «El joven Picasso» (28 y 29 de abril), «Leonardo» (6 y 7 de mayo), el citado «Klimt & Schiele. Eros y psique» (3 y 4 de junio), «Rembrnadt» (1 y 2 de julio).